Universidad: ¿por qué se pierden las mujeres?
Sólo el 15% de las Universidades españolas están dirigidas por mujeres y sólo el 14,3% de los catedráticos universitarios son féminas. Sin embargo, sí que somos mayoría entre los estudiantes (55%) y entre los graduados (61%). ¿Se resiste la Universidad al talento femenino? ¿Por qué y dónde se pierden esas mujeres que ocupan más de la mitad de alumnado? ¿Qué les impide avanzar en un ámbito en el que el modelo meritocrático debe estar primando? ¿O no?
Participantes:
– Lina Gálvez, vicerrectora de Postgrado de la Universidad Pablo de Olavide
– Mª Luisa García, presidenta del Consejo Social de la Universidad de Sevilla
– Rosa Muñoz, directora del Servicio de Asistencia a la Comunidad Universitaria de la Universidad de Sevilla.
Casi el 55% de los estudiantes universitarios son mujeres, y entre los graduados éstas alcanzan el 61% del total. ¿A qué achacáis esta presencia mayoritaria femenina?
Rosa: Sencillamente, demográficamente hablando, hay mayor número de mujeres que de hombres. Por otro lado, en mi opinión y aunque no sea políticamente defendible, la manera de ser y de estar de la mujer está mucho más ligada al interés y a la curiosidad hacia la ciencia que los hombres.
Lina: La base de esos datos está en la Secundaria, donde las notas que sacan las chicas frente a los chicos son mucho mejores, por no mencionar además las tasas de abandono, mucho mayor en los hombres que en las mujeres. Por tanto ya hay una mayor idoneidad, un mayor empeño de las mujeres en el desempeño de los estudios en edades tempranas, algo que se refleja ya en la Universidad. Pero también tiene que ver, en mi opinión, con el afán de superación que tienen las mujeres en tanto en cuanto saben, y desde muy niñas, que lo tienen más difícil que los hombres. Un tercer componente sería el histórico, la falta de acceso de las mujeres a la formación durante años y que se ha traducido en que en la actualidad sean muchísimos los padres y madres que quieren que sus hijas hagan lo que ellos no pudieron hacer, que es entrar en la Universidad.
Mª Luisa: Es fruto de una mezcla de muchos factores, entre ellos el que menciona Lina de esas madres incentivando que sus hijas vayan a la Universidad porque, reconozco, ése ha sido mi caso. Pero por otro lado, creo además que las mujeres, como se observa en estudios y en la propia experiencia práctica, somos más responsables y más disciplinadas en el entorno de edad del universitario. No me atrevo a decir si es una característica genética o educacional, porque sin embargo existen países como Alemania, Austria o Suiza en los que esta presencia mayoritaria femenina no se da gracias al sistema intermedio de educación profesional que tienen y que permite un desarrollo profesional sin tener que haber invertido tanto tiempo. Es un enfoque más práctico que sí que puede estar primando que las mujeres escojan ese camino, pero que también lo explica un componente cultural de estos países que siguen siendo muy conservadores en cuanto a la gestión de la familia se refiere, que incentivan a las hijas a invertir menos en su formación frente a los hijos porque entienden que cuando sean madres no le sacarán el mismo provecho a esos años de estudio que los chicos.
A pesar de ser más en las aulas, las mujeres son mayoría en el ámbito del desempleo universitario. ¿Cuáles son los principales obstáculos con los que se topan las mujeres con formación en el mercado laboral?
Mª Luisa: El primer obstáculo es también nuestro mayor error como sociedad, y es no permitir a las mujeres que puedan conciliar su vida familiar y personal con su desarrollo profesional. En primer lugar es un error porque está demostrado por otros países que es perfectamente compatible y que al no producirse está creando mujeres infelices, y en segundo lugar porque es económicamente malo para nuestra sociedad. Hay una correlación directa entre el Producto Interior Bruto, la riqueza del país, y el porcentaje de incorporación de las mujeres al tejido productivo. Es decir, Andalucía tiene menores porcentajes en los indicadores que España, y España menores que EEUU. Son indicadores absolutamente paralelos. Por otro lado, el tema de los horarios es fundamental, algo estaremos haciendo muy mal para tener que estar invirtiendo más tiempo y conseguir menos. La solución a esto están siendo políticas de conciliación perversas que nos están retirando del mercado laboral con permisos de maternidad, por ejemplo, cada vez más amplios. Esto no es conciliación, conciliación es que me facilites la vida para que pueda seguir adelante con mi familia y con mi trabajo pero no me retires porque lo que obtendré será que dentro de cinco años o quizá menos, yo esté fuera de ese mercado laboral. Conciliación podría ser una ley que dijera que el horario de trabajo para todo el mundo sea de tal hora a tal hora, ahora eso sí, las comilonas de trabajo no van a durar las tres horas que duran ahora.
Lina: El problema es que esa incorporación de la mujer al mercado de trabajo se está produciendo, es más, se sigue produciendo porque todavía hay margen para ello, sin que esté habiendo una incorporación de los hombres al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados. Hay total ausencia de corresponsabilidad y hay una crisis de cuidados enormes. Se habla mucho de la crisis económica pero ésta está unida en gran medida a esta crisis de cuidados de la que hablo, que está haciendo que se pierda el potencial cuidador de los hombres. Según los datos del uso del tiempo en Andalucía, las mujeres trabajan tres horas más al día en los trabajos domésticos que los hombres, y estos casi dos horas más en el mercado de trabajo, lo que significa que las mujeres trabajan algo más de una hora al día que los hombres en general. Al final lo que tenemos es una sociedad que no es sostenible porque estamos por debajo de los niveles de reemplazo con tasas de fecundidad muy bajas. Porque a pesar de que en España se ha avanzado mucho en la construcción del estado de bienestar aún tenemos un déficit enorme en servicios sociales, de modo que lo que se está dando es que hay una incorporación mucho mayor de las mujeres al mercado laboral frente a los servicios sociales que tenemos a nuestra disposición.
Rosa: En el tema de la corresponsabilidad, el problema es que seguimos tirando de la formación del pasado por habernos formado en un ambiente absolutamente machista. El resultado es la corresponsabilidad no existe, aunque a veces haya alguna pareja que ayuda a su pareja en casa. Un ejemplo es una de las iniciativas puestas en marcha para los trabajadores de la Universidad de Sevilla hace tres años, el Banco del Tiempo, que consiste en intercambiar actividades con otras personas, facilitando ampliar nuestros contactos y recursos. Pues bien, en estos tres años tan sólo se han inscritos tres hombres, actualmente sólo hay uno. La interpretación a esto es obvia, la corresponsabilidad no existe tan siquiera en un ambiente como el universitario que a priori debería pensarse como el más propicio para que la mujer avance.
¿Qué papel juega el sistema político-social del país en la superación de estos obstáculos y qué papel jugamos las propias mujeres?
Mª Luisa: El sistema político y la existencia de ese estado de bienestar como es lógico influye, pero no creo que este sea un problema que dependa exclusivamente de él. La cuestión es que por ejemplo en los países escandinavos las mujeres empezaron a mandar antes, que en los años setenta ya estaban hablando de paridad. Las decisiones sobre conciliación e igualdad de género se pueden tomar en cualquier sistema, el problema es que quienes normalmente las toman son las mujeres. Por eso insisto tanto en que si no se rompe el techo de cristal, será absolutamente imposible cambiar esta situación. Cuando las mujeres llegan arriba toman decisiones que permiten que otras mujeres avancen con ellas.
Lina: El que hubiera mujeres que en los años setenta estuvieran en Suecia pidiendo ya la paridad, es porque en las décadas previas estuvieron incorporándose ya al mercado de trabajo. El hecho de la existencia de dictadura aquí en España ha perjudicado mucho más a las mujeres de lo que nos podamos creer. Romper el techo de cristal a nivel político, económico, empresarial,… es evidentemente importantísimo, pero igualmente importante es el romperlo en los microniveles, teniendo en cuenta además que las hijas acaban en gran medida imitando a las madres, madres que ni han ido a la Universidad, ni han trabajado.
Mª Luisa: Mi madre es una mujer educada en el franquismo, que no pudo estudiar, pero es una mujer que ha educado a sus hijos en una absoluta igualdad. Es decir, que es falso, a mi juicio, que si uno se crió en el franquismo, replique eso, lo que quiere decir que es una responsabilidad nuestra. No le podemos echar la culpa al sistema porque es una responsabilidad nuestra como mujeres luchar por ello. Lo que nosotras tenemos que hacer es asumir esa responsabilidad, luchar, proponer, pelear por esos cargos y con nuestras parejas porque si no lo hacemos nosotras no lo va a hacer nadie. Y tenemos que buscar la complicidad de los hombres porque muchas de las cosas que se han ganado ya ha sido gracias a la complicidad de hombres que comparten estas inquietudes, que han descubierto que hay otra parte de la vida es igualmente importante para su desarrollo personal.
Lina: Estoy de acuerdo en que en parte es una responsabilidad nuestra y de ellos el querer cambiar las cosas. Pero es cierto que igual que no tiene las mismas oportunidades una niña que nace en la India que una niña que nace en Suiza, es cierto que las mujeres en España no hemos tenido las mismas oportunidades para revelarnos que los hombres. Decimos que los hombres no corresponsabilizan pero es que con los horarios que tenemos aquí en España tienen muy poco margen para corresponsabilizarse. Es decir, los sistemas importan. Lo que quiero decir con esto es que la fuerza que tengamos nosotras para luchar por el cambio es importantísimo pero que igualmente lo es el hecho de que haya sistemas que propicien ese cambio más que otros.
Sólo el 15% de las Universidades españolas están dirigidas por mujeres y sólo el 14,3% de los catedráticos universitarios son féminas. La conclusión es que en la Universidad, cuanto más se asciende en la escala docente, menos mujeres hay. ¿Se resiste ésta al talento femenino?
Lina: Es la famosa tijera. Hay muchísimas más mujeres que hombres que entran, un poquito más que se licencian y de repente, ya a la altura de los doctorados la curva de los dos sexos se une para luego pegar el tijeretazo como se observa en esos porcentajes de mujeres catedráticas y rectoras. En mi opinión intervienen tres factores. El primero es un problema de oferta, las mujeres vamos a tener menos tiempo para ofertar que los hombres a no ser que decidamos no ser madres, una elección que nuestros colegas masculinos no tienen por qué hacer. Ahí te quitas unas cuantas ya del camino. El segundo problema es que tendemos a tirar de nuestros iguales, por lo que los catedráticos que eran en su día casi todos hombres de alguna manera han acabado, eso sí, de forma muy sutil, apoyando a muchos otros hombres en los que se ven reflejados de jóvenes. El tercer componente, en el que deberíamos hacer más autocrítica en la Universidad, es la falacia de la meritocracia, la idea de que quien llega es porque vale y que quien no llega porque no lo vale. Esto es el techo de cristal. Y en la Universidad esta idea está muy imbuida en la cultura y en la mentalidad tanto de las chicas como de los chicos porque la sociedad tiende a pensar que en la Universidad no debe de haber ningún tipo de machismo, porque dónde si no es aquí el centro lo ocupa la ciencia y la meritocracia.
Rosa: Coincido con Lina y desde punto de vista práctico. Entré con 17 años en la Universidad y esto me ha permitido ser observadora de dos realidades completamente distintas. Por eso, sin dejar de reconocer como ciertas las palabras de Lina, me gustaría lanzar un mensaje de optimismo. Entré en la Universidad cuando en mi curso, primero de Derecho, éramos ocho mujeres. He pertenecido a un grupo de mando de la Universidad donde estaba sola en el equipo de Gobierno. Hoy es distinto, principalmente porque las leyes nos han ayudado mucho. Quién iba a pensar que se iba a obligar a un rector a nombrar paritariamente a su equipo. Era impensable, era como buscar la casa de chocolate de los cuentos. Otra cosa que me hace ser optimista es que ya la sociedad universitaria se ha concienciado que la comunidad universitaria femenina necesitamos de herramientas de conciliación y por ello promueve guarderías propias, talleres infantiles, programas imaginativos como el banco del tiempo,… Son dos bases que me hacen ser muy optimista.
Mª Luisa: Evidentemente es mucho más afortunada una mujer en ese sentido trabajando en la Universidad que en la empresa privada. Pero lo que está pasando en la Universidad, en la que como dice Rosa cada vez son más mujeres las que llegan aunque aún quede mucho camino, no es fruto del azar. Porque si hubiésemos dejado que las cosas pasen solas nos podríamos tirar 500 años y no experimentaríamos ningún cambio. Lo que quiero decir con esto es que las leyes están siendo muy importantes porque son las que están fomentando la presencia femenina, porque la financiación universitaria se está asociando a determinados criterios, entre ellos, a este tipo de cosas. Ahora lo que faltaría es hacerle a esas leyes el seguimiento adecuado, porque de lo contrario servirán de poco. Sin embargo, y a pesar de estas leyes, uno de nuestros puntos débiles más grandes es que continúen existiendo mujeres que realmente piensan que la mujer que quiera ascender en su carrera profesional tiene que renunciar a su parcela personal.
Rosa: Es más, no sólo renuncian a ser madres, sino que muchas, y lo observo cada día, intentan copiar las actitudes de los hombres en los espacios públicos porque creen que eso les da mucho empaque. Las mujeres somos muy enérgicas, muy rápidas despachando temas, y sin embargo observo que hay mujeres que trabajan escuchándose, repitiendo el discurso, pensando cada palabra,… porque creo que han debido llegar a la conclusión que trabajar así, como los hombres, da más categoría.
Lina: Son mujeres que tienen asumido la técnica que se viene repitiendo desde el siglo XVIII, la de la excepción, el decir que hay mujeres excepcionales que son las que llegan y a las que el sistema machista patriarcal tolera acogiéndola en su seno. Y esto es algo que tenemos que evitar las mujeres que ya estamos ahí, porque es muy fácil para una mujer decir que ha llegado porque ha valido, y seguramente claro que vale, pero también hay muchas otras que lo valen y no han llegado.
Mª Luisa: No creo que sea tanto una cuestión de vanidad el decir que se está ahí porque se ha valido para ello, como la tendencia que tienen las mujeres a ser políticamente correctas después de que para poder llegar arriba hayan tenido que limar algún aspecto para que las dejen ocupar ese puesto. Y esto me da mucha rabia porque tengo la absoluta convicción de que es mentira. Pero, ¿por qué hay algunas que llegan y otras no? La respuesta básica a esta pregunta sería porque hay mujeres que luchan y otras, si tú no luchas por el motivo que tú decidas es imposible, porque está claro que es difícil, que hay que pelear.
Isabel García