El virtuosismo venció a la mala educación

Recital de Khatia Buniatishvili en el Teatro Maestranza

©Julia Wesely (3)
©Julia Wesely

Quería hacer una caricatura del romanticismo, y quizá tenga lo mejor de mí”. (Ravel, comentario sobre Gaspard de la nuit).

Esta podría ser la síntesis del excepcional recital ofrecido por la joven pianista georgiana Khatia Buniatishvili, enfrentada a un auténtico tour de force que iba de Liszt -uno de los grandes impulsores de la modernidad- a Stravinski, quien popularizara aquello de “el más perfecto de los relojeros”, en referencia, precisamente, a Ravel, el otro pilar sobre el que Buniatishvili –técnica pujante y refinada, rubato contenido, exuberante musicalidad – asentó su memorable actuación, alterada por toses insistentes e inoportunas, un fenómeno que, curiosamente, no parece afectar a otras audiencias (pienso en los numerosos conciertos del recién finalizado FeMÀS), pero que, insisto, abundan en el Maestranza, impidiendo la concentración que exige el complejo mundo sonoro que se despliega ante la audiencia.Tal vez estuviese en lo cierto el pianista austríaco Schnabel, cuando afirmaba: “Sólo conozco dos clases de público: Uno que tose y otro que no tose”. En cualquier caso, como digo, una velada inolvidable.

Miguel Fernández de los Ronderos

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