#BringBackOurGirls

Isabel-García«Yo he secuestrado a vuestras niñas. Hay un mercado para vender seres humanos. Alá me dice que las venda. Venderé a las mujeres». Son las palabras de Abubakar Shekau, líder del grupo yihadista nigeriano Boko Haram que el pasado 14 de abril sembraba el temor y acababa con la inocencia de 223 niñas en Nigeria. 223 niñas con nombres y apellidos que eran secuestradas por un grupo de hombres armados que irrumpieron en el internado de Chibok, una pequeña ciudad campesina en el estado de Borno, en el noreste de Nigeria. 223 niñas que un buen día decidieron vencer el miedo y apostar por la educación, por su educación, en un estado como Borno que es considerado cuna de la agrupación Boko Haram, grupo radical islámico que rechaza todo lo occidental y que desde hace más de una década sostiene una campaña violenta con el objetivo de derrocar al gobierno.  223 niñas de 17 y 18 años, muchas de ellas a punto de graduarse, muchas de ellas (o todas) hijas de campesinos firmemente convencidos de que sus hijas deben recibir educación, muchas de ellas (o todas) con ilusiones y sueños forjados en la única escuela estatal en Chibok, una pequeña ciudad campesina de Borno.

Hoy escribo estas palabras dos semanas después de ese 14 abril y, ¿qué se sabe? Pues para no saberse no se sabe ni la cifra exacta de niñas secuestradas. Inicialmente se habló de 230, se mencionó que 40 habían logrado escapar, luego el número se elevó a 276 y la cifra más reciente, confirmada a la BBC por el jefe de la policía, Tanko Lawan, habla de 223. Se sabe que las más de 200 adolescentes estarían siendo violadas hasta 15 veces al día, según ha relatado una chica que logró huir de los milicianos, en declaraciones recogidas por el portal informativo nigeriano ‘The Trent’. Se sabe que algunas de estas niñas han sido vendidas ya como esposas 2.000 nairas, apenas 10 euros. Se sabe, según el relato de una de las “afortunadas” que han logrado escapar, que las están obligando a convertirse al islam (Nigeria se reparte a partes iguales entre musulmanes y cristianos) y si se niegan a tener sexo o a obedecer las amenazan con degollarlas. Se sabe que, en un mundo que parece al revés, la Policía ha detenido en Abuya, la capital de Nigeria, a Naomi Mutah Nyadar, una de las mujeres que está liderando las manifestaciones que desde el 14 de abril se están sucediendo en Nigeria exigiendo una respuesta por parte del Gobierno. «Creemos que hay una conexión con las protestas que ella lidera», decía a los periodistas su abogado, Samuel Ogala, tras conocer su arresto. Se sabe que instituciones como la ONU y personalidades como el premio Nobel de Literatura nigeriano Wole Soyinka han pedido la liberación de las niñas, una reivindicación a la que se han sumado campañas por internet y manifestaciones en las calles de varias ciudades del mundo. Se sabe que en las primeras declaraciones públicas del presidente sobre el caso, Goodluck Johnson, reconoció que no tenía ni idea sobre el paradero de las víctimas. Y se sabe que un grupo de madres de las rehenes han llegado a protestar frente a la Asamblea Nacional de Nigeria para denunciar la falta de información por parte del Gobierno y exigir que intensifique las labores de rescate.

Poco se sabe del paradero de estas niñas y sin embargo mucho se sabe… Se sabe que estos energúmenos han olvidado que un día nacieron de una madre. Se sabe que se han olvidado de ser personas, de sentir amor y respeto por sí mismos y por los demás. Se sabe que desde hace años se viene secuestrando a niñas para venderlas a países del Golfo Pérsico, lo sabe todo el mundo y todo el mundo calla. Se sabe (según datos de porseninas.org) que actualmente, 75 millones de niñas en el mundo no van al colegio; que cada tres segundos una niña es obligada a casarse; y que el 50% de las agresiones sexuales mundiales las sufren niñas menores de 16 años. Lo sabe todo el mundo y ¿cuántos miran a otro lado? Se sabe que para el grupo yihadista nigeriano Boko Haram la educación occidental es pecado y que, por el contrario, asesinar a civiles inocentes, secuestrar a niñas, violarlas y venderlas como esclavas, no lo es.  Se sabe que hoy preguntas por esta noticia a tu alrededor y muy pocos serán los que tendrán conocimiento de ella.

Por eso desde este pequeño rincón yo también me sumo a las campañas que Unicef y Amnistía Internacional han levantado con el fin de presionar al gobierno de Nigeria para rescatar a las niñas secuestradas. Me sumo al llamamiento organizaciones internacionales para que liberen a las niñas secuestradas a través de la campaña #BringBackOurGirls (devuélvannos a nuestras niñas y me sumo a la activista pakistaní Malala Yousafzai (en la imagen), que a través de su organización, Malala Fund, también está apoyando fuertemente la campaña #BringBackOurGirls.

Isabel García

Petición de Aministía Internacional

Campaña de Unicef

En twitter usa el HT #BringBackOurGirls

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Periodismo
Constructivo