Llega a Sevilla la exposición «175 años refrescando a los españoles»

Cultura. Antigua fábrica de refrescos

¿Quién no recuerda las gaseosas de cristal, los clásicos sifones sobre la barra del bar o al chico de Coca Cola Light diciéndonos que nos tomásemos un respiro a media mañana? Todos hemos tarareado alguna vez “dame 24 horas Kas”, hemos aprendido a pronunciar Schweppes con el hombre de la tónica o hemos hecho nuestro el famoso eslogan “Si no hay Casera, nos vamos”.
 
Y es que los refrescos forman parte de nuestra historia desde hace 175 años. Desde los primeros sifones y gaseosas hasta llegar a nuestros días, donde la variedad de productos es la principal característica –con y sin gas, con azúcar o light, de multitud de sabores, etc.-, los refrescos y su industria han cambiado mucho. Igualmente, la publicidad, los envases y los procesos de elaboración se han ido modernizando con el paso de los años.
 
Andalucía es una de las Comunidades Autónomas con más tradición en la industria de los refrescos. Desde los orígenes, han sido muchas las empresas que se han dedicado a su fabricación. De hecho, en los años cincuenta había cientos de pequeños fabricantes de bebidas gaseosas en la Comunidad que distribuían sus productos por su provincia y alrededores.
 
Con el tiempo, el desarrollo industrial hizo que la fabricación de refrescos en Andalucía y en el resto de España experimentara algunos cambios y hoy conviven pequeñas empresas de carácter más familiar con otras de mayor tamaño, como es el caso de muchas de las que se encuentran en la Comunidad.
 
La exposición también recoge una antigua máquina llenadora de sifones y más de un centenar de carteles y fotografías que permiten ver cómo se fabricaban antiguamente los refrescos y anuncios que reflejan los cambios de la sociedad en estos años.  
 
De la farmacia a los hogares de toda España
Las primeras bebidas refrescantes fueron los sifones, que se elaboraban en farmacias. En sus orígenes se utilizaban para mejorar pequeñas afecciones estomacales pero su consumo se extendió por su buen sabor y su capacidad refrescante para saciar la sed. Ya a comienzos del siglo XX, la oferta era amplia: zarzaparrillas, naranjadas, limonadas, etc.
 
La gaseosa ha sido un producto clave en la historia de los refrescos, ya que durante décadas lideró el mercado y estuvo presente en todos los hogares. Buena prueba de ello es que en los años 50 había más de 5.000 fabricantes de bebidas gaseosas en el país, que distribuían sus productos por su provincia.
 
También en los 50 empieza a popularizarse un refresco que ya era conocido en otros países, el refresco de cola, que con los años se convertiría en uno de los preferidos. A partir de la década de los 60, sabores especiales como la tónica o el bitter supusieron una importante novedad en un mercado dominado por los refrescos dulces. Después, en el contexto de una sociedad que cada vez daba más valor a la imagen y al aspecto físico, aparecerían los refrescos light. También fue aumentando paulatinamente el consumo y la variedad de refrescos sin gas y bebidas que cada vez tienen más valores añadidos.
 
Light y sin gas: dos hitos en la historia del refresco
A partir de los años 70 y, especialmente en los 80, se diversifican los gustos y los estilos de vida de los consumidores. Los nuevos cánones sociales y de belleza hacen que aumente la preocupación por aspecto físico y por mantener la línea. Dentro de todo el proceso, los refrescos bajos en calorías y los que no tienen gas representaron dos de los hitos más significativos dentro de la constante evolución del sector. Estas categorías representan en la actualidad el 25 y el 15%, respectivamente, de la producción anual.
 
La industria de las bebidas refrescantes fue pionera al conseguir refrescos de buen sabor sin apenas calorías, ya que todos ellos los refrescos light tienen entre 0 y 7 calorías por 100 ml. Igualmente los refrescos sin gas han alcanzado una gran demanda. Su producción se ha duplicado en los últimos años. De entre ellas, las bebidas para deportistas y las de té son los sabores que más han crecido.
 
Pero no sólo aumentó la oferta de sabores, los envases también se han ido adaptando a las nuevas necesidades. En los primeros años el cristal era el material más empleado. Después se fueron aligerando las botellas apareció el plástico PET, las latas, y distintos tamaños, que facilitan el consumo dependiendo de las situaciones.
 
La importancia de la industria en la economía andaluza
Hoy en día en la industria andaluza de las bebidas refrescantes conviven pequeñas empresas familiares con grandes plantas de producción. En ellas se elabora el 12% de la producción nacional de refrescos y se generan más de 1.400 empleos directos y 4.200 de manera indirecta.
 
El desarrollo de la industria en la Comunidad se ve favorecido por el peso de la hostelería, sector al que se destina un tercio de la producción total de refrescos- y la presencia de turismo en la zona. Las buenas temperaturas durante gran parte del año y los visitantes de las ciudades y las zonas costeras favorecen el consumo de bebidas refrescantes en bares, cafeterías y restaurantes.
 
Los refrescos en la vida de los andaluces
Además de ser una Comunidad muy vinculada con la industria de las bebidas refrescantes, los andaluces también destacan por ser de los españoles que más valoran la presencia de los refrescos en su vida social y, de hecho, más de la mitad –el 53% según datos de ANFABRA- considera imprescindible salir y tomar un refresco.
 
En cuanto a los gustos, los andaluces se caracterizan por ser muy tradicionales. Su sabor preferido sigue siendo la cola (48%), seguido del limón (25%), la naranja (24%), y la tónica (9%).
 
Una exposición conmemorativa
Toda esta evolución se puede ver en la exposición que recorre España y que hasta el próximo 12 de febrero estará en el centro comercial Diagonal Mar en Sevilla. Cuenta con elementos de gran valor histórico –muchos de ellos de Andalucía-, como una de las botellas del primer refresco sin gas, que tiene la forma de las tres naranjas valencianas que se utilizaban para elaborarlo y que dieron lugar a su nombre, Trinaranjus, sifones con más de un siglo de historia, las populares botellas de las gaseosas -como las de La Casera, La Revoltosa, la Pitusa-, distintos envases de marcas tan conocidas como Coca Cola, Pepsicola, Fanta, Kas o la reproducción de una de las botellas creadas por Jean Jacob Schweppes para contener la tónica en el siglo XVIII. En total, más de un centenar de botellas, tapones y etiquetas que ponen de manifiesto la trasformación a lo largo del tiempo.

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