Merecer

Ya empezamos a ver el sol. Cierto es que esperábamos con anhelo el final de los días tristes y grises. Aunque con los primeros rayos me llegó una noticia de las que te dejan el corazón helado. Un amigo nos sorprendió con su partida. Y lo primero que piensas es que no es justo. ¡Con tanta gente haciendo daño…! ¿Cómo es que se va un hombre de los que decía Machado «en el buen sentido de la palabra, bueno»? ¿En qué o quién nos fijamos para tener un referente de justicia, honradez, integridad…?
 
Pues se me ocurre que en el Sol. Desde luego, referente humano sería difícil, por no decir imposible de encontrar. Divagando en estas cosas me paré a pensar en el Sol. ¿Cuál es su responsabilidad? Salir cada día, brillar, si le dejan las nubes, dar luz y calor. Pues no ha dejado ni un solo día de hacerlo. Este duro invierno machacado por las fuertes lluvias, él ha estado ahí, aunque las nubes lo hayan impedido. Nos ha hado luz cada día, y nos ha dado calor cada día.
 
Pero es más, el Sol cumple su trabajo sin pensar en quién se beneficia de ello. El alumbra a justos e injustos. A ricos y pobres. A buenos y malos. A quien se levanta para cumplir su trabajo y a quien se queda holgazaneando en la cama. A quien te saluda por la calle con una amplia y sincera sonrisa y a quien vuelve la cabeza para intentar evitarte. A esa ama de casa que sale de compras para curarse la «depre» y a ésa que tiene cinco euros disponibles para la compra del día. A quien llega al trabajo y colabora con sus compañeros para adelantar lo más posible y a quien busca la ocasión para irse a tomar una cervecita.
 
El sol sale para ti que respondes siempre a las llamadas de tu gente y para ti que ahora que te van las cosas bien ya no oyes el sonido del teléfono.
 
También está ahí para los que nos gobiernan. Para los que están encantados de haberse conocido a sí mismos. Para los que defienden su ideología pese a quien le pese. Para los que proponen austeridad y dan ejemplo. Y para los que hacen esperar dos horas cada mañana al coche oficial que tienen en la puerta despilfarrando el dinero de todos. Para los que van tocando la pandereta y se hacen ver y para los que pasan intentando no hacer ruido. Pero no pierdas el tiempo poniendo nombre a cada uno de los ejemplos que he citado. El Sol sale para ti, que no te conozco y no sé de tu justicia, ni de tu integridad, ni de tu manera de moverte en la vida.
 
Y el Sol sale para mí. Y te aseguro que si dependiera de como soy yo, no me lo merecería. Pero me sirve de ejemplo. Me sirve de reto. No debo rabiar por lo que sucede a mi alrededor y me parece injusto. Yo no puedo mover esa montaña. Pero tampoco quiero caer en el desánimo y tumbarme en el sofá. Sé que algo puedo hacer, aunque sea pequeñito. Intentar, al menos, cumplir mi responsabilidad personal y social. No puedo acabar con la situación económico-social que estamos viviendo. Pero si me paro a pensar, hay muchas pequeñas cosas que puedo hacer. Esto es, la manida frase de «poner cada uno nuestro granito de arena». No esperar en los demás porque sea su obligación, yo también tengo mis obligaciones.
 
Y mirar al Sol, que sale para mí cada mañana, aunque no me lo merezca.
 
Lourdes Otero

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