Qué alegría, qué alboroto…
Qué alegría, qué alboroto… que en las carteras ministeriales del nuevo Gobierno de Zapatero son más las mujeres que los hombres. Qué alegría, qué alboroto… que ZP ha convertido a Chacón en la primera ministra de Defensa. Qué alegría, qué alboroto… que estrenamos Ministerio, el de Igualdad. Y qué alegría, qué alboroto… que tenemos a Bibiana Aído como la ministra más joven de la historia de la democracia. Y es que esto parece ser que es lo más reseñable de la nueva composición ministerial, tal y como han venido anunciándonos a bombo y platillo tanto Gobierno como medios de comunicación en los últimos días. No cabe duda del avance que supone que en el país en el que hasta hace poco más de 30 años las mujeres no podían siquiera abrir una cuenta bancaria, se les confiera ahora responsabilidades que parecían patrimonio de los hombres. Pero tampoco cabe duda de la capacidad de las mujeres para ocupar cualquier cargo público, una evidencia tan contrastada que resulta ofensivo ponerla en duda, como a mi parecer se ha hecho, en esa forma de anunciar y hacer público con un cierto resabio paternalista, el acceso al Gobierno de este grupo de mujeres. Lo deseable es que el camino marcado por la composición del nuevo Gobierno tenga repercusión más allá del Consejo de Ministros, que alcance a los siguientes escalones de la Administración y haga que aumente la presencia de mujeres en el Parlamento (ahora son el 36%). De la misma manera que es necesario que sirva de estímulo para corregir el desequilibrio en el mercado laboral, en el que, a pesar de los avances, las diferencias salariales y los índices de paro perjudican claramente a las mujeres.