Racionalizar para mejorar

Me  imagino que a alguna/o de vosotras/os os ha caído de regalo navideño algún libro de auto-ayuda. Pues enhorabuena, mi marido también escribe cosas de ésas, que son muy recomendables en momentos especiales, sobre todo porque te ayudan a pensar y a entender que por mucho que leas, si no practicas no sirve de nada.
 
Recuerdo que de pequeña memorizábamos las tablas de aritmética, los libros de comercio y la famosa teneduría de libros (Mayor, Balance, Diario, etc.), pero después hemos acabado preocupándonos de la cuenta de explotación y sobre todo del ebitda. Está claro que los números cantan y en la actualidad saber de números vale de poco si desconoces las reglas del marketing, la gestión de resultados y el término mágico que se llama rentabilidad, pues al final, sólo somos una pequeña parte de un balance, un eslabón, más o menos necesario, en función del “valor añadido” que aportamos al conjunto.  
 
Ello me hace pensar en la auténtica función que tenemos cada uno dentro de una organización, digamos empresarial. Y esta realidad se hace más evidente cuando vemos muchas empresas que prejubilan o dejan en la calle a miles de trabajadores y sin cubrir su vacante; sin ánimo de frivolizar, el tema conlleva cierta perversión, porque los que se van sin notarse es que no hacían falta, ¿verdad? Eso que sería frecuente e incluso deseable en la clase política, en las empresas se denomina “racionalizar costes” y hace años que se practica a la fuerza, sin ayudas externas, ni subvenciones para prejubilaciones que pagamos todos.
 
Creo que es un buen momento para “racionalizar”, pero recolocando a la gente que quiere trabajar, si realmente queremos sobrevivir y crecer en estos momentos, aceptando los principios racionales de la economía. Cada profesional que está trabajando debería plantearse muy en serio, las posibilidades que tiene de seguir haciéndolo en el futuro, teniendo en cuenta la contribución y la aportación de valor que da a su empresa, que es la que le paga el salario.
 
Es curioso, y vosotras/os lo habréis comprobado en estos días, que pese a la falta de puestos de trabajo, la indigestión de unas cifras de paro tercermundista y la merma de poder adquisitivo en general, agravado con las subidas de las energías básicas, la gasolina, tabaco y algunas materias primas, se sigue consumiendo en temas suntuarios y de poca necesidad. Pero lo más grave es que la “CALIDAD”, en mayúsculas, tanto en servicios como en productos, es cada vez peor. Nos sentimos mal atendidos incluso comprando, en el comercio te miran de soslayo cuando estás intentando comprar media hora antes del cierre del negocio; algunos empresarios quieren limitar sus horarios y su presencia comercial por no querer trabajar más o invertir en la contratación a part time de algún parado/a.
 
Esta actitud de autosuficiencia del “mal llamado” estado del bienestar, que no es otra cosa que una utopía que pagamos los que trabajamos, es un auténtico cáncer para salir de  esta situación. Creo que el mundo empresarial debería plantearse muy en serio adoptar estos principios que inspiraron en su día de forma especial a las mujeres y que consisten en la “multifunción”, la “disponibilidad”, la “austeridad” en la “administración de bienes”, pensar menos en competir y mucho más en el “bien del conjunto”, la “conciliación”, el “diálogo” y especialmente la “intuición”. Nos ayudarían a caminar por caminos inciertos, pero esto si, con la certeza de que para generar “brotes verdes”, sólo sirve trabajar, hacerlo con sentido y no usar el reloj para medir el tiempo, sino para creernos que cuanto más horas dediquemos a ello, menos nos faltará para salir de la crisis.
 
Mª Ángeles Tejada

Tags:

Un león y no un ciervo

Racionalizar para mejorar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Periodismo
Constructivo