¿Coaching o mentoring?

Es posible que cuando leas este artículo ya hayas hecho una revisión de los objetivos conseguidos hasta aquí y estés pensando en cómo reforzar tus recursos y a las personas de tu empresa para llegar a cumplir ese plan de acciones preciso para el último cuatrimestre del año. En esta ocasión, te acompañaré en lo relativo a las personas; expongo dos técnicas de acompañamiento, que en las organizaciones se utilizan dando excelentes resultados cuando la elección es la adecuada: el coaching y el mentoring, técnicas muy populares, aunque no por ello bien conocidas.

Según la Internacional Coach Federation (ICF), el coaching profesional se fundamenta en una asociación con clientes, basado en un proceso de acompañamiento reflexivo y creativo que les inspira a maximizar su potencial personal y profesional.

La función del coach es entrenar y ejerce tácticas para desarrollar eficiencia y conseguir el mayor rendimiento a partir de las capacidades existentes en el escenario actual donde el agente de cambio es la persona.

Un proceso de coaching bien definido en sus objetivos conlleva beneficios tanto para la persona que lo lleva a cabo como para la organización. La persona desarrolla sus capacidades y fortalezas, gana en eficiencia, llega a tomar decisiones con conciencia, conocimiento, argumentos y valores; aumenta la confianza en sí mismo y es capaz de arriesgar y asumir retos por aquello que quiere.

La organización puede consolidar con rapidez y eficacia nuevas promociones internas o cambios de asignación de puestos, potenciar la fidelización del talento interno, integrar la metodología que multiplica las capacidades de las personas, innovar en procesos o modelos de gestión y con todo ello potenciar los resultados de negocio.

Según la Asociación Española del Mentoring (AMCES), el mentoring  es un proceso en el que se ofrece al individuo o al grupo mayor criterio para tomar decisiones y solucionar retos o problemas corporativos o del equipo directivo en el medio y largo plazo, que es su espacio natural de juego.

A diferencia de un asesor, prescriptor o coach, su herramienta es la estrategia y se implica en la visión, evolución y resultados del proyecto o empresa.

Bajo mi criterio, el mentoring es una práctica que requiere de unas premisas básicas que afectan al mentor y al cliente:

  • El mentor debe tener un código ético muy claro, ya que debe conocer con un alto grado de responsabilidad dónde y hasta cuando aporta valor a la empresa.
  • El mentor aporta la globalidad de su experiencia y eso conlleva los conocimientos, las diferentes experiencias profesionales, la red de contactos que haya sido capaz de crear, y la actitud y habilidades que haya moldeado durante toda su trayectoria.
  • El mentor debe definir con claridad el nuevo plan de acción, su grado de implicación, el marco de objetivos junto al cliente, y aplicar una metodología con indicadores que visibilicen el progreso o no de su intervención.
  • El mentor debe saber cuándo deja de aportar valor a la empresa y así comunicarlo al cliente.
  • El cliente debe tener el criterio necesario para delimitar sus expectativas y determinar qué necesita en las diferentes áreas de conocimientos o departamentos y en las etapas por las que pase el proyecto.
  • Ambos deben tener claro que el mentor da consejos, expone su visión desde la experiencia, da recomendaciones, pero no decide. Es el cliente quien decide y quien asume la responsabilidad de la decisión.

Te animo a que tomes la decisión con criterio dejándote asesorar por profesionales contrastados en ambas técnicas.

Ana Herrero

Directora en Andalucía de Montaner & Asociados

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