Los retos de la mujer para la jubilación
El debate en los medios de comunicación sobre la sostenibilidad de las pensiones en España es constante: el número de pensionistas sigue creciendo exponencialmente, en la medida en que la sociedad española envejece, mientras que se reduce el ratio de cotizantes. En el pasado mes de julio, la Tesorería General de la Seguridad Social tuvo que recurrir al Fondo de Reserva, conocido popularmente como la “hucha de las pensiones”, para poder hacer frente al pago de las nóminas y las pagas extraordinarias del mes. Y es que son muchos los indicadores económicos que apuntan, en el corto plazo, a una inexorable reducción de las pensiones públicas que, claramente, impedirá a los españoles mantener un nivel de vida cómodo cuando se retiren. Esta situación, ya alarmante per se para ambos géneros, es especialmente preocupante para la mujer quien ha tenido que afrontar, históricamente y todavía en la actualidad, unas dificultades mayores en el acceso al mercado laboral.
El contexto económico en el que nos movemos está cargado de datos positivos a pesar de disfrazar esta situación latente. Y es que cada vez vivimos más años y con mejor salud. De ahí que las aspiraciones de cara a la jubilación cambien, ahora queremos mantenernos más activos en esta etapa, viajando más, practicando nuevos hobbies y disfrutando de más tiempo de ocio con familia y amigos. Pero esta tendencia evidencia afrontar importantes desafíos. Según el último Estudio de Preparación para Jubilación que hemos desarrollado en Aegon a nivel mundial, el 63% de las mujeres encuestadas no confía en poder jubilarse con comodidad. Esta cifra evidencia una doble problemática en la sociedad española: por una parte, la falta de confianza de las mujeres en que el Estado pueda facilitarles una jubilación económicamente cómoda y, por otra, una preocupante ausencia de cultura de ahorro y previsión.
El mismo estudio arroja otros porcentajes alarmantes que subrayan esta falta de preparación: sólo el 46% de las mujeres espera poder jubilarse a los 65 años y el 37% de las encuestadas cree que los ingresos de su pareja serán un respaldo económico durante su jubilación.
Desafortunadamente, la desigualdad de la mujer trasciende el escenario estrictamente laboral o doméstico ya que afecta a otras esferas de su vida como es la jubilación. En este sentido, como punto de partida, existen varios factores que dificultan que la mujer pueda disfrutar de una jubilación tranquila en la misma medida que los hombres: las mujeres trabajan más a tiempo parcial y acceden menos a sistemas de previsión privados en sus empresas.
Existen, por otra parte, una serie de condicionantes sociales que, intrínsecos al rol de la mujer en la sociedad, también impactan de forma negativa en su jubilación. Así, citando algunas casuísticas, las mujeres interrumpen más a menudo sus carreras para criar a sus hijos o para atender a un familiar enfermo.
Nos enfrentamos, por tanto, a un problema y a una paradoja. El problema parece claro, pero la paradoja entraña una enorme complejidad. Parece que tanto hombres como mujeres empezamos a entender que el Estado no va a poder asegurarnos una jubilación cómoda, pero no terminamos de dar el paso definitivo para solucionar el problema. De hecho, sólo el 7% de las mujeres afirma sentirse muy preparada y estar ahorrando para su jubilación. Lo que nos lleva a una interesante división de los ciudadanos españoles en dos grandes grupos: ahorradores habituales y ahorradores aspiracionales.
Debemos conseguir, con la ayuda de todos, que los ahorradores aspiracionales se conviertan en habituales. Convertir el deseo en hábito es un desafío para todos los actores de nuestra sociedad.
Individualmente, cada de uno de nosotros somos dueños de nuestro futuro financiero y tenemos que entender que es fundamental la planificación para poder afrontar el futuro con mayor seguridad. El ahorro no tiene por qué entenderse como un problema sino como una solución a largo plazo que nos ayude a seguir disfrutando de todas nuestras aspiraciones vitales. Desde la industria aseguradora debemos trabajar para mejorar la claridad de nuestras comunicaciones y explicar de manera sencilla las soluciones que podemos adoptar para mejorar nuestra situación financiera, alejándonos de la jerga que hemos venido utilizando hasta hace poco tiempo.
Las empresas, por su parte, también juegan un papel crucial, ya que pueden facilitar y promover el ahorro diseñando planes para la jubilación que hagan frente a las trabas al ahorro. Además, pueden incentivar una mejor salud entre los trabajadores mediante programas de bienestar que ayuden a reducir los costes de aseguración y aumentar la productividad. Y, por último, las instituciones públicas, que tienen un rol fundamental a la hora de dotar a los ciudadanos con toda la información y herramientas necesarias que les ayuden a tomar conscientemente una decisión sobre su futuro financiero.
En definitiva, el principal reto de la sociedad debe ser facilitar el acceso a una jubilación satisfactoria y, de esta manera, igualar, en todos los niveles, las condiciones entre hombres y mujeres. Y, para ello, debemos inculcar una conducta del ahorro en nuestra sociedad desde edades tempranas. Para conseguir el objetivo común, todos debemos aportar nuestro granito de arena que nos ayude a mejorar el sistema para que podamos disfrutar de una jubilación tranquila y sostenible.
Marta Acebo
Directora de Comunicación Aegon