Que se enciendan las luces

Crecí en un ambiente multicultural. Eso quiere decir que conocí desde muy pronto diferentes fiestas en las que, sin entrar en detalles históricos o antropológicos, lo que sobresalía, incluso a mis ojos infantiles, era un retorno a las raíces, al menos a las raíces representadas por la reunión de las familias, más un fuerte componente religioso y espiritual… más una gran mesa con platos tradicionales y la competencia de abuelas y madres por lucirse con recetas que marcaban para siempre el paladar de los niños. Los niños. A menudo son los reyes mimados de tantas de estas celebraciones, tal vez porque representan la esperanza, la continuidad del grupo, su futuro.

EVA LEVYLa Navidad es para mí un telón de fondo que me acompaña desde hace mucho. Días de vacaciones, de intercambios y de encuentros. Contesto con gratitud a los buenos deseos y también disfruto de los peligrosísimos dulces de la temporada. Decía lo del telón de fondo porque en el mundo sefardí, al que pertenezco, la Navidad no nos es propia, ya que, lógicamente, no nos reconocemos en ese Jesús de los belenes al Mesías. Pero también tenemos una fiesta que ilumina diciembre, muy anterior al nacimiento de Cristo, una fiesta de la que, casualmente, por razones de ignorancia o ideológicas, no se acuerdan todos estos amantes de solsticios y saturnales que brotan cada año para intentar desmerecer -qué ingenuos- las fiestas navideñas.

Nuestra fiesta es la Hanouka. Celebra la victoria de los judíos, liderados por Judas Macabeo, contra Antioco IV Epifanes, de origen macedonio, que reinaba sobre un inmenso imperio -lo que hoy serían el Próximo y Medio Oriente- y que intentó avasallar al pueblo hebreo. Hanouka recuerda en realidad dos acontecimientos, no sólo esa victoria estratégica, también el milagro del frasco de aceite. Cuando el invasor fue rechazado, no quedaba aceite para encender las lámparas del Templo de Jerusalén. Entonces, dice la tradición, se encontró un pequeño frasco que sólo podría iluminar un día o dos, pero en realidad alumbró el Templo más de una semana.

Hanouka es, por tanto, la celebración de la libertad, simbolizada por la luz que renace. El aspecto bélico de la fiesta, aunque concluya con ese bonito milagro, puede hacer pensar que es una celebración masculina y guerrera. Qué va. En realidad, es una de las fiestas más entrañables del calendario judío. Se regalan juguetes a los críos, se comen suculentos buñuelos, que suman calor al calor de aquellos paisajes más templados -como el Marruecos de mi infancia- y acentúan la nostalgia de algunos por el pasado y por los ausentes.

Las mujeres, en estas fechas clave, como en tantas otras, han ayudado a transformar un acontecimiento histórico y lejano en presente y familiar, no sólo por su orgulloso trabajo ante los fogones, sino por la recreación de un clima cálido y alegre para todos. Nuestro calendario está alterado respecto al cristiano. Las fiestas que conducen hasta el año nuevo de fecha variable -estamos en 5777 desde el mes de octubre- empiezan en septiembre. Somos una comunidad pequeña, así que no se notan mucho nuestros días en rojo, pero los celebramos íntima e intensamente y me parece que con menos gastos… salvo a la hora de comer, me temo. Aún así, en muchos hogares judíos, Hanouka convive con un árbol de Navidad en el salón, con sus regalos y todo. No es mi caso, pero hay que reconocer que resulta muy decorativo y espectacular y es una forma de compartir costumbres, aunque el significado teológico de la Navidad se haya sacrificado un tanto a un globalizado toque comercial.

Lo importante en estas fiestas es la familia y lo difícil es que transcurran como están pensadas: como momentos de paz, amor y reencuentro. Es mejor partir con expectativas realistas, pedir ayuda cuando vas a recibir a un montón de gente -¡que cada cual contribuya con algún plato… salvo que tengas cocinera y cuerpo de casa!- y poner más humor que estrés. No es fácil. Las grandes fiestas nos enfrentan a nuestras aspiraciones y a nuestros límites. Es difícil una gran cordialidad cuando no has frecuentado a tus parientes y amistades durante todo el año. Por eso, y sobre los demás significados, son fiestas de suma y sigue. De propósitos. De buenos deseos. De sueños.

Que los veamos cumplidos.

Eva levy 

www.evalevyandpartners.com

Headhunter y autora de Entre diversidad y fragmentación (LoQueNoExiste)

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