Un impulso por el cine de autor

Sevilla acogerá entre el 6 y el 14 de noviembre la decimosegunda edición del Festival de Cine Europeo, comúnmente conocido como SEFF 2015. Un encuentro que, cada año, reúne en la capital hispalense a célebres realizadores, importantes productores y reconocidos intérpretes, con el fin de dar a conocer el mejor cine de autor del presente y hacer una retrospectiva de aquellos cineastas que han reunido a lo largo de su trayectoria una exquisita obra cinematográfica. Una semana que, además, ofrece una oferta cultural paralela muy amplia, que incluye ciclos de conciertos, seminarios, jornadas de debate y exposiciones, que indagan desde un punto de vista formal y estético en la obra de diversos cineastas a los que rinden homenaje.

Una cita imprescindible para los amantes del séptimo arte que, desde los días anteriores al inicio del Festival, se agolpan en las taquillas de los cines con su programa de mano garabateado con el fin de no quedarse sin entradas y perder la posibilidad de ver los títulos que concienzudamente han elegido. Amigos y desconocidos debaten apasionadamente frente a la entrada del cine y en las salas, en los instantes previos al inicio de la proyección, sobre la selección de películas por las que se han inclinado, dando lugar a deliciosas conversaciones sobre el cine de ayer y de hoy.

El Festival de Cine Europeo de Sevilla y otros tantos encuentros cinematográficos similares, como el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, la Semana Internacional de Valladolid, el Festival de Cine Africano de Córdoba o el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva… cumplen, además, una serie de funciones que no debemos obviar, como son la de convertirse en una ocasión idónea para impulsar la creación artística de nuevos y jóvenes realizadores y, por supuesto, dar a los cinéfilos la oportunidad de ver títulos de los que jamás podrían disfrutar si no fuera por la organización de estos festivales.

En esta ocasión, el Festival de Cine Europeo reúne más de 200 obras de 43 nacionalidades diferentes. Películas de Rumania, Rusia, Lituania, Hungría, Ucrania, Polonia, Turquía o Israel entre otros países, que si no fuera por este tipo de encuentros, tendrían serias dificultades para darse a conocer más allá de sus fronteras y hacerse un hueco en el mercado internacional.

De hecho, en un seminario organizado por este mismo Festival de Cine, tuve la oportunidad de conocer que Alemania, España, Italia, Francia y Reino Unido se encontraban entre los países europeos que más títulos cinematográficos producían por año y que, a pesar de ello, la exportación de estas películas ni siquiera alcanzaba el 20% en el mejor de los casos. Cifra que puede ser objeto de un positivo incremento gracias a los festivales de cine internacionales, que brindan la posibilidad de visualizar películas excelentes y de gran nivel que, en condiciones normales, no llegarían a nuestra gran pantalla.

En definitiva, no debemos pasar por alto que los festivales de cine, además de fomentar la pasión por el cine y poseer una función social y de ocio fundamental, cumplen un papel primordial para el mercado audiovisual y la puesta en valor de realizadores noveles que encuentran en este tipo de eventos, un lugar donde dar a conocer sus creaciones que, en condiciones normales, por no tener el respaldo e impulso adecuado pasarían desapercibidas ante la invisibilidad del sector audiovisual.

De este modo y, sin lugar a dudas, los festivales de cine se consolidan, cada vez más, como una apuesta por la pequeña industria cinematográfica y el cine de autor.

María Cano Rico

Periodista

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