Todos unidos

Al parecer hoy en día hay pocas cosas que unan a la gente. La sociedad individualista en la que vivimos hace que sea cada vez más difícil sentirse identificado con una nación, una lengua, una religión, un estado.
 
La mayoría de la gente piensa mucho en sí misma y poco en los demás y, a pesar de que se intenta fomentar el trabajo en equipo, la cooperación y la colaboración entre individuos, en realidad, en muchos casos, seguimos pensando que en la competitividad está el camino.
 
Por lo tanto, creo que incluso aquellos  a los que no les gusta el fútbol y los que no han disfrutado con la victoria de España -aunque creo que serán bien pocos- deberían plantearse dos cosas muy importantes acerca del Mundial de fútbol.
 
En primer lugar, la necesidad de formar buenos equipos. El mundo de los deportes es una buena metáfora del resto de los trabajos: es uno sólo el que finalmente marca el gol y sin embargo, es necesario el trabajo de todos los demás jugadores para llegar hasta la portería contraria. Hasta los mejores delanteros no podrían funcionar bien sin buenos centrocampistas. E incluso el mejor portero del mundo no pararía ni la mitad de goles sin sus defensas. Y al final es necesario reconocer las pequeñas aportaciones de todos. Si cada futbolista buscara su propia gloria y no pasara el balón, el partido acabaría siendo un desastre. El equipo de España ha sido un gran ejemplo de cómo al final el trabajo en equipo, el buen ambiente y la cooperación acaban siendo justamente recompensados.
 
Por otro lado, puede que a algunas personas les indigne que nos unamos de tal manera por el fútbol y no lo hagamos por otras cosas quizás más importantes. Sin embargo, con el ánimo de ver las cosas de forma positiva, a mí me llena de esperanza ver que todavía somos capaces de dejar nuestras diferencias a un lado y apoyar todos unidos una misma causa.
 
No es fácil sentirnos todos partes de algo. Todos venimos de sitios diferentes, con diferentes culturas, experiencias  y diferentes maneras de ver el mundo y, sin embargo, si encontramos algo que realmente nos llena y nos emociona  podemos olvidarnos por un tiempo de aquello que nos separa y exaltar aquello que nos une. Y en ese momento es cuando se produce el milagro. Olvidarnos por un momento de nosotros mismos y sentirnos, por fin, apoyados y acompañados por los demás es lo que nos da una auténtica felicidad. Porque creo que nadie hubiera disfrutado ni la mitad de la final de la Copa del Mundo si no hubiera tenido a alguien a quien abrazarse después del gol de Iniesta, aunque haya sido, como en mi caso por circunstancias de la vida, a un inglés que acababa de conocer en un pub de Liverpool. No sé si en algún momento nos podremos sentir también tan unidos por otras causas, sin duda ese fue un buen comienzo. Ya es septiembre, pero quiero recordar esa experiencia de unidad. 
 
¡GRACIAS CAMPEONES!
 
Gloria Bellido

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