Cuentos con sabor a cereza para crecer y vivir mejor

Alba Castellvi Miquel

Educar a los hijos resulta cada vez más complicado. Vivimos en un entorno consumista que valora el éxito fácil frente al esfuerzo y la responsabilidad, valores imprescindibles para conseguir algo realmente valioso en la vida, y los niños fácilmente se acostumbran a obtener lo que anhelan con poco empeño. Padres y madres hacemos cuento podemos para enseñar a los hijos a ser cada vez más autónomos, a ser capaces de decidir responsablemente por sí mismos, a resistir la frustración cuando aparezca… Sin embargo, ocupados y sobrecargados de obligaciones, a menudo nos falta tiempo para educar con serenidad. Ello conlleva problemas a los que nos enfrentamos diariamente casi todas las familias: tener que repetir las cosas mil veces para que nos hagan caso, tener que hacer por nuestros hijos lo que no son capaces de hacer por si mismos (o lo que hacen demasiado lentamente), tener que intervenir constantemente en los conflictos entre hermanos… Nada de esto es agradable: más bien resulta agotador. Mi labor consiste en ayudar a los padres y madres a vivir mejor con sus hijos. En mis libros comento estrategias y técnicas que ayudan a lograr que la relación familiar sea más fluida y que, por lo tanto, disfrutemos más de estar juntos en familia.

¿Hay algún modo de evitar tener que repetir las cosas cien veces para que los niños hagan lo que deben? Sí, es fácil lograrlo con la técnica que yo he llamado “¿Qué prefieres?” ¿Existe alguna forma de acabar con las rabietas? Existe, se trata de gestionar la situación siguiendo determinados pasos (desde la empatía hasta la ignorancia, en una gradación pautada).¿Cómo gestionar los conflictos entre hermanos? Con las herramientas de la mediación adaptadas a la infancia y a la vida doméstica. ¿Qué hacer cuando un niño vive –o lo pretende- pegado a las pantallas? Los cuentos de Una cesta de cerezas son una herramienta educativa para que los padres puedan reflexionar junto a los niños sobre estos y otros aspectos fundamentales de la convivencia y del proceso de crecer. Las historias de los cuentos divierten a los niños (los personajes podrían ser cualquiera de nuestros hijos) y también les reflejan, y las guías para padres y educadores que se encuentran al final de cada cuento dan claves educativas para usar la historia y también sugieren preguntas para una conversación con los niños sobre los temas.

Dentro de Una cesta de cerezas se van a encontrar, por ejemplo, con la historia de una niña a la que su madre tiene que repetirle las cosas veinte veces, con un chico que no quiere aprender a pelar la fruta solo porque cuesta demasiado, con otro que siempre desea jugar con el móvil… Padres y niños van a leer acerca de soluciones que modifican el problema familiar y ayudan a los niños a crecer. El objetivo: ayudarse mutuamente gracias a los cuentos: los padres a los hijos… ¡y los hijos a los padres!

Los cuentos de la cesta, como las deliciosas cerezas primaverales, sirven para crecer. También a los padres y madres: cuando acompañamos a nuestros hijos en su camino, crecemos casi tanto como ellos. Nos planteamos nuevas cuestiones, revisamos algunas convicciones, ponemos en juego nuevas habilidades que quizás ni sabíamos que teníamos y desarrollamos algunas capacidades a nuestro máximo nivel, como la paciencia, la tolerancia y la imaginación. Al convertirnos en padres, aprendemos sobre el ser humano y sobre nosotros mismos, construimos nuevas redes sociales, lideramos un nuevo proyecto, el de nuestra familia… Educar es, sin duda alguna, crecer. Una cesta de cerezas pretende ayudar a la vez que entretener. ¡Feliz lectura!

(Por cierto: ¿Os habéis preguntado el por qué del título? ¡Buscar las cerezas esparcidas por los cuentos es uno de los retos para los niños!)

Alba Castellvi Miquel

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