Giacomo Puccini al Teatro de la Mestranza de Sevilla con la obra “Manon Lescaut”

Teatro“Manon Lescaut” es el feliz resultado de la tenacidad de Puccini por poner nuevamente en escena, a su modo único, una historia en cuyas posibilidades operísticas creía profundamente. Primero, por las objeciones iniciales del editor Ricordi, que trató de disuadirlo de que regresara al mito de la “mujer fatal” derivada del personaje que el abate y aventurero Antoine François Prévost creó en 1731, pues primero Auber y, sobre todo, Massenet ya habían convertido la historia en una ópera de gran éxito en Europa. “Sí, pero esa es una ópera de peluca empolvada”, respondió orgullosamente Puccini descalificando a la de Massenet. Ricordi insistió: “Le villi” y “Edgar”, las dos primeras óperas de Puccini, no habían corrido gran suerte y amenazó al compositor con retirarle la pensión que le pagaba si un tercer título cosechara un nuevo fracaso. Pero Puccini aguanta: hará “Manon”.

Luego, el proceso de elaboración del libreto resultó muy engorroso y convocó a un número excesivo de colaboradores –seis libretistas, entre ellos Leoncavallo- con los que Puccini no se entendió hasta que, al borde del último desaliento, Ricordi le recomendó a Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, con los que Puccini formaría un trío decisivo en la Historia de la Ópera. Y, finalmente, y fruto de esa gestación tortuosa, el propio Puccini continuó modificando o eliminando pasajes de su “Manon Lescaut” muchos años después del estreno, el 1 de febrero de 1893, en el Teatro Regio de Turín. El resultado es una obra de estructura dramática irregular –suele decirse que más que un argumento cerrado al uso es una sucesión de escenas en la vida de una mujer libertina del siglo XVIII- cuya excelente partitura musical y vocal eleva muchos grados la temperatura en escena.

Pues ya el mismo estreno fue el gran primer éxito de su carrera. El propio Ricordi debió admitir que acababa de oír “la más bella ópera escrita jamás por un compositor que no es Verdi”. Sin embargo, la obsesión de Puccini por el personaje y por pulir las irregularidades del libreto continuaron hasta que Arturo Toscanini, con motivo del 30 aniversario del estreno, un año antes de morir Puccini en Bruselas, dirigió en La Scala la función que ha quedado como el canon definitivo de la obra, recuperando arias que habían sido sorprendentemente descartadas como “Sola, perduta, abandonatta…” del último acto.

Giacomo Puccini (1858-1924), dueño de una amplía galería de mujeres, por diferentes motivos, “fuertes”, encontró en las pasiones del caballero Des Grieux y la libertina Manon Lescaut los resortes teatrales que precisaba un buen drama musical. Trabajó con esfuerzo –2 años: de 1890 a 1892, más tiempo del que dedicaba usualmente a una ópera, lo que confirma las muchas dudas que le plantearon el desarrollo de su estructura-, utilizó algunos materiales musicales ya usados previamente –una costumbre que hoy parece mal vista, pero que entonces era habitual- y acabó componiendo el vibrante relato de unas apasionadas relaciones de amor que se desesperan hasta la muerte.

Y lo hizo de una forma directa, cercana, verista. Si “Manon Lescaut” conectó con la fibra del público de su tiempo –y del actual- fue, sin duda, por la carnal humanidad de unos personajes que aman con una pasión desenfrenada, franca. Ejemplo del nuevo “verismo operístico”, la partitura también concilia la herencia belcantista con las innovaciones que Puccini, que fue un atentísimo espectador de las vanguardias de su tiempo, recibió de Debussy, Strauss e incluso Schönberg, como prueba el célebre “Intermezzo”. La capacidad de Puccini para aglutinar bellas arias de un melodismo excepcional –“Donna non vidi mai”- con envolventes texturas musicales de una erótica densidad preñadas de ricos elementos impresionistas o fragmentos de una opulencia casi wagneriana, dota a “Manon Lescaut” de un potencial vocal y sinfónico portentosos.
Un reparto excepcional formado por Ainhoa Arteta, Walter Fraccaro y Vittorio Vitelli se pone a las órdenes del director musical, Pedro Halffter, al frente del Coro de la A. A. del Teatro de la Maestranza y la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, para inyectar nueva vida a una “Manon Lescaut”, producción del Teatro Regio de Turín que, si bien inicialmente no logró igualar el éxito de la de Massenet, hace varias décadas que goza de una revalorización tan creciente entre el público y la crítica, que ya parece haberlo logrado plenamente. Puccini, es cierto, tenía razón.
Francia, durante la segunda mitad del siglo XVIIIFrente a la estación de Amiens, Edmondo y un grupo de estudiantes se divierten. Llega Des Grieux, del que es fama su indiferencia hacia los asuntos amorosos. De la diligencia de Arras, desciende la joven y bella Manon Lescaut, su hermano, el Sargento Lescaut, y el rico Tesorero General, Geronte.  Des Grieux queda deslumbrado por la belleza de Manon, entablan una conversación y consigue arrancarle una cita para esa misma noche. Pero el viejo Geronte, prendado también por la chica, ha urdido un plan para raptarla en una carroza. Edmundo, desvela el plan a su amigo Des Grieux y promete ayudarlo. Des Grieux convence a Manon de fugarse con él utilizando, precisamente, la carroza en la que Geronte pretende raptarla. Geronte, furioso por el engaño, recibe el consuelo de Lescaut, quien le promete que su hermana Manon será finalmente suya y no del gallardo, pero arruinado, caballero Des Grieux.El pronóstico se cumple y Manon habita un lujoso palacio de París junto a Geronte, aunque en presencia de su hermano, confiesa su melancolía de los felices tiempos de su pobre pero ardiente amor por Dies Greux. Tras su clase de música y baile, y cuando Manon se encuentra ya a solas, aparece Des Grieux, quien en este tiempo ha ganado dinero mediante el juego. Ambos se abrazan apasionadamente y se declaran su amor. Geronte los descubre y los amenaza con vengarse. Llega Lescaut y les advierte que Geronte ha denunciado a Manon y que la policía se encuentra cerca. Pero Manon, esclava de sus lujos, se entretiene recogiendo sus joyas y es arrestada por la Policía acusada de prostituta.

Lescaut y Des Grieux urden un plan para liberar a Manon antes de que la embarquen en Le Havre para deportarla a América. Pero el plan falla y las prostitutas detenidas en el muelle son llamadas a bordo una a una. Tras una despedida desgarradora, Des Grieux convence al capitán del barco para que le permita embarcar junto a su amada como grumete.
Ya en Estados Unidos, los amantes se arrastran exhaustos en un páramo desértico, agonizando por la falta de agua. Des Grieux intenta buscar ayuda y Manon, en un delirio angustioso, evoca el pasado y se arrepiente de que el poder de su belleza haya arrastrado a su amante a un destino tan trágico. Cuando Des Grieux vuelve sin haber encontrado ningún auxilio, Manon expira en sus brazos entre apasionadas frases de amor eterno.
MANON LESCAUT
de Giacomo Puccini (1858-1924) Días 5, 8, 11 y 14 de diciembre 2013, a las 20.30 horas. Producción, Teatro Regio de Turín
Dirección musical PEDRO HALFFTER
Dirección de escena e iluminación DIDIER FLAMAND
Director del Coro ÍÑIGO SAMPIL
Escenografía THIERRY FLAMAND
Vestuario CHRISTIAN GASC
REAL ORQUESTA SINFÓNICA DE SEVILLA/CORO DE LA A.A. DEL TEATRO DE LA MAESTRANZA
Manon Lescaut AINHOA ARTETA
Lescaut VITTORIO VITELLI
Renato Des Grieux WALTER FRACCARO
Geronte de Ravoir STEFANO PALATCHI
Edmondo ANDRÉS VERAMENDI
Tabernero/Sargento de arqueros ALBERTO ARRABAL
Maestro de baile/Farolero MANUEL DE DIEGO
Músico ALEXANDRA RIVAS
Comandante de la marina JORGE DE LA ROSA
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