
Emprender por cuenta ajena

Las personas no tenemos necesidades nuevas; lo que sí tenemos son muchas nuevas formas de solucionar las necesidades de siempre. Los humanos nos movemos en torno a un grupo de necesidades básicas que no cambian, (sentirnos seguros, alimentarnos, emanciparnos, comunicarnos, realizarnos, etc.). Parte de la investigación actual se centra en solucionar de forma más eficiente las necesidades de siempre; así, cada vez que destinamos un nuevo producto o servicio a la sociedad, debe vencer la resistencia al cambio que ofrece la forma actual con la que estamos solucionando esta necesidad. Es “La ley de los mínimos máximos”: El umbral de resistencia que presenta la sociedad y que se deberá vencer para incorporar un nuevo producto/servicio.
Dependiendo de “la ley de los mínimos máximos” que nos esté afectando en el momento concreto, podemos emprender por un mero hecho de autorrealización y evolución, o por el contrario, por necesidad de supervivencia. Si analizamos los datos de personas que emprenden en distintos países, observaremos que países como los Estados Unidos, Corea del Sur, Japón o Finlandia, que emprenden por realización, conviven con Grecia, Portugal, o España, por ejemplo, donde la mayoría emprende por necesidad.
Cuando contraponemos dos actitudes como emprender (por cuenta propia) e intraemprender (por cuenta ajena), este hecho es mucho más relevante. Cuando intraemprendemos difícilmente lo hacemos por necesidad; el germen que lo alimenta siempre es la realización, o mejor dicho satisfacer necesidades muy evolucionadas (la ley de los mínimos máximos) que no encontramos satisfechas en el trabajo habitual y cotidiano en nuestra empresa.
Las actividades de intraemprendimiento fidelizan y retienen a los mejores profesionales, extraen lo mejor de ellos y los convierten en auténticos motores de crecimiento empresarial. Si como profesionales con necesidades sofisticadas de autorealización, encontramos una oportunidad en nuestra empresa de intraemprender, permaneceremos en ella y contribuiremos de forma excepcional en su crecimiento y riqueza; si por el contrario, no encontramos espacios, abandonaremos la empresa, la vaciaremos de talento y desarrollaremos nuestra aventura emprendedora fuera de ella.
Existe una preocupación por asentar el movimiento emprendedor más allá de la crisis y seguir manteniendo la energía emprendedora con todos los aspectos positivos que ello implica: Países, regiones económicas, fundaciones, escuelas de negocio, etc. están empeñadas en que ello ocurra; no obstante, son pocos los que se preocupan de establecer políticas que asienten el intraemprendimineto como una fórmula de crecimiento personal y empresarial.
Intraemprender es especialmente eficiente en tiempos de bonanza económica, de escasez de talento, de inflación en la remuneración y de necesidad de tracción empresarial. Intraemprender es un acto sofisticado para cubrir necesidades profesionales elevadas, si queremos fomentar y asentar el intraemprendimiento en nuestras empresas, debemos ser consecuentes con ello y establecer políticas adecuadas que traten el talento, el reconocimiento, la recompensa y la propiedad de un modo distinto al convencional, tratando al profesional de tú a tú.
En situaciones de normalidad, emprendemos no tanto por dinero como por cubrir necesidades de reconocimiento, desarrollo profesional, cumplir nuestros proyectos y ver desarrollarse nuestras ideas; las empresas de forma habitual, no contemplan en sus estructuras más allá del reconocimiento económico y de organigrama; para fomentar el intraemprendimiento será necesario definir unas estructuras de reconocimiento del mérito, la responsabilidad, la propiedad y el retorno económico de forma distintas a las habituales, en cierta forma necesitamos de un nuevo modelo de empresa para que los intraemprendedores con su compromiso sean la energía de crecimiento del futuro.
Debemos reconocer que a mayor compromiso y riesgo, mayor retorno; a mayor intervención y protagonismo más acceso a la propiedad y a mayor meritocracia, mejores reconocimientos públicos; sin ello no hay retención de los buenos profesionales y sin ellos no existe el crecimiento.
La evolución de los mercados internacionales donde competimos, nos lleva a reconocer que con excelencia no es suficiente; la excelencia se compra, el compromiso no; la excelencia se imita, la filosofía propia no…todo ello es patrimonio natural de los intraemprendedores. Fomentémoslos!!
Andrea Soriano, responsable de Marketing de la consultora estratégica Loop