Los cinco mayores quebraderos al tomar las riendas de un negocio traspasado

Decidir bien qué tipo de empresa, si comprar o alquilar un local o qué hacer con los empleados son algunos de ellos

Montar un nuevo negocio puede dar tanto miedo como dar un salto al vacío. Un panorama completamente nuevo se abre ante el empresario, que puede tener innumerables dudas y no saber en quién apoyarse para resolverlas. Las ganas de hacer realidad su sueño pueden traducirse en una errónea precipitación, que le evite analizar bien la situación y adaptarse a la misma.

Hacerse cargo de un negocio traspasado abre otra serie de dificultades, que pueden resultar clave a la hora de arrancar con buen pie. Asumir gastos innecesarios, encontrar problemas con los anteriores empleados o no conocer todas las gestiones e implicaciones legales puede convertirse en un infierno para el nuevo propietario.

“Ser el propietario de un negocio en sectores consolidados ofrece ciertas garantías a alguien que quiere emprender por su cuenta una nueva vida laboral o invertir con algo de seguridad”, explica Miguel Hedilla Álvarez, responsable de Ventas del despacho Hedilla Abogados. “Sin embargo, un paso en falso cuando se produce el traspaso puede resultar en el fracaso de este tipo de aventuras empresariales”.

En este sentido, el bufete, especializado en traspasos de negocios desde el año 2013, ha detectado los cinco puntos más complicados y conflictivos al tomar las riendas de un negocio traspasado:

  1. Decidir el tipo de negocio. Es posible tener las ganas y el capital de emprender…, pero no tener claro qué camino tomar. ¿Un restaurante, una tienda, un centro de ocio, una farmacia…? Que se trate de un negocio traspasado ofrece una serie de garantías que aportan seguridad, como modelos de negocio ya consolidados o pistas sobre el buen o mal funcionamiento de la empresa. También hay que tener en cuenta que montar una franquicia aporta cierto colchón al emprendedor, si bien también conlleva ceder parte del control, la libertad y los beneficios.
  2. Comprar o alquilar un local. Si se compra el local, se podrá subalquilar una parte para conseguir ingresos extra, se tiene más libertad de venderle o alquilarle en el futuro y será una inversión a largo plazo, ya que es un activo tangible. El principal punto positivo son sus costes fijos, que evita el incremento que se suma al principio del año en el caso de los alquileres. Las ventajas, por el contrario, de alquilar, son la flexibilidad, ya que permite cambiar la localización cuando se desee, evitar una hipoteca y menos responsabilidades en el mantenimiento del local, ya que se hará cargo el propietario. Por tanto, la inversión inicial se reducirá, así como los riesgos. Además, si la empresa que se traspasa está alquilando un local, será necesario hacer un contrato nuevo con el arrendatario, pidiendo muchas veces este un precio superior.
  3. ¿Qué ocurre con los empleados? En el momento de tomar las riendas del negocio traspasado, el nuevo propietario tendrá que valorar si quiere o no mantener a la actual plantilla, tanto porque desea traer consigo a personal de su confianza, como porque considere que no es necesario tanto equipo. Esto se verá condicionado por el plan de negocio. Sin embargo, el nuevo propietario debe tener en cuenta que no tendría posibilidades de proceder a un despido por causas objetivas, con menor coste de indemnización que el improcedente, ya que el traspaso o venta de un negocio no es ‘per se’ una causa objetiva. Además, es importante no involucrar a los empleados en este proceso, para evitar que sientan miedo a ser despedidos.
  4. Contar con un plan de negocio sólido. Muchos negocios pasan por alto este punto e, irremediablemente, no son capaces de alcanzar sus objetivos… porque no los tienen claros. El plan debe contener un breve resumen ejecutivo, una descripción de la empresa, sus productos o servicios y su organización (estrategia, estructura, funciones y experiencia de los empleados, público al que se dirige…), un análisis del mercado y la competencia (oferta y demanda, puntos fuertes y débiles…), el plan de venta y las proyecciones de futuro. Si no sabemos dónde queremos llegar, difícilmente llegaremos. Este documento debe revisarse y actualizarse periódicamente, en base a las nuevas situaciones que se afronten. Hay que tener muy en cuenta los objetivos y el presupuesto, para ver si la empresa será viable y por tanto, se obtendrá rentabilidad de ella. De esta forma, también, se podrá conseguir financiación, en caso de necesitarla.
  5. Asesoramiento de gestión y legal. Actuar correctamente en términos fiscales es imprescindible y además, puede suponer ahorros sustanciales y beneficiosos, para ambas partes. El papeleo y los requisitos legales son en ocasiones un mar infinito de gestiones en el cual, sin los conocimientos o el tiempo adecuado, un empresario se puede ahogar. Por eso, es recomendable contar con un asesor con claros conocimientos y evitar dejar esto para el final, ya que podrán llegar sorpresas desagradables, que afecten al plan de negocio original.

 

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