Responsabilidad para el futuro

Gloria BellidoGloria Bellido

Cuando estudias ciertos aspectos de la psicología muchas veces te preguntas por qué nos empeñamos en hacer las cosas tan difíciles cuando serían mucho más fáciles si tuviéramos un poco más de información sobre algunos temas.
 
No es sólo porque sea mi pasión, siempre he creído que todos deberíamos estudiar un poco de psicología. Si conociéramos mejor cómo funcionamos, nos sería más fácil adaptarnos a todos los aspectos de nuestra vida y seríamos, en definitiva, más felices.
 
Y como es un tema que me preocupa y me indigna, es algo de lo que suelo hablar habitualmente, si alguien tiene la paciencia de escucharme despotricar contra el sistema educativo actual. El otro día le tocó a un estudiante de ingeniería. Después de escucharme con atención, me dijo que lo que a mí me pasaba con la psicología, a él también le pasaba con la mayoría de sus materias y que está convencido de que  si todos tuviéramos unas nociones básicas sobre algunos aspectos de ingeniería nuestra vida sería más fácil y cómoda.
 
Así que empecé a preguntarme si realmente no pasa algo parecido con casi todas las áreas del conocimiento humano. A todos nos sería útil saber más sobre medicina, sobre derecho, sobre filosofía, sobre política, sobre economía y así podría seguir hasta el infinito.
Sin embargo, es una utopía pensar que podemos llegar a conocer las nociones básicas de todas las materias que existen. Tardaríamos toda una vida en aprender toda la cantidad de información de la que ahora disponemos y ya no tendríamos ni tiempo de darle un uso.
 
Por eso, cada uno de nosotros estamos especializados en un tema y nos formamos en él. El verdadero problema viene cuando ni siquiera los que sabemos mucho sobre algo aplicamos esos conocimientos. Voy a poner un ejemplo sobre mi propia especialidad. Sabemos de sobra que los psicofármacos sólo son efectivos a corto plazo. Para que una persona no vuelva a caer, por ejemplo, en una depresión, no es suficiente con un frasco de Prozac. A la larga una buena terapia psicológica sería mucho más efectiva e incluso más económica. Y, sin embargo, lo único que ofrece la Seguridad Social son medicamentos.
 
Y seguro que en la mayoría de los ámbitos pasa algo parecido. Realmente sabemos cómo se harían las cosas para que funcionaran mejor, pero no lo hacemos. Es cierto que muchas veces es por falta de medios o recursos, pero otras muchas veces es la incapacidad que tenemos de ver más allá, la apatía o la pereza lo que nos bloquea. Nadie ha dicho nunca que cambiar, explorar nuevas soluciones y dejar atrás los caminos trillados sea fácil, pero si no lo hacemos no habrá manera de avanzar.

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