La mujer rural, ¿invisible?
En Andalucía viven unas 800.000 mujeres en el medio rural. De ellas hablamos con cinco voces ‘autorizadas’ para hacer. Cinco mujeres de asociaciones femeninas que trabajan por la igualdad de género en las zonas rurales andaluzas y que se ‘sientan’ en los desayunos de Mujeremprendedora dispuestas a desgranar, uno a uno, los problemas de una parte importante de nuestra población
Participantes:
– Mª Carmen García
Presidenta de Amedalyd
(Asociación de Mujeres Empresarias del Aljarafe y Doñana)
– Helga Velasco y Cristina Rubio
Gabinete Técnico de Fademur
– Dolores Forero
Presidenta de Amfar Sevilla
– Charo Guerrero
Presidenta de Ceres Sevilla
“Es importante que visibilicemos el trabajo de la mujer en el medio rural”, ya que “la economía sostenible será posible en la medida en que seamos capaces de desarrollar al máximo lo que tiene que ver con los derechos laborales de la mujer”. Son palabras de la consejera para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía, Micaela Navarro, pronunciadas durante el acto de celebración el pasado año del Día de la Mujer Rural. Visibilizar a esas 800.000 mujeres rurales que viven en Andalucía es lo que hemos querido hacer este mes desde Mujeremprendedora sentando a desayunar en el Hotel Casas de la Judería de Sevilla a cinco mujeres representativas de diferentes asociaciones femeninas. La falta de recursos, las cargas domésticas y familiares, la mentalidad machista, la falta de información y la capacidad para emprender de las mujeres rurales andaluzas arrancan la sesión. Abróchense los cinturones que se avecinan ‘curvas’, a las que cada día se enfrentan estas mujeres y que nuestras contertulias desgranan a continuación.
¿Cómo definiríais el perfil de la mujer rural andaluzas y cuáles son los problemas que se podrían denominar como ‘propios’ de éstas?
Dolores Forero: En el perfil de la mujer rural andaluza se podrían diferenciar dos grupos, mujeres entre los 18 y 40 años y aquellas que son mayores de 40 años. Este segundo grupo lo conforman en su mayoría mujeres que saben lo que es trabajar en el campo en situaciones muy penosas y sin reconocimiento a efectos de la Seguridad Social. Son mujeres que tienen una mentalidad muy tradicional y que se dedican, una vez que se han casado, al cuidado de su casa, de sus hijos y de las personas dependientes a su cargo. Se puede decir que dejan de vivir ellas para hacerlo a través de las vidas de sus hijos. El otro grupo, en el que quizás las asociaciones tenemos más por hacer, esta formado por mujeres que cuentan con una formación más cualificada que la de sus madres y abuelas e incluso que los hombres de su misma edad. Estas mujeres no quieren tener el mismo papel que han tenido sus madres y abuelas, quieren trabajos más cualificados en sus pueblos pero necesitan una serie de mecanismos sociales para conciliar la vida personal y familiar. En cuanto a los problemas propios de la mujer rural andaluza, se puede decir que son los mismos que el de la mujer urbana aunque eso sí, más acentuados. Y es que están doblemente discriminadas, primero por ser mujeres y segundo por vivir en el medio rural. Sin embargo en mi opinión el principal problema que tenemos en el mundo rural es la economía sumergida, que se da en trabajos que mayoritariamente son realizados por las mujeres como pueden ser las labores de servicio doméstico o la hostelería.
Helga Velasco: Sin embargo siguen ocupando las agricultoras y ganaderas el porcentaje más elevado en cuanto a profesión de la mujer rural, ya que si bien es cierto que en las zonas rurales el abanico de sectores en los que la mujer está presente es cada vez mayor, más de un 60% de nuestras socias siguen viviendo de la agricultura y de la ganadería. El problema de éstas es la falta de reconocimiento a su trabajo, sigue existiendo ese espíritu machista según el cual las mujeres a lo que se tienen que dedicar a las tareas domésticas, al cuidado de sus hijos y a ‘ayudar’ en las explotaciones familiares. Una ayuda que al fin y al cabo es trabajo. ¿Qué pasa? Que en el caso de mujeres ya mayores cambiar esta mentalidad de cómo repartir las tareas domésticas o por qué es importante cotizar en la Seguridad Social es muy difícil. Y mientras tanto las más jóvenes, que no quieren imitar el papel de sus madres, se dedican a estudiar cursos superiores que probablemente en el pueblo no lleguen a poder desarrollarlos nunca por falta de sectores, lo que a la larga se está traduciendo en el envejecimiento de nuestras zonas rurales.
Charo Guerrero: En el medio rural el principal problema, en mi opinión, es la falta de servicios. No hay escuelas matinales donde dejar a los niños temprano, no hay comedores en los colegios, ni centros de día para personas dependientes, no hay una buena infraestructura de transportes que te permita desplazarte fácilmente para cualquier gestión,… Y mientras tanto tenemos una juventud que en a mi modo ver está totalmente estancada. Son personas conformistas a las que quizá no hemos sabido transmitir desde las asociaciones que hay que seguir trabajando por la igualdad de las mujeres. Y esto no nos lo podemos permitir desde las asociaciones, porque sólo estamos empezando a dar pasos y por no está todo hecho.
Mª Carmen García: Desde luego que no. En el terreno en el que yo me muevo, que es el del empresariado femenino en las zonas rurales, la discriminación de género sigue siendo una realidad incluso en pueblos que física y aparentemente sí que están muy desarrollados. Aquí lo que juega es la presión social, porque aunque parezca mentira sigue están muy mal visto que una mujer abandone su casa todas las mañanas para atender su empresa porque el entorno entiende que ella lo que debe hacer es atender las labores del hogar, a su hijo, cuidar de sus padres,.. porque son cargos que no están entendidos que los pueda desarrollar un hombre. Incluso hemos tenido casos de empresarias que han tenido que cerrar sus negocios porque el marido se ha quedado en el paro y su empresa tiene problemas para seguir adelante, y en luchar de luchar por mantenerlo abierto se deciden por cerrar, quedarse en casa, y que su pareja sea la que salga a buscar trabajo fuera.
Retomando el tema de la juventud de las zonas rurales, ¿a qué creéis que se debe ese estancamiento del que antes hablaba Charo?
Helga: En primer lugar creo que se debe a que no se han encontrado los problemas con los se encontraron nuestras madres y nuestras abuelas, problemas mucho más visibles que los de ahora. Hoy podemos trabajar fuera de casa, tenemos una idea del reparto de tareas domésticas aunque después no se lleve del todo a la práctica, tenemos una libertad que antes no teníamos las mujeres. Como puede parece que se ha dado todo hecho, la juventud lo que hace es aprovecharse de esa situación.
Charo: Para eso estamos las asociaciones, para recordarles que no deben aprovecharse de ese poquito conseguido y seguir peleando. En mi casa, por ejemplo, que tengo dos hijos y que desde pequeños han visto como el trabajo se repartía entre mi marido y yo y que ahora tienen que ayudar en casa porque ya tienen edad para ello, al niño siempre hay que ir empujándolo más que a la niña porque probablemente la visión que tiene de la calle no es la misma que ha visto en casa y eso luego repercute dentro.
Cristina Rubio: Nosotros, desde Fademur, por las zonas rurales que más nos movemos es por los municipios de menos de 10.000 habitantes por entender que en ellos se acusan más estas desigualdades. Cuando vamos a dar una charla o impartir un curso en materia de igualdad, lo que nos encontramos es que la mujer más joven tiene más de 50 años. Nos preguntamos dónde están los jóvenes y el problema es que no quieren a sus pueblos ni en pintura por la falta de servicios, porque han visualizado el papel de sus madres y abuelas y no lo quieren para ellas, y porque las que han decidido quedarse en su pueblo y emprender en él se han encontrado con el qué dirán, que eso tiene un peso enorme hoy día. Es el propio pueblo el que da en muchas ocasiones el rechazo, por eso desde Fademur lo que intentamos es incidir en que las mujeres jóvenes se queden en sus pueblos, que la economía se mueva en sus pueblos. Pero para ello también deberíamos incidir mucho más en la necesidad de que esos servicios se den.
¿Son emprendedoras las mujeres de las zonas rurales de Andalucía?
Helga: Sí que lo son, el problema es que muchas de ellas se encuentran con el tremendo miedo a poner en peligro la economía familiar y eso es lo que les frena en más de una ocasión a arriesgarse. Si a esto se le suma el que muchas veces los maridos no están de acuerdos con el hecho de que sean ellas quienes monten el negocio,…
Cristina: Si la idea del surge del hombre, no importa sacrificar lo que se tenga ahorrado, pero si la idea surge de ella es cuándo empiezan las preguntas sobre qué pasaría si saliera mal, cómo influirá en el pueblo el hecho de que sea una mujer,… son trabas que unidas están haciendo que se sigan reproduciendo los modelos de nuestras madres y abuelas o que abandonen el pueblo.
Charo: Yo quiero seguir en el pueblo pero también hay muchas trabas para poder seguir. En mi caso, por ejemplo, tenemos una explotación pequeña agrícola de la que soy la titular. Tenemos una economía familiar media y desde hace tiempo tengo un proyecto en mente parado porque me da pánica poner en peligro la economía de mi casa. Soy consciente de que si fuera mi marido, él no se lo pensaría dos veces.
Mª Carmen: Y después está el tema de sacar adelante el negocio, una vez que has conseguido superar todas las trabas previas. Faltan ayudas económicas. Hay empresas de hombres supergrandes, con muchísimo dinero y a las que sin embargo se van la mayorías de las ayudas públicas que son para el fomento del I+D o para a partir de no sé cuántos trabajadores, cuando la mujer rural normalmente es autónoma o tienen una microempresa que a lo sumo tiene cinco trabajadores. Para ese tipo de empresas las ayudas que hay son tan pocas como ridículas.
Lola: Lo que tenemos que conseguir es la formación de las mujeres, que no vean el formar su propia empresa como una utopía. Hay que cambiar la mentalidad de emprendedora de nuestras mujeres rurales, conseguir que los organismos autónomos den más ayuda a la creación de empleo, agilizar los trámites burocráticos, fomentar el autoempleo para que no haya ese éxodo rural.
Mª Carmen: Otro problema en este terreno es la falta de empoderamiento y de liderazgo femenino en nuestras zonas rurales. Desde Amedalyd estamos organizando jornadas sobre este tema porque nos hemos encontrado con casos que claman al cielo. Es tremendo que una empresaria que tiene un negocio que está dando beneficios tenga todos los días problemas que tienen que ver con un entorno que la machaca día a día, que está pendiente de ella de cada cosa que hace mal y que la hace sentirse culpable cuando tiene dejar a su hijo en la guardería para ir atender su negocio.
Charo: Faltan mujeres líderes en las zonas rurales que cambien todo esto. En mi caso pertenezco a una cooperativa y en las reuniones la única mujer que había era yo, al igual que en la Comunidad de Regantes. Y para ir a cada una de esas reuniones no os imagináis el esfuerzo que supone atender tu trabajo, el de la casa, tus hijos y sacar tiempo para ir a reuniones de las que he llegado en alguna ocasión a casa pasada la una de la madrugada. Es una batalla y una lucha constante. Necesitamos más tiempo para poder acudir a reuniones, dejar atrás toda la carga que llevamos para poder dedicar el mismo tiempo que le pueden dedicar los hombres y sin sentirnos culpables por ello.
¿Cómo valoráis el Decreto sobre Titularidad Compartida en las Explotaciones Agrarias y el anuncio del Gobierno andaluz en cuanto a las bonificaciones a la cotitularidad de las mujeres en éstas?
Helga: Se valora positivamente, el problema es que las ayudas estatales bonifican el 30% a menores de 40 años. El resultado de esto es que en 2008 en Andalucía tan sólo se acogieron a esas ayudas 344 mujeres. ¿Por qué? Porque la mayoría de las mujeres rurales andaluzas que trabajan en explotaciones agrarias son mayores 40 años y porque falta una campaña de difusión de la ley y de la importancia que tiene esta cotitularidad para las mujeres. Y es que parece mentira pero a nuestras zonas rurales no llega esa información de que existen estas ayudas. A esto hay que sumarle el caso de Andalucía, que se quedando atrás en este tema a pesar de que en temas de igualdad siempre ha ido por delante de la mayoría de comunidades. Valoramos el hecho de que el pasado octubre la consejera de Agricultura, Clara Aguilera, se comprometiera a sacar una partida presupuestaria para este 2010 para estas ayudas pero estamos a la espera de cómo va a ser.
Charo: El problema de todas estas bonificación, ¿cuál es? Que son para dos o tres y luego qué pasa. No me digas que me vas a pagar la mitad ahora porque después a partir de ahí qué hacemos. Explícame por qué me interesa estar dada de alta, por qué es importante que mi trabajo sea visible, cómo me va a repercutir esto en mi vejez o cómo lo haría si me separara de mi marido.
Helga: Desde Fademur reivindicamos estas bonificaciones porque ahora mismo el trabajo de todas estas mujeres es totalmente invisible. Y el problema aún se acentúa cuando compruebas que tienen tan arraiga la idea de que debe ser así que resulta muy difícil cambiarlo. Por eso lo que pretendemos es que se ayude a estas mujeres económicamente y que a partir de ahí comprueben por ellas mismas los beneficios que el compartir la titularidad de la explotación familiar tiene.
¿Hasta qué punto impera la mentalidad machista? ¿Quién tiene el papel de cambiarla?
Charo: Impera tanto en los hombres como en muchas de nuestras mujeres. Incluso en mujeres como nosotras que estamos involucradas en temas de igualdad hay veces en las que incluso por mucho que batallemos con nosotras mismas el ladito machista nos sale. Lo tenemos tan arraiga en nuestro entorno que resulta muy difícil dejarlo atrás. Lo que está claro es que somos nosotras las que tenemos que luchar por cambiarla. El primer punto pasa por no exigir al hombre que nos ayude en un problema cuando ni siquiera entiende el problema que yo tengo. Muchas veces queremos que los hombres estén con nosotras sin tampoco saber ellos muchas veces qué es lo que pasa. Hay que dirigirse a ellos y hacérselo ver, y somos nosotros quienes se lo tenemos que enseñar porque es a nosotras a quien nos interesa. Si a ellos no les conviene, no van a mover un pie. No luchamos contra nadie sino que es una lucha en la ambos debemos estar ahí arriba con los mismos derechos.
Cristina: Este es el problema. Que de buenas a primeras nos hemos levantando con una Ley de Igualdad en la mano sin que ni siquiera en muchas de estas zonas rurales se hubieran percatado de que hacia falta esa ley. Vamos a los pueblos a enseñarla y son muchos los hombres que les comentan a sus mujeres que van a entrar en nuestras charlas para que se les ‘coma la cabeza’. Es más, estas charlas van dirigidas tanto a hombres como a mujeres, ahora bien, a ver cómo consigues tú que un hombre y del medio rural entre a informarse de estos temas.
¿Cómo evaluáis la estructura andaluza de asociaciones de mujeres en las zonas rurales?
Cristina: Son muchas las asociaciones que trabajamos por la igualdad en el medio rural pero todas nos encontramos con el mismo problema y que ya hemos planteado a las diferentes administraciones. Y es que no tenemos una infraestructura económica para mantener personal que trabaje por el medio rural con la que continuidad que requeriría el hacerlo. Hay muchas problemas con las ayudas, que no llegan, otras lo hacen tarde, otras no te permiten poner el concepto de personal para trabajar… Te piden que muevas a las mujeres, pero cómo lo hacemos si no tenemos dinero para trabajar. Hay muchas asociaciones que se han creado y que no están trabajando por el medio rural, que se crean para que les paguen un local, un teléfono y para que se lleven a las socias a comer a la feria. Y no estoy en contra de ellas, el problema es que eso no es trabajar por el desarrollo de la mujer, por lo que las subvenciones deberían de partir de administraciones que fomenten por ejemplo el ocio de las mujeres.
Mª Carmen: Estoy totalmente de acuerdo contigo. Hace dos años que se creó Amedalyd y todavía no hemos tenido subvención para poder contratar personal alguno. Nos hemos presentado ya dos veces y en las dos ocasiones nos han dicho que no había dinero.
Cristina: Lo que hace falta es un replanteamiento de esas ayudas, que lleguen para las asociaciones que verdaderamente estén trabajando por la mujer. Y que llegue a distintas asociaciones para distintos proyectos, de modo que si una trabaja por las nuevas tecnologías otra lo haga por ejemplo por la conciliación. De lo contrario lo único que logramos pisándonos en aburrir a la gente con lo mismo.
Charo: El tema que comentaba Cristina al principio es una realidad, hay muchas asociaciones de mujeres cuya función no es el trabajo por la igualdad de género. Las perjudicadas de esta realidad somos las que sí trabajamos por ese desarrollo de la mujer, aunque en mi opinión sí que fallamos en algo. Deberíamos de estar más agarradas de la manos, mirar menos las siglas de unas y de otras, trabajar más unidas porque en definitiva estamos trabajando por los mismos objetivos. Coloquios como estos los deberíamos organizar nosotras mismas.
Isabel García