La Escuela Sevillana de Baile, protegida

Cultura. Matilde Coral

La Consejería de Cultura  de la Junta de Andalucía ha iniciado el procedimiento para inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz (CGPHA) como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Actividad de Interés Etnológico, la Escuela Sevillana de Baile. Esta manifestación artística y cultural del flamenco engloba un conjunto de rasgos y características que definen una forma de bailar con personalidad propia.
 
La incoación de este expediente se enmarca dentro de la línea de trabajo que desarrolla la Junta para la salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial andaluz, en este caso como elemento y expresión del flamenco, declarado por la Unesco hace ahora un año como Patrimonio de la Humanidad.
 
Maestras de este arte han sido, entre otras, Pastora Imperio, que puso los cimientos de la Escuela Sevillana, y Matilde Coral, que ostenta el mérito de haberlo transmitido, codificado y difundido en su academia, enclavada en el barrio de Triana de Sevilla.
 
Entre los rasgos de este baile, aprendidos durante generaciones mediante transmisión oral y que han quedado fijados entre otros documentos en el código (inédito) de la Escuela Sevillana de Flamenco redactado por Matilde Coral y Manuel Barrios, destaca la composición de la figura, la colocación básica de los pies en tercera posición como base, el braceo armonioso, las manos gráciles y floreando, el rostro expresivo, el zapateado musical o el uso de bata de cola, mantón, palillos y sombrero.
 
La forma de bailar de la Escuela Sevillana de Baile no es exclusiva de profesionales, sino que se respira en cualquier reunión festiva, ya sea en una caseta de feria o en los momentos de fiesta de una romería. En el baile profesional han sido muchas las discípulas de esta escuela que han triunfado, como Pepa Montes, Milagros Mengíbar, Ana María Bueno, Loly Flores, Ana Moya, Merche Esmeralda e Isabel Bayón entre otras. En el baile de hombre también han dejado su huella artistas como Manuel Corrales González, apodado El Mimbre, o Enrique Jiménez Mendoza, más conocido como Enrique el Cojo, otro de los grandes maestros de esta escuela.
 
La especificidad de esta manifestación del flamenco resulta patente en cómo reproducen un universo de géneros segmentados, distinguiendo de forma muy marcada y protagonista el baile de la mujer frente al baile del hombre. Esta construcción cultural del género femenino asociada a este baile implica que el mismo se identifique con un determinado modelo de mujer sevillana y por extensión con la andaluza.

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