Pequeños placeres cotidianos
Tradicionalmente los psicólogos han estudiado el estrés en las personas, centrándose en los grandes sucesos de su vida. Es decir, sostenían que los responsables del estrés y la ansiedad eran situaciones especiales, ya afectaran a toda la población o a alguien en concreto. Podía tratarse de acontecimientos de distinta índole, desde catástrofes naturales o alguna guerra, hasta momentos aislados, felices o no, de la vida de cada uno, como el matrimonio o el nacimiento de un hijo, o la pérdida de un trabajo… No importaba el signo positivo o negativo del evento, el estrés provenía del hecho de representar un gran cambio en la rutina de las personas.
Sin duda, es fácil de entender que sucesos así, sobre todo los más negativos, pueden provocar un fuerte estrés en cualquiera. Sin embargo, los estudios sobre trastornos de estrés han cambiado bastante durante los últimos años. Pondré un ejemplo. Imaginaos que pasáis una noche especialmente mala, pero aún así os tenéis que levantar temprano al día siguiente. Vais a la cocina, sólo para descubrir que se ha acabado el café y se os había olvidado comprarlo. Os metéis en la ducha y de repente empieza a salir agua fría. Y cuando por fin salís de vuestra casa para ir a trabajar, está lloviendo a cántaros.
Seguramente ninguna de esas cosas representa a la larga un gran cambio en vuestra vida y, si sois optimistas, todo ello tendrá una repercusión bastante corta en vuestra rutina.
Pero, pequeños fastidios como esos, que se repiten día tras día, son los que a la larga pueden crear una gran ansiedad. Ya no son esos grandes estresores los causantes de los trastornos, sino detalles de poca intensidad, pero de mucha frecuencia, los que nos van agotando mentalmente, poco a poco.
Todos sabemos que, en nuestra cotidianeidad, esos fastidios diarios son inevitables, pero, afortunadamente, hay un arma muy poderosa para contrarrestarlos: los pequeños placeres cotidianos.
Cosas como concedernos pequeños caprichos, observar algo hermoso a nuestro alrededor, permitirnos un breve respiro de vez en cuando…, son las que nos permiten acabar el día con un balance positivo.
Y ya que estamos en enero y tenemos todo un año por delante, intentemos no olvidarnos de estos pequeños y, a la vez, importantes dones de la vida presente, y empezar bien para acabar con un balance positivo.