Anna Politkovskaya, el poder desenmascarado

Periodista vigilante del poder ruso que luchó por la libertad hasta el final de sus días

Corría el año 1958 cuando Anna Politkovskaya nacía en Nueva York en el seno de una familia diplomática soviética. Licenciada en Periodismo por la Universidad Estatal de Moscú, se encargó de luchar por los derechos humanos de Rusia. Se hizo conocida por sus reportajes periodísticos de la Guerra de Chechenia donde denunció las violaciones reiteradas de los derechos humanos y los abusos de poder cometidos por el ejército ruso, los rebeldes chechenos y la administración chechena respalda por el mismo gobierno ruso. Un compromiso que le llevó a defender a las familias de los soldados, de nacionalidad rusa o chechena, asesinados o desaparecidos.

Su carrera siempre estuvo ligada a esa premisa. Desde 1999 hasta 2006 escribió en el diario Nóvaya Gazeta de ideología liberal, sus artículos versaban en torno al conflicto checheno y los problemas políticos de Rusia ligados a la tiranía de Putin. Sin pelos en la lengua la periodista se encargó de detallar el funcionamiento de la red organizativa burocrática de la nación que giraba en torno al presidente. Vladimir Putin ascendía al poder en el 2000, aprovechando su cargo, colocó de forma estratégica a diferentes allegados en altos puestos de poder, lo que iba a devenir en la desaparición de la democracia liberal y la política exterior colaborativa. Recio en su trono, creó una red de fieles que le bailaban el agua, un entramado que se extendió hasta los medios de comunicación que se arrodillaban ante su líder y abiertamente admitían su sumisión. ¿Los que estaban fuera de esa red? Considerados enemigos. Un gran retroceso de la libertad de expresión a ras de un gobierno autoritario.

Escribiendo en clave de denuncia  

Anna Politkóvskaya utilizaba en sus artículos la expresión “los nuestros” para referirse a aquellos que no pertenecían a ese entramado. El presidente iba en contra de todo aquel que hubiese manifestado públicamente su desacuerdo con sus políticas. En definitiva, un pacto no escrito rige al Estado, puedes enriquecerte usando los medios que desees pero no critiques a Putin si no quieres tener problemas. Los medios se llenaban de noticias favorables al sistema y Politkovskaya no estaba dispuesta a tolerar semejante circo, los periodistas se habían convertido en simples lacayos renunciando a su función de perro guardián vigilante del poder, la separación informativa se volvió imposible. De forma progresiva los medios de comunicación fueron pasando de uno en uno a personas favorables al gobernante y aquellos periodistas que querían investigar la corrupción eran asesinados y expuestos a graves amenazas de muerte. La información se convirtió en simple propaganda de la autoridad.

Politkovskaya, como no podía ser de otra manera, fue objeto de intimidación y hostigamiento por parte de las autoridades rusas y chechenas. Sus críticas hicieron que la detuviesen y amenazasen en diversas ocasiones. Ejemplo de ello es la detención en 2004, cuando permaneció varias horas retenida en el domicilio del Primer Ministro de Chechenia, Ramzan Kadyrov, donde fue gravemente amenazada. A partir de entonces en Moscú no la invitaban a las conferencias de prensa ni a las reuniones oficiales del gobierno.

La Rusia de Putin, la crítica del fin

La denuncia social no se separaba de su carrera, en 2004 escribió La Rusia de Putin, libro donde criticaba abiertamente el autoritarismo del dirigente, narraba la Guerra Chechena y abogaba por el derecho a la libertad de prensa. Fue una publicación fruto de media vida de indagaciones que le ocasionó numerosos enemigos posicionados en la cima del poder. Amenazas, persecuciones e intentos de asesinato que la persiguieron hasta el día de su muerte.

Así, el 7 de octubre de 2006 Anna Politovskaya era asesinada a tiros en el ascensor de su casa. Su muerte fue investigada, aunque a pesar de que se encontrasen a los sicarios que llevaron a cabo el asesinato, la persona que ordenó la ejecución nunca fue descubierta. Su muerte se produjo el día del cumpleaños de Putin, lo cual hizo pensar a muchos que fue una advertencia del presidente.

En sus últimos escritos, la periodista mostraba un gran malestar con sus compañeros de profesión que iban en contra de la moralidad que debe tener un periodista para enfrentarse al poder y denunciar las injusticias. La corrupción y todas las tramas eran escondidas gracias a ellos. Una tomadura de pelo, un sometimiento a la autoridad política.

Actualmente, 14 años después no se han producido muchas mejoras respecto a las situaciones denunciadas por la periodista. Los mayores medios de comunicación siguen en manos de personas afines al régimen de Vladimir Putin. La libertad de prensa sigue coartada, prueba de ello son las cifras que muestra Reporteros Sin Fronteras, en 2019 han sido 6 periodistas encarcelados. El medio más perjudicado ha sido Nóvaya Gazeta, donde trabajaba la fallecida Politkóvskaya, que sufre constantes amenazas e incluso su página web ha llegado a ser bloqueada en varias ocasiones.

Una vida llena de lucha, Anna Politovskaya se plantó ante el poder sin achantarse, en pro de sus valores y escribiendo acorde a su moralidad.

 

Inés Ruiz

Instagram: @ines_ruiz98

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