Esperar
En estos tiempos difíciles que estamos atravesando y que parece que nunca se van a acabar, a muchas mujeres que pasaban su día trabajando fuera del hogar y atareadas en mil cosas, les ha tocado volver a su casa. Verte de nuevo todo el día en tu casa es muy difícil. Se acabó esa ilusión de cada mañana de arreglarte, pensar que te vas a poner para no repetir modelo frecuentemente. Mirarte al espejo y gustarte para luego agradar a los demás. Las carreras de la mañana, los niños, el colegio, los desayunos de trabajo… Todo eso, al menos por un tiempo, ha cesado.
Ahora se te cae la casa encima. No sabes por dónde empezar a limpiar y parece que todo cada vez está más sucio. Estirar el sueldo cada día es más complicado: más patatas y menos carne; aunque hay días que hasta las patatas te resultan artículo de lujo.
Y si antes los días y las semanas se pasaban volando, ahora te parece que en el calendario sólo existe el fin de mes. Las facturas de agua, luz, teléfono, el cole de los niños, la hipoteca… todo llega rápidamente. A muchas de nosotras o les dan el título de economistas sin pasar por la facultad o acabarán con la cabeza perdida.
Dicen que hay que esperar, pero sin desesperarse. Estos tiempos de espera pueden ser realmente productivos si se utilizan para agudizar el ingenio. No tener nada que hacer puede suponer tener mucho tiempo para pensar, para reflexionar en todo aquello que el ajetreo del día a día no nos permite. Y sobre todo, pensar en positivo. La mente tiene mucho más poder del que imaginamos. Pensar en positivo aventura un buen futuro.
Lourdes Otero