
De pura cepa
Aunque la irrupción de las mujeres en el sector vitivinícola no es ni mucho menos nueva, sí que lo es la metamorfosis que el sector ha sufrido en la última década, abriendo un feudo cerrado hasta hace nada a las mujeres, que, sin embargo cada día ganan mayor peso como consumidoras y también como profesionales
“Viva el vino y las mujeres y las rosas que calienta nuestro sol. Viva el vino y las mujeres, que por algo son regalo del Señor”. Es el estribillo de la archipopular tonadilla de Manolo Escobar que seguramente nadie ignora y a la que este mes desde Mujeremprendedora queremos darle una vuelta de tuerca para afirmar que vivan las mujeres en el vino, en el sector del vino, se entiende. Y es que la participación de las mujeres en la historia de la producción de vino la vemos, si nos esforzamos, desde el momento en que los seres humanos descubrieron la característica especial de ese jugo que se transmutaba en un elixir que los llevaba al paraíso. Mujeres que arrancaban su trabajo con la amanecida, a la hora en la que el campo desplegaba todo su poder de seducción, en la que los viñedos comenzaban a dorarse con el bronce de las hojas de octubre y entre los que se abría un escenario para que entraran las protagonistas, que llegaban con sus tijeras de podar para cortar las uvas que en unos meses se convertirían en vino.
Aquellas mujeres eran, y son, mujeres reales, no son una invención de Caballero Bonald, quién con tanto realismo describió el trabajo de la vendimia en ‘Dos días de septiembre’. El trabajo en el campo, en la recolección, en la producción… siempre ha tenido manos femeninas detrás, aunque no siempre se haya valorado y, ni mucho menos, reconocido. Sin embargo viticultores, distribuidores, comerciales y hosteleros han sido históricamente los reyes de un feudo masculinizado en el que, afortunadamente, las cosas están cambiando. Porque en este universo androcéntrico comienzan a aterrizar discretamente las féminas, ocupando puestos directivos hasta hace nada reservados para los hombres.
Es el caso de Pilar Zumft, responsable de Comunicación y RRPP en el Grupo Vitivinícola H.A. Barceló, para quien la presencia de la mujer en el sector es más que una realidad: “Hoy en día podemos ver cada vez más mujeres metidas en el mundo del vino ya sea como afición, asistiendo a cursos de cata y enología, o incluso, trabajando en el sector, especialmente como enólogas o en el ámbito de la comunicación y el marketing”. Y es que en poco tiempo hemos visto resurgir a las mujeres con nombre propio en diferentes campos, no sólo en las bodegas: en investigación, docencia, expertas catadoras de tiendas especializadas, al frente de publicaciones del sector, impartiendo charlas y catas comentadas, sumilleres, etc… Porque conforme se ha ido reconociendo la profesionalización del sector y de la cultura que le rodea, la mujer ha sabido moverse al mismo tiempo y ha tratado de estar representada en todos los ámbitos. Una representación que promueven especialmente desde redes femeninas como Amavi (Asociación de Mujeres Amigas del Vino), que bajo la presidencia de Sonia Prince de Galimberti, está integrada por un reducido núcleo de mujeres entre las que se encuentran empresarias, bodegueras, prestigiosas profesionales en el campo de las ciencias y miembros destacados en el ámbito social y cultural que trabajan desde los años 90 por la integración de la mujer en la cultura del mundo vitivinícola. Desde su balcón privilegiado, Sonia nos define como “positivo” el papel de la mujer como profesional del sector, “ya que de por sí ha ensanchado nuevos horizontes en el campo profesional y como simple consumidora ha querido involucrarse más en su responsabilidad como madre y como educadora invitando al consumo moderado e inteligente”.
Y es que hay incluso quienes afirman que las mujeres son más sensibles catadoras que los hombres. Una afirmación sobre la que Adela Córdoba, directora de Marketing de la empresa cordobesa Bodegas Pérez Barquero, apunta que la presencia de “magníficas catadoras” es una realidad. En la misma línea se expresa la presidenta de Amavi para quien a la hora de la cata “posiblemente las mujeres le agregamos un toque más de emotividad, imaginación y pasión” aunque en términos biológicos, cree, “no haya notables diferencias”: “El catador no nace, si no que se hace”, apunta. Sobre el mismo asunto se pronuncia Pilar haciendo referencia a la existencia incluso de “estudios que afirman que las mujeres tienen mejor desarrollado el olfato, lo cual es clave en esta profesión ya que el aroma por sí sólo y su combinación con el gusto son elementos clave a la hora de evaluar un vino y disfrutarlo”. “Las narices más reputadas a nivel mundial son mayoritariamente masculinas pero eso no quiere decir que no existan grandes enólogas; se trata de un tema cultural que poco a poco está invirtiendo su tendencia, son ya muchas las mujeres que se desenvuelven con total eficacia en los distintos aspectos de la enología”, explica Pilar.
Consumo.
A este rol de la mujer en el mundo vinícola le acompaña la parte femenina en el consumo. La preferencia femenina ha roto la barrera de los vinos blancos y afrutados; hoy la mujer selecciona la mejor opción, amplía su experiencia apreciando los diversos vinos que se le ofrecen y eligen el producto que mejor acompañe a cada plato, el que haga la mesa perfecta o aquel que simplemente sea de su agrado. Las mujeres reconocen el maridaje y lo reinventan.
Un reciente estudio sobre los hábitos de consumo de vino por parte de las españolas afirma que, en términos de compra, en España es la mujer quien decide la compra del 45% del vino vendido y que lo adquiere especialmente en supermercados (en este caso, sube hasta el 57%) y en menor medida en tiendas especializadas. En cuanto a las motivaciones que llevan a decidir la compra de un vino son diferentes en función del género, ya que mientras las mujeres se interesan más por la elección de varietales, los hombres se guían más por las marcas y los precios. En este sentido se pronuncia Pilar Zumft que define el papel de la mujer como consumidora como “clave” ya que, afirma, “es innegable que la mujer tiene un rol importantísimo en la economía doméstica, es ella quien mayoritariamente decide lo que se consume y también es ella quien se informa de qué es lo mejor en función de la calidad-precio, indaga, marida y escoge, por lo que es esencial dirigirse a ese público femenino”.
Otro tópico roto por la investigación es el de que las mujeres prefieren vinos más ligeros. Entre las consumidoras de vino, la bebida más apreciada es el tinto, seguido de la cerveza y el rosado. “El vino es muy personal y a cada persona le agradan unos u otros matices, de lo que se trata es de degustar todos los vinos que se pueda para dar con el vino que se ajuste al gusto de cada uno, por lo que el conocimiento de este mundo es clave”, apunta Pilar. Una afirmación que comparte Sonia que define dicho tópico como “obsoleto”: “En tanto en cuanto hoy en día la mujer tiene más conocimiento de causa, no resulta extraño que elija no ya un blanco o un tinto, sino, en primer orden, seleccione el vino apropiado para la ocasión en función de una determinada Denominación de Origen”. En la misma línea se expresa Adela, que pone de ejemplo la oferta de sus bodegas y el gusto de sus clientas: “A nuestras clientas les gusta mucho el blanco afrutado Viñaverde, ligero, delicado, para un consumo alegre y desenfadado; pero también aprecian la complejidad de matices de un amontillado como Gran Barquero o la exquisitez del P.X. Dulce la Cañada. Hay un vino para cada ocasión y las mujeres sabemos cuándo, cómo y con qué disfrutarlo”.
En cuanto a la frecuencia en el consumo de vino, las encuestadas consumidoras se inclinan de forma mayoritaria por una o dos veces a la semana (43%) mientras que quienes aseguran consumirlo a diario alcanzan un 27%. Un consumo sobre el que expertas en la materia como la presidenta de Amavi apunta que a pesar de que “el interés por el vino y su cultura se ha extendido universalmente”, “paradójicamente el consumo en España, tercer país productor a nivel mundial, ha descendido de una forma notoria”. Así lo demuestran los datos que apuntan a que en nuestro país hemos pasado de consumir una media de 60 litros anuales por persona en los años 50, a hoy no alcanzar ni los 20 litros anuales. “Los estudios señalan que nuestro nivel cultural está por debajo del adquisitivo. Por suerte cada vez hay más inquietud y más facilidad para conocer el vino”, explica Adela. Por su parte, la responsable de RR.PP. de H.A. Barceló habla de cultura vitivinícola para hablar del consumo de los caldos en nuestro país: “España tiene la mayor extensión de viñedo del mundo en número de hectáreas y un mercado nacional importantísimo. También es cierto que actualmente saber de vino está de moda, en cualquier reunión de amigos siempre está presente un buen vino, esto y el interés por el enoturismo y los cursos de cata demuestran que los consumidores cada vez más prefieren estar mejor informados y saber más”, matiza.
En relación a los lugares y circunstancias en los que prefieren consumir vino, más del 90% afirman tomarlo durante las comidas y fuera del domicilio; mientras que en menor medida lo ingieren dentro de casa. Otra circunstancia idónea para las entrevistadas es el aperitivo; en torno al 45% fuera de casa y cerca del 30% en la propia vivienda. Un dato significativo es que un 25% de las mujeres acostumbran a consumir vino por la tarde acompañadas de amigos, mientras que, en menor medida, lo toman solas, en momentos de tranquilidad e incluso, mientras cocinan. Por otro lado, las mujeres consumidoras aprecian del vino mayoritariamente que es una bebida con propiedades saludables y de tradición cultural. Cuatro de cada diez afirman sin dudarlo que se come mejor con vino y un 40% conocen diferentes variedades de uva. Y es que según Pilar la tendencia sobre el entendimiento en materia de vinos está cambiando: “Cierto es que desde siempre se ha considerado que los hombres entendían más de vino que las mujeres, ya fuera por interés, educación o simplemente por convención social, pero creo firmemente que esto está cambiando”. Palabras a las que se une las de una muy buena conocedora en la material, la presidenta de Amavi: “Creo que en igualdad de condiciones el resultado sería paridad de conocimientos. En este caso la extensión de los conocimientos sobre el vino es más pródiga en el lado masculino por la sencilla razón del susodicho condicionamiento social que ha imperado hasta muy reciente”.
Isabel García