Un curso más…
Llega ‘La vuelta al cole’, lo que me transporta a la infancia y a esos primeros años de adolescencia en la que los veranos eran largos e intensos. Momentos llenos de risas, largas tardes en la piscina con un juego de cartas y un paquete de pipas y paseos en bici por el campo junto a la pandilla.
En esos instantes en los que la inocencia y las travesuras marcaban el día a día, parecía que las vacaciones nunca llegarán a su fin. Pero, antes o después, el verano daba sus últimos coletazos y todas las aventuras de semanas anteriores dejaban paso a la ilusión y las expectativas de iniciar un nuevo curso.
El punto de partida era las compras de libros, ropa y material escolar. Todo tenía que estar a punto para ese primer día de clase que esperábamos con cierta incertidumbre y nervios.
Era muy típico que la noche de antes abriéramos la mochila sin cesar para repasar todo su contenido con extremo recelo. ¡No debía faltar nada para ese día tan especial! En ocasiones, incluso sacábamos la caja de lápices ‘Alpino’ y, sin dudar, cogíamos ese color “preferido” que tanto nos gustaba para, posteriormente garabatear un pequeño dibujo y guardarlo rápidamente como si hubiéramos “roto un plato”. También echábamos un vistazo a un libro reutilizado por nuestro hermano mayor para descubrir entre sus páginas alguna anotación que leíamos mientras una sonrisa “maliciosa” se dibujaba en nuestro rostro.
Y, con respecto a la noche anterior, siempre era aquella del año en la que más difícil nos resultaba conciliar el sueño. ¿Habrá nuevos compañeros?, ¿cómo serán los profesores?, ¿me olvidaré algo?, ¿qué me llevo para comer en el recreo? Miles de interrogantes se abarrotaban en nuestra mente sin permitirnos soñar. Al día siguiente, entre las charlas sobre el verano y conversaciones sobre los profesores, acompañadas de ese olor inconfundible a libro nuevo que, posteriormente, nos hará recordar esos momentos con nostalgia en tantas ocasiones… todo pasaba demasiado deprisa.
Ahora, una vez han pasado los años, he sido consciente que no solo los más pequeños esperábamos con expectación la vuelta al cole, sino que hay toda una industria con miles de personas detrás que espera el inicio del curso académico con la misma expectación que los protagonistas de esos días. Editoriales, librerías, papelerías, tiendas de deporte, de ropa, empresas de catering… desean que finalice el verano porque, para todos ellos, el año también empieza en septiembre.
Cada vez más, la actividad de la sociedad gira, en mayor o menor medida, en torno al curso escolar que marca nuestra vida de una u otra manera: unos porque son alumnos, otros porque son profesores, otros porque trabajan en torno a esta actividad o porque, simplemente, son padres.
Pero sobre todo, estos días me hacen pensar en la importancia de la escuela y en el valor de la educación. No hay herramienta más eficaz para la igualdad de oportunidades que la formación y el conocimiento. Todo ello, nos convierte en personas libres, responsables, tolerantes y solidarias. En definitiva, en ciudadanos.
María Cano Rico