La igualdad, ahora una enfermedad
Acosado por la peor crisis económica que vive el país en los últimos 30 años, el presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero ha acometido la reforma más profunda de su gabinete en sus seis años de gestión. Una reforma en la que, contra sus dudosos firmes principios, ha cometido un error innecesario, la supresión del Ministerio de Igualdad creado contra muchos y con la que ha cedido a la presión social para ganar un puñado de votos. Una noticia que ha logrado llenar de ríos de tinta las cabeceras de más de más de un diario, resultando cuanto menos sorprendente porque, como se suele decir, ¡a buenas horas, mangas verdes! Fuera aparte de las críticas y alabanzas de los últimos días a ZP y a Aído, lo cierto es que a muchos nos ha decepcionado la desaparición de un Ministerio reivindicado durante años por las asociaciones de mujeres que, estando en primera línea, había demostrado que la igualdad es cosa de todos, que el feminismo no es más que hacer una sociedad igualitaria entre hombres y mujeres, que simbolizaba más de lo que molestaba (que ya es decir), y que ha llevado al primer plano de la agenda política la Igualdad con mayúsculas. Y todo ello bajo la consigna de austeridad, ya que tan sólo representaba el simbólico coste del 0,3% respecto a los Presupuestos Generales del Estado.
Hoy Zapatero ha dado la razón a quienes despreciaban sus funciones; ha demostrado que para él lo que antes era fundamental, ahora sólo es accesorio; ha inhabilitado del Poder Ejecutivo la igualdad como materia; ha quitado peso, entidad y protagonismo a las políticas públicas de igualdad; y ha optado por volver atrás, a 1988, al identificar igualdad con políticas sociales cuando la Igualdad no es un asunto de Asuntos Sociales ni es una enfermedad competencia de Sanidad, cuando las mujeres no somos un grupo vulnerable al que haya que proteger bajo un paraguas social. La Igualdad es un asunto de Justicia.
Isabel García