La generación actual de mujeres es la que más sufrirá los cambios de rol

Recurso. Mujer

Madrid. La generación actual de mujeres es la que más sufrirá los cambios de rol experimentados en la vida de la mujer en las últimas décadas, según concluye Antonio de Dios, especialista en Psicología del Hospital USP Marbella, “porque siempre es la generación que hace el cambio la que más sufre las consecuencias. Es de esperar que dentro de unos años la división de roles esté más compartida y haya una mayor naturalidad” en el reparto de papeles.
 
Según de Dios, en las últimas décadas la mujer ha ido asumiendo progresivamente roles tradicionalmente asignados al hombre, sin que el hombre haya asumido al mismo ritmo parte de los roles asignados a la mujer. Esto ha producido una “sobrecarga” en la mujer, que puede acabar desencadenando una patología.
 
De hecho, los cambios asociados a esta intercambio de roles entre hombres y mujeres han incidido en aspectos relacionados con la salud de la mujer que se han traducido en una equiparación en la calidad de envejecimiento entre hombres y mujeres y una mayor incidencia de patologías como la obesidad, los accidentes cerebrovasculares o el cáncer.
 
Para la doctora Gracia Lasheras, Psiquiatra de USP Dexeus, en este cambio, “la mujer ha ganado autonomía económica –primer y básico eslabón de su libertad-, pero todavía hoy sigue pagando un precio muy alto: asumir el rol de madre, de ama de casa y de trabajadora puede descompensar la balanza de demanda externa (lo que el ambiente exige) versus oferta interna (lo que soy capaz de dar), desencadenándose el estrés, que se traducirá en síntomas como nerviosismo, irritabilidad, falta de concentración e insomnio”.
 
Los cambios experimentados en la vida de la mujer, especialmente en las últimas cuatro décadas, han incidido en la calidad de su envejecimiento, equiparándolo al del hombre, una tendencia que se ha constatado en los últimos 30 años, especialmente por la adquisición de hábitos de vida poco saludables como son el consumo de tabaco, el sedentarismo –especialmente asociado a su incorporación a la vida laboral- y los cambios en la alimentación.
 
Esto ha hecho que la esperanza de vida del hombre acorte distancias sobre la de la mujer, que sigue mejorando, pero lo hace más lentamente. La esperanza de vida de hombres y mujeres, sigue evolucionando positivamente a un ritmo de un año de vida por cada período de cinco años, pero en los últimos años, la diferencia se ha acortado ya que la evolución de la esperanza de vida de la mujer crece con más lentitud.
 
En este sentido, el doctor Pablo Asensio, especialista en Medicina Interna del hospital USP Santa Teresa (A Coruña), apunta a que la causa de este cambio está en el hecho de que en las últimas décadas “las mujeres han adoptado hábitos de vida que antes eran más propios del sexo masculino, como son el consumo de tabaco, el sedentarismo, el estrés y la mala alimentación”, lo cual ha provocado que “la mujer se haya igualado al hombre en la prevalencia de algunas enfermedades determinadas por factores ambientales, como las cardiovasculares, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer”.
Además, el sedentarismo y los cambios en la alimentación, vinculados a su incorporación a la vida laboral se han traducido en una mayor incidencia de la obesidad en mujeres que en hombres, tal como apunta el doctor Alfredo Alonso Poza, especialista en Cirugía de la Obesidad del Hospital USP San Camilo (Madrid), una incidencia que “aumenta cuando lo mujer pasa a una situación de desempleo” por los cambios que la nueva situación económica producen en la cesta de la compra familiar.
 
Según Asensio, estas patologías “se pueden prevenir siguiendo unos consejos básicos muy sencillos: realizar 30 minutos de actividad física moderada al día, no fumar, controlar los factores de riesgo (colesterol, diabetes e hipertensión), mantener una dieta saludable y un índice de masa corporal de entre 19 y 25, y evitar los anticonceptivos en mujeres fumadoras ya que hace que aumente la enfermedad cardiovascular y tromboembólica”.
 
Detección precoz
Sin embargo, no todos los cambios son negativos, el mayor nivel cultural de la mujer y la generalización de los programas de cribado y de medicina preventiva, también han repercutido de manera importante en la salud de la mujer. Así, los programas de cribado han mejorado de manera importante el pronóstico del cáncer de mama y de cuello de útero que, a pesar de su incidencia, han visto cómo crece su supervivencia y se reduce la mortalidad “a un ritmo de 1-2% anual, gracias a la detección temprana y a las mejoras en el tratamiento”, tal como apunta el doctor José María Román Santamaría, Jefe de la Unidad de Mama de USP San Camilo.
 
Por otra parte, la incorporación de la mujer al mercado laboral ha retrasado la edad de la maternidad, un hecho que en algunos aspectos beneficia a la madre y al bebé. El doctor. José Luis Prieto, especialista en Obstetricia y Ginecología del Hospital USP San José (Madrid), recuerda que la edad a la que hoy las mujeres suelen ser madres “antes se consideraba de riesgo.
 
Actualmente, si no tienen asociada una patología, no se considera como tal”. Además, destaca que “suelen ser bebés más deseados, por lo que la relación es más fuerte y hay un menor índice de depresión post parto” y concluye que “parece ser que las mujeres que han sido madres más mayores suelen envejecer más lentamente y viven más años que otras mujeres”.
 
Por su parte, el doctor Adolfo López, jefe del Servicio de Obstetricia y Ginecología de USP Sagrado Corazón (Sevilla) advierte que a mayor edad, es mayor el riesgo de diabetes gestacional, hipertensión y obesidad asociada al embarazo y recuerda que en la etapa de juegos, la exigencia física también será mayor, pero que “los problemas médicos ligados a la edad materna en relación a la gestación hay que situarlos en un segundo plano” ya que  los riesgos pueden solventarse mediante la vigilancia y el control obstétrico.
 
Todos estos factores inciden, según la doctora. Mª Teresa Ubierna, especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología de USP Dexeus, en la salud de la mujer y en “su sistema de huesos, cartílago, articulaciones, tendones y músculos a lo largo de su vida” porque ”no puede descuidar los pilares fundamentales: la dieta, el ejercicio físico y la calidad ósea” y muchas veces lo hace en su afán por “conciliar todos los roles que tiene en la vida”.
 
Cuando esto no se tiene en cuenta, y añadimos que “la mujer es diferente al hombre de manera irrefutable en su fisiología hormonal, el resultado es que la mujer de edad llega a la consulta con signos de envejecimiento de cartílago, artrosis y osteoporosis”.

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