Sin mujeres, no hay futuro

Actualmente, la mujer se encuentra en un punto de evolución constante en el medio rural. En estos momentos, se está reclamando su derecho al reconocimiento de la titularidad compartida de las explotaciones, que históricamente han sido algo exclusivo de hombres. Cada vez, es más relevante el papel de la mujer como cabeza visible de nuestro campo, donde no solo está aportando su trabajo, que es algo que siempre ha hecho, sino que está siendo capaz de desarrollar su talento y sus iniciativas.

Además, actualmente, se está luchando para que las mujeres tengan presencia en los órganos de control de las cooperativas agrarias, para que las mujeres, cada vez más preparadas, vean el medio rural como lugares donde desarrollar sus proyectos de vida. A día de hoy, un 25% de mujeres pertenecen a la masa social de las cooperativas pertenecientes al sector primario, pero solo un 4% de ellas tienen voz y voto en los consejos de administración.

Según los datos manejados, las mujeres representan un 49% de la población de los entornos rurales y en su casi totalidad, participan no solo de las empresas agrarias, sino que se siguen encargando de las labores domésticas, como ha venido ocurriendo históricamente.

 La sociedad del medio rural está en un continuo proceso de transformación que se irá acentuando a medida que las nuevas generaciones ocupen la edad adulta. No hay que olvidar que las transformaciones culturales llegan más tarde al medio rural que al urbano por lo que tenemos que seguir hablando de un sector poblacional con mentalidad patriarcal y muy ligada a la idea de que el hombre es el encargado del trabajo y la mujer de las labores domésticas.

Por suerte, las mujeres han conseguido avanzar poderosamente en los últimos diez años, con especial relevancia, provocado sobre todo, por la mayor formación universitaria y por la irrupción de las emprendedoras decididas, que han dado un golpe sobre la mesa, demostrando su capacidad, su talento y su esfuerzo desmedido, con el que han mejorado en productividad y en rentabilidad las viejas formas de trabajar el campo.

Gracias a esto, se ha mejorado el acceso a los órganos de control de las cooperativas agrarias, se ha mejorado el acceso a la información y la conectividad en el medio rural.  Se ha mejorado en muchos sentidos, cuyo pilar fundamental para seguir haciéndolo estará en la educación de base, que se produce en el seno de las familias y en los centros educativos.

Y es que, no hay una sola respuesta para mejorar la situación de la mujer en el medio rural, sino que hay muchas líneas en las que se deben seguir trabajando para respaldar los proyectos de futuro de las mujeres en el medio rural. Un primer paso es reconocerla en los órganos de control de las cooperativas agrarias y los entornos laborales del medio.

En esta línea también será importante, seguir apostando por la titularidad compartida de las exportaciones agrarias.

Otra de las líneas de trabajo que desde AFAMMER venimos reclamando es la petición de que se lleven a cabo verdaderos planes de conciliación laboral que les permita tanto su desarrollo profesional como personal, que serán fundamentales para que las mujeres jóvenes vean en el entorno rural, un lugar donde desarrollar proyectos de vida con futuro.

Uno de nuestros lemas dice que “sin mujeres, no hay futuro” y es que, ciertamente, sin una mujer que ofrezca su talento y su capacidad para tener descendencia, el futuro de los pueblos estaría condenado a la desaparición.

Carmen Quintanilla Barba

Presidenta Nacional de AFAMMER

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