El Ballet Flamenco de Andalucía sube el telón de la Bienal de Sevilla
El Ballet Flamenco de Andalucía inaugura la programación que la XVII Bienal de Flamenco de Sevilla presenta en el Teatro de la Maestranza. La compañía dependiente de la Consejería de Cultura y Deporte representará un espectáculo compuesto por dos obras, ‘Metáfora flamenca’ y ‘Llanto por Ignacio Sánchez Mejías’, bajo la dirección artística de Rubén Olmo y con los bailaores Antonio Canales y Pastora Galván como artistas invitados.
‘Metáfora flamenca’, coreografía de Rubén Olmo, es una suite flamenca que recorre romances y cantiñas, tangos de Granada, bulerías, valses flamencos, verdiales y zambras a través de la música del guitarrista David Carmona. La pieza se configura como una alegoría de la vida y, a la vez, como un homenaje a la tradición bailaora del sur, personificada en Pastora Galván, y en el cuerpo de baile.
Rubén Olmo se ha inspirado para esta pieza en unos textos de Nietzsche «que hablaban de la danza como una metáfora del pensamiento». Nietzsche también afirmó que sólo iba a creer en un dios que supiese bailar, el que habita este oratorio flamenco por el que transcurren, como describió Federico García Lorca en su poema ‘El baile’, «corazones andaluces buscando espinas».
En la segunda parte del espectáculo, Federico García Lorca cobra protagonismo en ‘Llanto por Ignacio Sánchez Mejías’, una estremecedora elegía del torero sevillano que fue también escritor, actor de cine, jugador de polo, automovilista… y amante de la gran bailaora y coreógrafa La Argentinita. En su finca sevillana de Pino Montano acogió a los mejores escritores de su promoción y promovió el homenaje a Góngora en el Ateneo de la capital hispalense que dio lugar a la creación de la Generación del 27.
La obra es una coreografía de Rubén Olmo basada en el poema de Lorca, que pretende acercarse a la vida del torero antes de la tragedia, así como a su relación con el poeta granadino. El bailaor Antonio Canales presta a Ignacio Sánchez Mejías su genio, figura y temperamento en una historia narrada a través de la música del guitarrista onubense Manuel de la Luz, al son de seguiriyas, fandangos o tangos.