Decisiones
Sin duda, todos valoramos nuestra libertad. Es cierto que no es una libertad absoluta pero desde luego hemos ido conquistando a lo largo de la historia cada vez más independencia y autonomía. Al menos aquellos que tenemos la suerte de vivir en países democráticos.
Y, sin embargo, continuamente me encuentro con personas que tienen miedo de esa libertad. Es horrible encontrarse con que nos han marcado ya un camino que debemos seguir, pero tampoco es fácil, la mayoría de las veces, enfrentarnos a miles de opciones que se abren ante nosotros.
Parece que eso ocurre más cuando eres joven y te queda mucha vida por labrarte, pero realmente durante toda la vida se tienen muchas opciones diferentes que seguir. El problema es que la mayoría de la veces no las vemos. Nos olvidamos de que somos nosotros los que dirigimos nuestra vida y simplemente nos dejamos guiar por las circunstancias externas. Y luego nos quejamos de lo poco satisfactoria que resulta nuestra existencia.
Tomar decisiones no es fácil para nadie, sobre todo cuando, en la mayoría de los casos, la educación recibida nos ha enseñado a seguir caminos que otros abrieron en lugar de alentarnos a buscar los nuestros propios. Sin embargo, eso no nos exime de tener que hacerlo.
Continuamente y en miles de situaciones nos estamos construyendo a nosotros mismos y a nuestro futuro en función de los pasos que damos.
Y muchas veces nos olvidamos de que las decisiones no se toman una vez para luego guardarlas en un cajón. La mayoría de las cosas tenemos que decidirlas día a día. Cuando nos decidimos por una carrera, la decisión de estudiar la tenemos que tomar cada vez que nos ponemos frente a un libro, cuando queremos dejar de fumar cada vez que rechazamos un cigarrillo estamos tomando una decisión importante y cuando nos casamos con alguien la promesa de querer a esa persona la tenemos que hacer todos los días de nuestra vida.
Por último, creo que a menudo las personas tienen miedo de tomar decisiones ya que piensan que éstas van a marcar el resto de sus vidas. Se nos ha olvidado que tenemos el derecho de equivocarnos, de cambiar de opinión o simplemente de querer probar nuevos caminos. Podemos volver a empezar todas las veces que queramos y eso no significa que debamos arrepentirnos de nuestras decisiones. En su momento fueron las más adecuadas y, sobre todo, fueron nuestras.
Con ese pensamiento seguro que resulta más fácil arriesgarse y probar. No importa la edad que tengáis o la vida que llevéis, seguro que hay muchas cosas en las que todavía podéis seguir decidiendo el curso que tomará vuestra vida.
Gloria Bellido