
Simone Veil, una vida de militancia
No hay figura política más fuerte en la segunda mitad del siglo XX en Francia que Simone Veil. Tras sufrir una adolescencia trágica, la mujer ha combatido por sus ideas toda su vida con la misma valentía. Un compromiso que la sube al estatuto de persona política más popular del país.
Nace el 13 de julio de 1927 en Niza en una familia judía de seis niños. En 1944, fue deportada, junto a su familia al campo de concentración nazi de Auschwitz donde va a permanecer hasta su liberación en 1945. Nunca ha tenido noticias de su padre y de su hermano, ambos enviados a Lituania. Ella y sus dos hermanas fueron los dos únicos supervivientes de su familia. De esa herencia, saca su fuerza.
Una vez este capítulo de su vida acabado, vuelve a estudiar derecho y ciencias políticas donde encuentra a su marido Antoine Veil, con el que tendrá tres hijos. Hasta 1974, será magistrada, antes de descantarse por política. Sus posiciones centristas le acercan del presidente de la época Valérie Giscard D’Estaing que nombra ministra de Salud. En el contexto de sus nuevas funciones, aprueba leyes polémicas como el acceso a los anticonceptivos en 1974 y la legalización del aborto en 1975. En la Asamblea Nacional, sus oponentes se burlan de ella y aun le soltan insultos antisemitas. Sin embargo, Simone Veil, militante desde siempre, lucha por el derecho de las mujeres a disponer de sus cuerpos y animada por sus ideas, se enfrenta a las numerosas y violentes críticas sin faltar.
En cuanto a la política exterior, se posiciona claramente a favor de la Unión Europea. Así, después de las primeras elecciones por sufragio universal, fue escogida diputada y luego presidente del Parlamento europeo hasta 1982.
En 1993, vuelve a la política francesa con el gobierno del primer ministro Edouard Balladur como ministra de Sanidad y Asuntos Sociales. Luego, en 1998, fue nombrada miembro del Consejo constitucional para nueve años. Siguiendo con su militancia, Simone Veil es también presidente de la fundación por la memoria del holocausto y miembro del Instituto francés de relaciones internacionales.
Así, se ha dedicado toda su vida a militar por causas como la defensa de la persona, de la libertad, de los derechos humanos, de la justicia y de la solidaridad. Su combate ha permitido mejorar el estatuto y el papel de la mujer en la sociedad moderna. Por eso, en 2008, gana el Premio Carlos V en honor a “sus reconocidos méritos en la lucha por el avance de la igualdad de las mujeres”.