
Una tradición ancestral reduce la anemia en Perú
La anemia por deficiencia de hierro en niños de 6 meses a 3 años alcanza el 46,8% en todo el país y el 57,2% en las áreas rurales
La anemia infantil es una de las manifestaciones más silenciosas de la desnutrición y el trastorno nutricional más extendido en el mundo.Es una enfermedad que afecta también a los países industrializados, pero es especialmente preocupante en las poblaciones más vulnerables.
La deficiencia de hierro afecta profundamente al desarrollo neuronal y cognitivo de los niños entre 0 y 3 años, que es el periodo más crítico del crecimiento infantil. “Estos niños verán mermado su desarrollo físico, cognitivo y educativo, con la consecuente reducción de la productividad y reducción de ingresos en el futuro. La consecuencia última de la anemia es la perpetuación del círculo de la pobreza”, afirma Amador Gómez, Director del Departamento Técnico de Acción contra el Hambre.
En la región andina de Perú, la cultura Inca ha arrojado luz para hacer frente a esta problemática. Acción contra el Hambre ha realizado un estudio para rescatar técnicas precolombinas de preparación y conservación de alimentos ricos en hierro, cuyo consumo está sirviendo para la prevención y tratamiento de la anemia en Perú entre los niños menores de tres años. Gracias a ello, la prevalencia de la anemia se ha reducido en 12 puntos en la provincia de Huanta, Ayacucho, donde se ejecuta el programa “Anemia NO”.
“El mérito de este estudio radica no sólo en la validación científica del alto contenido en hierro de los diferentes tipos de charqui, sino en difundir esta técnica de conservación y su utilización en la preparación de los alimentos para los menores de 3 años. Esta es una tradición andina milenaria que puede contribuir a resolver el problema de la anemia por deficiencia de hierro con la utilización de recursos y saberes locales”, destaca Alejandro Vargas, el Coordinador de Programas de Acción contra el Hambre en Perú y responsable del estudio.
El charqui – ch’arki, en quechua- es una técnica de secado que surgió como respuesta a la necesidad de conservar los alimentos de origen animal, utilizada por las culturas andinas en la época prehispánica. Acción contra el Hambre está promoviendo su procesamiento e incorporación a la dieta familiar en las localidades rurales de Ayacucho, con prioridad en la alimentación de los menores de 3 años. “Está científicamente probado que media cucharada de charqui de sangrecita o bazo cubre las necesidades diarias de hierro”, añade Vargas.
De forma paralela, Acción contra el Hambre ha promovido un proyecto de negocio basado en la comercialización del charqui de anchoveta -un pescado local- dirigido a mujeres líderes de las zonas rurales de Huanta. En estos contextos, las mujeres son protagonistas de la alimentación de sus hijos sin embargo, apenas están incluidas en el sistema productivo del país. “Con este proyecto pretendemos por un lado, mejorar las capacidades productivas de las mujeres para que sean generadoras de ingresos y por otro, facilitar la incorporación del pescado en la dieta de las familias con menos recursos, por su alto valor nutricional”, concluye Baztán.