Hoy más que nunca, Accesibilidad Universal

MARÍA PETIT. EMBAJADORA DE LA FUNDACIÓN ADECCO

Con el estado de alarma y el confinamiento, la Accesibilidad Universal ha de dejar de ser una utopía para convertirse en una prioridad a ejecutar

Llevamos más de dos semanas aislados en casa. Nuestra rutina se ha convertido en un mecanismo repetitivo donde ni siquiera los imprevistos tienen cabida. Los días desfilan como copias y no es de extrañar que algunos hayamos perdido la cuenta del día en el que vivimos.

“Del miedo y la incertidumbre puede florecer la mejor versión del ser humano”

Asumir de golpe el confinamiento no ha sido fácil para nadie, y es normal que algunos días sean más grises que otros, que nos invada el miedo y la incertidumbre o que creamos vivir en una montaña rusa emocional. Los que nos hemos enfrentado a situaciones, quizás, especialmente adversas, sabemos que es precisamente de ese miedo, de ese derrotismo y esa incertidumbre cuando el ser humano puede florecer y dar su mejor versión. No hay que irse muy lejos, basta con encender el televisor o abrir la prensa para leer muchas de las iniciativas solidarias que están surgiendo estos días. ¡La creatividad está por las nubes y el trabajo en red al máximo nivel!

Afortunadamente, el coronavirus nos ha azotado en un mundo digital y las nuevas tecnologías han salido al rescate ayudándonos a mantener los nexos familiares y sociales. Aumentan las descargas de aplicaciones de videollamada, se donan tablets a hospitales para que los pacientes aislados puedan estar en contacto con familiares, los dispositivos móviles permiten a abuelos y nietos escucharse, las redes sociales se llenan de conciertos gratuitos, clases de deporte y un sinfín de iniciativas que sin la tecnología simplemente no serían posibles. En el contexto laboral, el teletrabajo se ha impuesto en un país hasta el momento muy reacio ante esta medida, y gracias a él se ha frenado el desempleo total salvando al país de la rotura completa del sistema económico. Además, más de 10 millones de estudiantes atienden ahora sus clases online. Y son muchas las empresas que han trasladado todos sus servicios a las plataformas online. En definitiva, gracias a las nuevas tecnologías los lazos de solidaridad se hacen más fuertes y nos sentimos todos más cerca que nunca.

“Afortunadamente, la pandemia nos ha azotado en un mundo digital, pero ¿qué pasa si la tecnología no es accesible para todos?»

Pero, ¿qué pasa si la tecnología no es accesible para todos o no está al alcance de todos? No cabe duda que la brecha digital agranda la brecha social y aumenta las desigualdades. Todo ello pone sobre la mesa un debate que siempre había estado presente pero que hoy se convierte en urgente: el derecho de acceso e inclusividad de las nuevas tecnologías.

Si como decía Pablo Pineda, “la empatía es la única garantía de supervivencia en tiempos de cuarentena”, las nuevas tecnologías son quienes hacen posible adquirir esa perspectiva empática tan necesaria.

Tras perder la visión en el accidente de moto, las nuevas tecnologías se convirtieron no solo en un refugio sino en un salvavidas que me devolvió independencia y autosuficiencia, algo imprescindible para una adolescente de 17 años. En el contexto actual donde la única ventana al mundo son las nuevas tecnologías, la accesibilidad universal se convierte en un imperativo. En un mundo tecnologizado y en el que -ya la mayoría- de las acciones cotidianas se realizan vía online (la compra, buscar empleo u ocio online, cada vez más en auge), no tener acceso a las tecnologías genera inevitablemente exclusión social.  En este contexto, resulta fundamental, en primer lugar, apostar por tecnologías inclusivas y accesibles que permitan su uso a personas con cualquier tipo de discapacidad (física, intelectual o sensorial) y, en segundo, formar a esas personas para que puedan ser usuarios activos de esta tecnología, garantizando que participan en igualdad de condiciones en esta sociedad digitalizada.

Probablemente, después de esta crisis nuestro mundo no volverá a ser el mismo. Las crisis suelen ser potentes palancas de cambio y la presente está impulsando un proceso de transformación digital extremo, que ha de catapultarnos hacia el desarrollo de tecnologías accesibles para todos. Así, las Nuevas Tecnologías han de ser un factor de inclusión y no de exclusión. Y es un reto que a todos nos atañe.

María Petit

Embajadora de la Fundación Adecco

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