Apagón analógico

Gloria BellidoGloria Bellido

Hace ya bastante tiempo que nos empezaron a bombardear con anuncios e información sobre la TDT. Tanto han insistido que, seguramente, ese pequeño aparatito con el que podremos ver la televisión digital se ha convertido en una de las tantas cosas fundamentales en nuestra vida.
 
¿Alguien se imagina su vida sin televisión? En la mayoría de los hogares hay uno o varios aparatos, muchas veces la dejamos encendida aunque nadie la esté viendo y si no tenemos nada que hacer y estamos aburridos lo más probable es vayamos rápidamente a buscar el mando para luego pasarnos horas muertas en el sofá.
 
El consumo de televisión es cada día más alarmante. De media pasamos dos o tres horas delante de ella y esto se incrementa mucho más en la edad infantil. El otro día salía un estudio diciendo que los niños pasan más tiempo delante de la tele que en el colegio cuando, además, los contenidos de la mayoría de los programas no son muy adecuados para los menores de edad.
 
Pero la pregunta que se me viene a la cabeza es ¿por qué? La mayoría de las veces encendemos la televisión pensando de antemano que no encontraremos nada interesante ya que eso es lo que nos dice la experiencia. Películas malas o repetidas, series interminables y programas del corazón cubren la mayor parte de la parrilla televisiva.
 
Con todo eso, no quiero pecar de radical. Como todo en esta vida, la televisión no es buena ni mala en sí misma y seguramente habrá contenidos que merezcan la pena y que entretengan o informen de verdad. Sin embargo, no creo que todo el tiempo que pasamos delante de la caja tonta corresponda a dichos contenidos puesto que suelen ser pocos y muchas veces están programados a horas intempestivas.
 
Por eso, me gustaría que por un momento hiciéramos un pequeño ejercicio de imaginación y pensáramos en cómo sería nuestra vida sin televisión. Seguramente pasaríamos más tiempo hablando o haciendo cualquier otra actividad con nuestra familia y nos obligaríamos a nosotros mismos a pensar en otras formas más productivas para matar el tiempo, como salir a pasear o leer un libro.
 
No soy tan ingenua como para pensar que el apagón analógico va a hacer que las personas prescindan de su televisor, pero, a lo mejor, a todos nos vendría bien conectar el TDT solo un par de días más tarde para comprobar la cantidad de cosas que podríamos hacer si no tuviéramos el entretenimiento rápido y fácil que nos da la televisión.
 
Después de todo, incluso la tele tiene sus ventajas. El mismo Groucho Marx decía: encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro. No quiero terminar sin darle la bienvenida a Mónica Urgoiti a quien le hemos confiado la buena marcha de nuestra revista. Estoy segura de que lo hará con profesionalidad y cariño. Te deseo mucho éxito en esta nueva etapa.
 
Gloria Bellido

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