
Justa y Rufina
Hermanas carnales nacidas en Sevilla, las Santas Justa y Rufina procedían de una modesta familia de fuertes convicciones cristinas. Según cuenta la leyenda, durante los festejos callejeros en honor a Venus, donde se recogían donativos para las fiestas, ellas se negaron a aportarlos y a adorarla, siendo por ello encarceladas por el Prefecto de la ciudad, Diogeniano. Sufrieron el tormento del potro para a continuación ser torturadas con garfios de hierro, hasta que viendo que no renunciaban a su fe, las encerraron en una tenebrosa cárcel.
Estoicamente sobrevivieron a su condena, por lo que fueron castigadas de nuevo, esta vez debían caminar descalzas hasta llegar a Sierra Morena. Consiguieron el objetivo y viendo que nada las vencía mandó encarcelarlas hasta morir, siendo la primera en fallecer Santa Justa. Decidió acabar con la vida de Santa Rufina dejándola a expensas de un león para que la destrozase, pero lo más que hizo éste fue mover la cola. El Prefecto no aguantó más, la mandó degollar y quemar su cuerpo.Hoy estas Santas son especialmente veneradas en Sevilla, señalándola la tradición como protectoras de la Giralda y la Catedral.