El placer de aprender

Gloria BellidoGloria Bellido

¿Qué recuerdos tiene la mayoría de nosotros sobre el colegio al que fuimos cuando éramos pequeños? Seguramente nos acordaremos de nuestros compañeros de juego, de las horas de recreo, de algún profesor que consiguió transmitirnos algo más que la materia que impartía… La función más didáctica del colegio, con sus libros, sus exámenes, sus deberes… es esa. Seguro que más de uno la habrá relegado al olvido por ser demasiado traumática, o sencillamente habrá pasado página sin más pena ni gloria.
 
La verdad es que estudiar por obligación no le gusta a nadie. Probablemente hubo alguna asignatura que nos gustara más, pero los agobios de los exámenes y de las notas, -que hoy muy pocos niños sienten con el nuevo sistema educativo-, estropeaban cualquier disfrute.
 
Cuando se pasa a la Universidad, la cosa cambia en cierta medida: ya es algo que hemos escogido libremente y la materia, al menos se supone, nos tiene que interesar. Pero sigue habiendo presión, de eso depende, en cierta medida, nuestro futuro profesional.
 
Sea como sea, parece que en la práctica queda ya muy poco del antiguo concepto de educación, en el que los exámenes no eran más que un medio para que el alumno comprobara sus conocimientos y no el fin en sí mismo por el que se estudie como sucede actualmente.
 
Por todo eso, admiro a las personas que, teniendo ya un empleo y una vida más o menos resuelta, vuelven a los libros, únicamente por el placer de aprender. Algunos deciden estudiar una segunda carrera en la Universidad, o una primera, si en su momento no tuvieron oportunidad o ganas. Otros pueden apuntarse a los numerosos cursos que se imparten sobre cualquier cosa que imaginemos, y, por supuesto, están los que deciden aprender un idioma o a tocar un instrumento.
 
Pero esta vez no hay agobios, plazos por cumplir o exámenes que obligatoriamente hay  que aprobar. Podemos hacer lo que más nos guste: buscar nuevos intereses o recuperar nuestra verdadera vocación.
 
Hoy en día están de moda todos esos juegos para entrenar nuestro cerebro y, sin embargo, aprender nuevos conocimientos es la mejor manera que tenemos para mantener despierta nuestra mente, ver las cosas desde otro punto de vista y descubrir nuevas formas de plantear y solucionar problemas.
 
Lo que está claro es que aprender es algo inherente al ser humano: somos los seres vivos más preparados para ello y el límite de conocimiento es el que nosotros mismos nos impongamos.

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