Ideas brillantes

Las bibliotecas son lugares cerrados, donde hay libros que pertenecen a alguna institución pública o privada que se pueden consultar o incluso coger prestados durante un tiempo de forma gratuita. La gente suele utilizarlas para estudiar o consultar textos y hay que guardar silencio.
 
Esas serán, más o menos, las ideas que se nos vendrán a todos a la cabeza cuando pensemos en una biblioteca. Hemos estado en ellas muchas veces y nos hemos formado una opinión bastante clara sobre cómo funcionan. Y eso es algo que nos pasa con la mayoría de las cosas de las que tenemos alguna experiencia o conocimiento.
 
Parece que cuando convivimos mucho tiempo con una determinada realidad nuestro cerebro se forma una imagen sobre cómo tiene que ser. Se trata de un mecanismo cognitivo que utilizamos para ahorrar energía ya que plantearnos continuamente cómo tienen que ser las cosas supondría un coste demasiado alto para nosotros. ¿Os imagináis que cada vez que entrarais en una cafetería os tuvierais que plantear cómo se pide un café y dónde se tiene uno que sentar? Sería un verdadero gasto continuo de energía, por lo que resulta muy positivo que tengamos representaciones tan precisas sobre los objetos y los lugares que nos rodean.
 
Pero eso también supone un problema: le corta las alas a nuestra creatividad. Si tenemos tan claro cómo son las cosas es más difícil imaginarnos de qué otras formas podrían ser. Dejamos de proponer vías alternativas, ya no somos capaces de ver las partes erróneas o las cosas mejorables, y somos incapaces de avanzar.
 
Volviendo al ejemplo de las bibliotecas, seguro que abriendo un poco la mente a todos se nos ocurren mil maneras de mejorarlas. En lugar de un sitio cerrado, podría existir una biblioteca con una parte al abierto, para poder leer tranquilamente sentado en un parque o en un jardín. En lugar de un silencio sepulcral, podría haber lugares donde hubiese música ambiental o salas donde se permitiera hablar y comentar algún libro de forma animada. En lugar de pertenecer a la biblioteca, los li­bros podrían pertenecer a todos los miembros de la comunidad que podrían quedarse con los libros que quisieran y dejar los que ya no les interesaran.
 
Lo que quiero decir es que las cosas no son de una determinada manera porque ésa es la mejor opción, sino porque alguien las ideó así. Seguramente no existe ni siquiera una mejor manera de hacer las cosas, sino que hay mil ideas que inventar y poner en práctica. Desde luego lo que nunca será una buena idea es mantener las cosas siempre como son.
 
Y lo bueno es que existen muchas maneras de fomentar la creatividad. ¿Nunca habéis jugado al juego de: para qué puede servir esto? Consiste en coger cualquier objeto y pensar en funciones para él que no son las habituales, como decir que un libro puede servir de sujetapuertas. Pues eso mismo deberíamos hacer con muchas cosas, se trata de darle la vuelta a las situaciones, verlas desde otros puntos de vista, porque incluso las ideas que en un principio suenan disparatadas pueden ser las más brillantes.
 
La rigidez y el conformismo nunca han sido buenos consejeros. Las personas creativas y con imaginación, capaces de plantearse las cosas de maneras nuevas y antes impensables, sí que lo son.
 
Gloria Bellido

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