Hugo Gensini, presidente de AHIGE
“SE PUEDE SER UN HOMBRE Y SER SENSIBLE”
El presidente de la primera Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE), habla de la cuestión de género desde la perspectiva masculina y de la importancia de fomentar el cambio en los hombres hacia posiciones favorables a la igualdad
¿Cuál es el germen de AHIGE, sobre qué objetivos nace y cómo han ido variando dichos objetivos desde su constitución?
Realmente AHIGE nace en Málaga en el seno de un grupo de hombres que nos comenzamos a reunir una vez al mes para hablar de nosotros mismos, algo que habitualmente hacéis las mujeres pero que los hombres no nos permitimos. Cada uno llevaba algo para cenar preparado por uno mismo y mientras cenábamos hablábamos de asuntos de nivel personal como la relación con nuestra pareja o nuestros hijos, nuestros temores y nuestras emociones, sobre como nos sentimos como personas. Pensamos que sería un grupo pasajero pero nada de eso, a día de hoy seguimos reuniéndonos y seguimos encontrando elementos importantes sobre los que reflexionar. Fue en la andadura de este primer grupo donde algunos de los compañeros pensamos que a ese cambio que a nosotros nos estaba ofreciendo ese espacio debíamos darle una dimensión de tipo social. Es decir, AHIGE nace a partir del descubrimiento personal de un grupo de hombres. Los objetivos de la asociación pasaban por favorecer la igualdad real entre hombres y mujeres en todos los aspectos de la vida, luchar contra la discriminación histórica que sufren las mujeres, cambiar el patrón tradicional masculino impuesto desde pequeños, y apoyar la creación de redes de hombres igualitarios. Hoy los objetivos siguen siendo los mismos, los contenidos son los que han cambiado. En ocho años hemos aprendido mucho y hemos tenido la oportunidad de compartir y contrastar emociones y pensamientos con muchos hombres, hemos tenido la suerte de poder hacer una serie de proyectos sobre todo de intervención social a nivel educativo que han supuesto toda una riqueza de experiencia para la asociación. Con ellos hemos descubierto que a pesar de que la sociedad ha cambiado, mucha gente joven se sigue sumando a valores muy tradicionales, que sigue habiendo muchos chicos que se parecen más a sus abuelos que a sus padres.
¿Qué ve un hombre cuando mira desde la perspectiva de género?
Por la experiencia que tenemos, vemos que hay una sociedad injusta donde tanto mujeres como hombres sufrimos discriminaciones, evidentemente más fuertes para las mujeres: infravaloración como personas, situación de dependencia, de dominación por parte de los hombres, y limitación del desarrollo de ciertas habilidades y de muchas facetas de la personalidad. Y es que lo cierto es que no nos desarrollamos como personas sino que nos desarrollamos condicionados al sexo y hay ciertas cosas que se nos permite y otras que se nos prohíbe.
Uno de los lemas de AHIGE es: “Otra forma de ser hombre es posible”. ¿Cuál es esa forma que defienden?
El modelo tradicional propone a hombres duros, rocosos, competitivos, que sean una especie de isla en la que cada uno va por su camino y rivaliza con otros hombres. Pensamos que eso hay que cambiarlo, que se puede ser un hombre y ser sensible, que se puede dar cabida a la ternura, a la posibilidad de expresar emociones, que no tenemos que tenerle miedo al compromiso. Porque de todas las emociones la única de la que los hombres nos apropiado los hombres es la ira, mientras que el temor, el dolor o la alegría nos cuesta trabajo manifestarlas. A nivel emocional hay muchos cambios, el modelo tradicional nos plantea que hay un camino que hacer y si no lo consigues, sino eres un hombre que produce y compites vales poco como hombre. Otra clave de ese cambio también muy importante es la cercanía, el contacto y la responsabilidad de los hombres con sus hijos. Tener hijos debería comprometer por igual al padre y a la madre, mientras que la mayoría de los hombres huyen de las responsabilidades, pensamos que basta con proveer dinero.
¿De dónde cree que nace ese pavor de muchos por alcanzar una igualdad real?
Hay un temor claro y es a la pérdida de poder, de prestigio, de privilegios, temor al compromiso que significa el cambio. Estar cercano a los hijos significa dedicarles tiempo, poder hablarles, escucharles, acompañarles en sus tareas y en sus ilusiones o en sus compromisos, cosas que habitualmente las madres hacen. Los hombres desconectamos al salir de casa y volvemos a conectar y a medias al volver, mientras que las que son madres y trabajan fuera de casa están prácticamente conectadas y pendientes de sus hijos todo el día. Los hombres cerramos la puerta de casa y entramos en un mundo distinto que es el que nos marcan.
¿Qué quieren decir desde AHIGE cuando hablan de “nuevas masculinidades”?
Queremos decir que la masculinidad debería ser diversa, que no puede ser un modelo único al que se ajusten todos los hombres. Tiene que haber una masculinidad heterogénea y dentro de la misma muchas maneras de realizarse como hombre para dar así cabida al hecho de dejarle espacio a la vida afectiva, a desarrollar ciertas áreas a nivel personal que los hombres tenemos poco desarrolladas, a prescindir de responsabilidades que muchas veces nos abruman porque los hombres hemos recibido el mensaje de que tenemos que ser los fuertes, ser el apoyo económico, ser los que dan seguridad. Desgasta mucho ese modelo de fortaleza. No es que estemos proponiendo que los hombres deban de ser flojos, endebles y vagos, estamos proponiendo que exista esa posibilidad en la que las responsabilidades estén compartidas.
¿Cuál es la opinión que desde la Asociación perciben de las mujeres sobre el trabajo de AHIGE?
La opinión de las mujeres hacia nosotros ha ido cambiando con el paso del tiempo. Entre los colectivos de mujeres con los que nos tratamos cada vez encontramos una mayor simpatía y aceptación hacia el trabajo por la igualdad y por el cambio de los hombres. Y es que al principio había mucha desconfianza y mucho temor por lo que nuestra presencia pudiera influir en ellas y en su trabajo, algo que por otro lado es lógico si tenemos en cuenta que las mujeres han sido engañadas históricamente muchas veces, sobre todo el movimiento feminista. Pero poco a poco se ha ido viendo el valor del trabajo que hacemos, que básicamente es con el colectivo masculino.
¿Y la opinión de los hombres?
Todavía hay muchos que se molestan, que consideran que esto es una traición a la causa masculina, como si la relación social entre hombres y mujeres fuese una guerra de sexos. Piensan que cualquiera que habla de igualdad, de no discriminación, de cambio real, le está quitando privilegios. Pero confiamos en que esto poco a poco vaya cambiando. Nada más hay que mirar como de diez años para acá muchas cosas han cambiado. Por ejemplo los hombres españoles no se oponen públicamente a las acciones positivas a favor de las mujeres pero no se implican en buscar un cambio en la legislación, en las condiciones laborales para que la igualdad sea real. Incluso en los mismos sindicatos existen comisiones de mujeres que trabajan a favor de la igualdad pero luego las condiciones de trabajo de éstas siguen siendo peores que las de los varones.
¿Qué tipo de medidas reclaman para incorporar a los hombres a las políticas de igualdad?
Clave también es, la última barrera, está en el ámbito familiar y doméstico. Las mujeres han podido ir accediendo con muchísimo esfuerzo a todos los sectores de la vida, la educación, el trabajo profesional,… con un pago y es la doble jornada. Para que no haya esa doble jornada nosotros nos tenemos que comprometer a nivel de la vida familiar y doméstica. No habrá igualdad, las mujeres seguirán no teniendo tiempo libre, hasta que esto se consiga. Hay hombres que no participan en las labores de casa nada más que tirando la basura cuando salen y trayendo el pan cuando vuelven.
Isabel García