
María de Padilla
«Muy hermosa, e de buen entendimiento e pequeña de cuerpo». Así describen las crónicas de la época a la amante del rey de Castilla, Pedro I el Cruel. Es María Padilla, el permanente amor del consorte por encima de los matrimonios del monarca. De ella se sabe que fue de elevada cuna y que probablemente naciera en Astudillo, pueblo cercano a Palencia, aunque otras fuentes sitúan su nacimiento en Sevilla.
Cuenta la leyenda que el rey tres días después de su matrimonio con Blanca de Borbón la dejó para reencontrarse con su amante María. Esto ocasionó que el monarca fuera recriminado por el papa Inocencio VI, a la vez que aumentó la tensión e ira del pueblo al encarcelar a su esposa. Pedro y María tuvieron un hijo, que murió pronto, y tres hijas, de las cuales dos emparentaron con la nobleza europea.
Cuando murió María en 1361, se celebraron grandes duelos en su honor por todo el territorio de la Corona de Castilla y fue enterrada en el convento de clarisas que ella misma había fundado en la villa palentina de Astudillo. Pedro I declaró en las Cortes celebradas en Sevilla, que su primera y única esposa había sido María de Padilla y en 1362 ordenó que trasladaran su cuerpo a la capilla de los reyes de la Iglesia de Santa María.