Responsabilidad de todos

Gloria BellidoGloria Bellido

Epc. Venimos escuchando todos los comentarios, opiniones y críticas posibles sobre el tema. Algunos están claramente en contra, mientras otros denuncian su imperante necesidad. Sea como sea, la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos está implantada en muchos colegios españoles.
 
Por desgracia, parece algo hecho con prisas, con poco contenido y casi sin control de quien tendría que saber qué hacer. En cada libro de texto se han decidido los temas y las orientaciones ideológicas con las que tratarlos. Serán los profesores en cada colegio los que escojan entre las varias propuestas y la verdad, me temo que muchos de ellos pecarán de parcialidad ya que se decantarán por aquellos que apoyen sus ideas.
Por otra parte, no creo que nadie sea tan ingenuo de pensar que con una hora en tercero de la ESO -que es lo que tendremos este año- se pueda verdaderamente educar en algo a un adolescente que está inmerso en un proceso de socialización y que, por suerte o por desgracia, ya tiene ideas bastante formadas por padres y amigos o (y es algo alarmante) por programas de televisión que se tragan todos los días.
 
Sin embargo, no quiero escribir sobre la solución dada al problema, sino al problema en sí. Porque nadie puede negar que tenemos un problema.
 
Lo podemos ver, por ejemplo, en el aumento de los actos violentos, en los alarmantes índices de consumo de droga y alcohol, en el descenso de la participación en las elecciones y en otros tantos fenómenos que demuestran el desinterés y la poca educación ‘ciudadana’ que demuestran las nuevas generaciones. Le dan poca o ninguna importancia a la política y a la ética. En la primera sienten que no tienen nada que hacer, para cambiar las cosas que le molestan, y en la segunda, seguramente no encuentran ningún ejemplo claro que seguir.
 
Pero resulta evidente lo importantes que son las dos para convivir en una sociedad.
 
Por eso podríamos empezar nosotros respetando la ética en nuestros propios trabajos. Pensemos en la importancia de un comportamiento ético en los negocios, en la imprescindible ética médica y como no, en ética periodística, tan ignorada y pisoteada últimamente.
 
Y no me refiero sólo a los llamados periodistas del corazón, sino al hecho de que hace falta leerse al menos cinco periódicos para tener una idea más o menos imparcial sobre la actualidad.Lo verdaderamente útil para salir de la situación actual no puede ser limitarse a criticar la solución, sino ser concientes del gran problema que supone la falta de educación en el aspecto amplio de la convivencia y el respeto de los Derechos Humanos. Creo que hay que abandonar la polémica estéril de quién tiene más importancia en esto, si los padres o el colegio, pues la verdad es que la responsabilidad es de todos. Y, quizás, un poco más de colaboración y de compromiso a nivel personal, ético y político, no nos vendrían mal.

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