Fotografías

Gloria BellidoGloria Bellido

¿Quién no tiene una cámara de fotos en su casa? Se pasa la mitad del año escondida y olvidada en un cajón, hasta que ocurre un acontecimiento especial… Entonces la buscamos, le quitamos el polvo y la utilizamos para guardar algún momento en nuestro álbum de fotos.
 
Ahora, con las vacaciones a la vuelta de la esquina, es un buen momento para que ocurra ese acontecimiento especial. Y seguro que todos conocemos a alguien que vuelve de sus vacaciones cargado de miles de fotos en su nueva cámara digital y que se empeña en hacértelas ver, una por una, aunque haya diez fotos seguidas sobre el mismo paisaje.
 
Yo soy la primera a la que le encanta hacer y mirar fotografías, ya sean mías o de algún otro, pero pienso que las posibilidades de las cámaras digitales, que nos permiten hacer muchísimas más fotos sin apenas esfuerzo, están estropeando bastante el asunto.
 
No sé si recordáis la famosa escena de ‘Vacaciones en Roma’ delante de la Bocca della Veritá en la que se supone que sólo los que dicen la verdad podrán meter la mano y volver a sacarla ilesa. Pues bien, hace unos meses, cuando fui a Roma, pasé por delante de la iglesia donde está la famosa Bocca y me encontré una cola de unas 50 personas que llegaban, metían su mano, sonrientes, y se hacían una foto. Ninguno se molestaba en mirar el rosetón de piedra ni en pasear su vista por el exterior de la iglesia que la albergaba.
 
A veces me da la impresión de que algunas personas sólo tienen el concepto de llegar a un sitio, colocarse delante de algún monumento o paisaje importante, sonreir y apretar el botoncito; e incluso que la única razón para haber hecho el viaje sea esa.
 
A todos nos gusta tener un recuerdo de los buenos momentos que pasamos. En vacaciones, algunos vuelven al lugar donde crecieron para ver a su familia, otros, sin embargo, preferirán escoger un bonito sitio que visitar o pasar unos cuantos días de descanso y los demás, que se quedan en su ciudad, al menos podrán disfrutar de algo de más tiempo libre.
 
Sea como sea, cuando vayáis a sacar vuestra cámara para inmortalizar un momento, disfrutad también del proceso. No hagáis miles de fotos, todas tremendamente parecidas y aburridas. Si os tomáis un instante para pensar, os daréis cuenta de miles de pequeños detalles, como la manera en la que cambian los colores según la luz, el mejor ángulo para poder captar toda la belleza de lo que estáis mirando y muchísimas cosas más que con prisas y poco cuidado no podréis nunca apreciar.
 
Hace poco leí en un libro una frase que me pareció muy interesante: leave only your footprints and take only your photograps: allá donde vayas «deja sólo tus huellas y llévate sólo tus fotografías». Pero ya que sólo podemos llevarnos eso, al menos que merezcan la pena.

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