Fracasar, ¡¡es sólo el comienzo!!
Hay un reciente informe a nivel mundial de Gem2012 que muestra que los continentes más “emprendedores” son África, Latinoamérica, Estados Unidos y Asia. Después viene la Unión Europea, naturalmente. Este informe cuenta muchas cosas interesantes, como la edad en que se empieza a emprender en economías consolidadas dentro de los continentes llamados del tercer mundo.
Las mujeres emprendedoras siguen creciendo y ya superan la tercera parte de los nuevos proyectos de emprendedores. Supongo que aquí no se tiene en cuenta que el 80% de la economía mundial en términos de supervivencia depende de la mujer. Eso se explica menos porque casi siempre nos perdemos en los grandes números y dejamos de lado las situaciones “domésticas”, porque lo primero es que la gente pueda comer todos los días y, que yo sepa, los “bonos, acciones o las preferentes” no son comestibles.
Me gustan este tipo de informes, especialmente porque ayudan a ordenar las ideas y sobre todo para saber si estamos en el buen camino.
En el tema del que hablábamos al principio, vemos que se ha incluido un continente rico, como Norteamérica, y valdría la pena entender las razones, ya que en los demás casos son obvias: la gente no teme tanto fracasar cuando no tiene nada que perder. O mejor aún, el ingenio se agudiza en la misma medida que el hambre llama al estómago, por tanto, el temor al fracaso aumenta a medida que las economías avanzan de estadios tempranos a niveles de desarrollo más avanzados. Interesante eso del fracaso… ¿por qué habrá tanto miedo a fracasar?
Y en cambio, en la zona del mundo posiblemente más evolucionada tecnológicamente como Silicon Valley, si no has fracasado antes, es que no tienes ideas. La explicación es fácil: estamos en una sociedad en la que en los últimos 20 años la gente ha estado esperando que alguien resolviera sus problemas, que alguien le llamara para trabajar, que la UE no dejara de dar dinero para casi ”todo” menos para construir las bases de nuevas oportunidades de negocio, o para estructuras necesarias que favorecieran las transacciones comerciales, mientras se han otorgado miles de master, simplemente para mejorar curriculums, pero sin acreditar competencia alguna.
Por otra parte, podéis imaginar el “terror” que suscita en la mayoría de padres, que un hijo les diga ¡que quiere ser empresario! Y luego, están las trabas administrativas y laborales, que si IAE, altas sociales, trámites, adelanto de impuestos (IVAs) y encima responsabilidad personal para un autónomo y si fracasas, tener que oír las voces de siempre, incluyendo progenitores, del “ya te lo decía”, “tenías que haber opositado”, “trabaja en un banco que es para toda la vida”.
Debemos ser positivos, saber que podemos cambiar algunas cosas si nos lo proponemos y hoy podemos ver las cosas de otra manera, los trabajadores deben formarse y actuar de forma que sean empleables, actitud y aptitud. Hoy más que nunca se tienen en cuenta las competencias del trabajador, y merece la pena saber en qué fallamos para poder corregirlo.
Saber en qué podemos ser mejores nos ayudará en elegir nuestro trabajo y destacar en él, ni todos podemos ser empresarios, ni falta que hace. Y es que muchos empresarios se aventuraron sin conocer sus limitaciones, y muchos trabajadores siguen aspirando a trabajar en los que les gustaría, no en lo que son mejores profesionales.
Seguramente a las mujeres nos va a tocar, como siempre, convencer, conciliar, empujar y además, deberemos aprender a repartir roles. Si no delegamos funciones con nuestras parejas o familia, difícilmente podremos aspirar a crecer profesionalmente, y la mujer hoy está preparada para asumir responsabilidades que libremente hayamos elegido.
Objetivos claros, enfoque y ritmo, son claves para que puedas construir tus propios sueños y vivirlos por ti misma.
Mª Ángeles Tejada
Directora General de Randstad Public Affaire y Presidenta de FIDEM
