La mitad de las andaluzas que han tenido partos naturales sufre prolapso pélvico

Se calcula que el prolapso de órganos pélvicos, o descolgamiento de los órganos pélvicos, afecta a más del 50% de las mujeres que han tenido algún parto natural en España, siendo mayor su incidencia en mujeres de entre 60 y 69 años. Se trata, junto con la incontinencia urinaria, de la disfunción de suelo pélvico más común en mujeres y pese a que no afecta al pronóstico vital, afecta gravemente a su calidad de vida. Tan solo en el 21% de los casos se advierten síntomas severos y en algunas situaciones requieren intervención médica.

El prolapso de órganos pélvicos es una disfunción del suelo pélvico que consiste en el descenso de los órganos pélvicos (vejiga, recto, útero o intestino) y que se produce por el fallo de los mecanismos de sujeción de los mismos. Los principales factores que favorecen la aparición de esta enfermedad son, además de la constitución individual de cada mujer, los embarazos y partos, el envejecimiento, la obesidad, el estreñimiento, el tabaquismo y las cirugías pélvicas.

La sensación de bultos pélvicos, tener dificultades para orinar y alteraciones en el vaciado de la vejiga o sufrir limitaciones en el desarrollo de las relaciones sexuales, entre otros síntomas, pueden ser motivos de alerta para acudir a la consulta del médico.

En muchas ocasiones, tratándose de un prolapso leve, se recomienda a la paciente una serie de ejercicios y evitar realizar grandes esfuerzos, tales como levantar peso o estar mucho tiempo de pie. No obstante, cuando el prolapso está en estadios más avanzados, sigue habiendo soluciones que permiten a las mujeres mejorar su calidad de vida y que les ayudan a recuperar la plenitud en sus relaciones sexuales.

Es importante potenciar la recuperación muscular del suelo pélvico sobre todo tras partos vaginales distócicos o feto macrosomas, con rehabilitación y seguimiento especializado. En casos leves de prolapsos, estadios I y II, se puede ofrecer además tratamientos conservadores para evitar la progresión, pero en estadios avanzados III y IV generalmente es necesario el tratamiento quirúrgico consistente en cirugía reconstructiva habitualmente vía vaginal”, comenta la Dra. López Herrero Pérez, ginecóloga del Hospital Virgen de la Victoria de Málaga.

Además de los cuidados y la vigilancia regulares, existen diversos tratamientos que pueden devolver a las pacientes su calidad de vida. La cirugía reconstructiva, con uso en muchas ocasiones de mallas transvaginales, presenta una eficacia superior al 85% y su uso se ha generalizado debido a la mejoría que ha supuesto su introducción en las cirugías reconstructivas. Se trata de una pequeña malla de polipropileno, macroporo,  monofilamento, y de bajo peso, que se usa normalmente vía vaginal en el interior del suelo pélvico. El objetivo de este procedimiento es reemplazar los tejidos dañados de la paciente y así conseguir sostener sus órganos pélvicos. Esta intervención, aunque precisa hospitalización, es de corta estancia y poco invasivo.

Lo mismo que el uso de mallas en cirugía de hernias supuso un gran avance, en la cirugía del prolapso (que son también hernias que aparecen por vagina), el uso de mallas ha supuesto una gran innovación, ya que frente a una efectividad del 50-60 % en la reparación del prolapso mediante técnicas clásicas, se ha conseguido una efectividad del 80% con las mallas. Hay que tener en cuenta que se trabaja con tejidos dañados y en mal estado, por la edad de las pacientes, déficits hormonales, sometidos a tracciones por partos, obesidad, etc., que son difíciles de reparar. La aparición de las mallas ha supuesto que estos tejidos no tengamos que repararlos, sino que podamos sustituirlos por tejidos sintéticos que son las mallas”, concluye el Dr. Galacho, del Servicio de Urología del Hospital Virgen de la Victoria en Málaga.

 

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