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Si las escuelas de negocios han sido las principales canteras de directivos en el mundo, deberían ser precursoras de la igualdad de oportunidades para las mujeres y, ahora que asumo la Dirección Corporativa de EADA Business School, no puedo obviar su historia. Una mujer, Irene Vázquez, tuvo un papel relevante, indispensable en la fundación de la escuela en 1957. Ser mujer y pionera en la formación de directivos y empresarios en España en los años 50 no deja lugar a dudas del carácter especial de esta mujer. Una trayectoria que ha marcado un estilo en el desarrollo de la formación directiva, en la inserción de la mujer en el mundo laboral y en el progreso económico y social. Y hacerlo desde la independencia tiene un valor incalculable. Irene Vázquez fue, sin duda, una mujer excepcional, luchadora y emprendedora, que lideró un proyecto empresarial que ha convertido a la institución en una de las mejores de Europa en su campo.

El Patronato de la Fundación EADA, máximo órgano de gobierno de la institución, optó recientemente por un nuevo modelo de dirección ejecutiva compartida -habitual en las instituciones académicas- en la que se conjuga la gestión académica y la gestión operativa.  Para ello, decidió nombrar a Jordi Díaz como nuevo Decano y a mi misma como nueva Directora Corporativa, compartiendo, de esta forma, la máxima responsabilidad ejecutiva de la institución.  Un reto, sin duda, en una situación tan incierta por un lado pero tan apasionante por otro,  que exigirá una gran capacidad de adaptación, una flexibilidad constante, una voluntad de diálogo y colaboración, algo propio del liderazgo femenino.

El estudio anual que realizan EADA e ICSA sobre retribuciones y presencia femenina en dirección nos indicaba que en 2008 la mujer ocupaba casi un 20% de los puestos directivos en España.  Doce años después, el 16%. Sin duda, la crisis financiera de entonces nos condujo a viejos hábitos que siempre perjudican a la mujer.

Nos enfrentamos a una situación inédita provocada por el COVID-19.  Ahora más que nunca es cuando el liderazgo femenino debería reforzar los modelos actuales de dirección y organización del trabajo. Un liderazgo más transformacional que no se basa en el mando y el control y sí en la confianza, la participación y la resiliencia, fundamentales cuando uno tiene que liderar a distancia un entorno donde los equipos virtuales y el teletrabajo serán más habituales. Esperemos que sea una oportunidad para ganar terreno en la igualdad. De hecho, con datos de este pasado año académico, prácticamente la mitad de nuestros participantes en programas eran mujeres, concretamente un 48.3%. Que una escuela de negocios cuya misión fundamental es formar a los futuros directivos y directivas haya decidido implantar una dirección ejecutiva compartida -por un hombre y una mujer- pone de relieve la fidelidad a los principios fundacionales de la escuela y contribuye a dar un nuevo impulso para normalizar algo tan sencillo de entender y, a veces, tan difícil de llevar a la práctica: la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.

Isabel Jiménez

Directora corporativa de EADA Business School

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