Discapacitados universitarios creen que tardarán más de un año en encontrar empleo
Madrid. La crisis y el desempleo han generado un clima de desesperanza que a todos afecta, pero hay grupos especialmente vulnerables, entre ellos los más jóvenes, cuya tasa de paro alcanzó el 48,5% a finales de 2011.
Un reciente estudio de la Cámara de Comercio de Madrid revelaba que el 93% de los universitarios teme su futuro laboral, y que seis de cada diez jóvenes creen que les resultará bastante difícil o muy difícil encontrar un trabajo con unos ingresos suficientes para vivir.
Pero, ¿qué sucede, si además de ser joven se tiene una discapacidad? En este caso, las dificultades se acentúan. A pesar de los pequeños pasos que se van dando en su integración laboral, las personas con discapacidad siguen resultando la ficha más débil en el tablero de la crisis. No sólo tienen que competir entre ellas, sino con el resto de demandantes de empleo, dentro de un mercado laboral cada vez más exigente.
Con el objetivo de recoger las inquietudes y preocupaciones de las personas con discapacidad en etapa universitaria, la Fundación Adecco ha elaborado una encuesta a 500 estudiantes entre 18 y 30 años de 31 universidades de España. De esta encuesta se extraen datos positivos y negativos.
Entre los primeros, destaca el hecho de que la gran mayoría de los estudiantes se siente uno más en la comunidad universitaria, tanto en la relación con sus compañeros, como en la relación con sus profesores. Además, un 69,6% confía en trabajar en un empleo relacionado con estudios.
Sin embargo, un 65% cree que su discapacidad le perjudicará a la hora de buscar trabajo y casi la mitad prevé tardar más de un año en encontrarlo. En la misma línea, opinan que aún han de darse importantes pasos para que la integración social y laboral de las personas con discapacidad sea una realidad. Ello explica, que un 78,5% reclame más presencia y protagonismo en la agenda política, como veremos más adelante.
La Universidad, un espacio integrador
Actualmente, estudian unos 15.922 estudiantes con discapacidad en 74 universidades españolas, según los datos de la Guía de Atención a la discapacidad 2011 de la Fundación Universia. Además, el 40,3% de estos alumnos estudia en la Universidad a Distancia (UNED) según este mismo informe.
El entorno universitario parece presentarse cada vez más apto para las personas con discapacidad. Así, un 75,4% de los encuestados declara que su centro dispone de un Servicio Especial de Atención a la Discapacidad. Además, las universidades españolas suelen ofrecer otro tipo de ayudas para las personas con discapacidad como la matrícula gratis (72,8%) o ayudas en el pago del transporte (26,6%).
Por otra parte, la mayoría de los encuestados declara sentirse perfectamente integrado en las relaciones humanas, tanto con compañeros, como con profesores. Así, un 78,2% afirma que es uno más en clase y que sus compañeros no realizan ningún tipo de diferenciación. Sólo un 1,8% afirma sentirse discriminado continuamente.
En la misma línea, un 84,6% destaca que sus profesores le tratan de una manera normalizada, haciéndole sentir un alumno más, frente a un 4,1% que comenta sentirse marginado por parte de ellos.
A la luz de estas cifras, parece que la universidad es un espacio mayoritariamente libre de barreras mentales o psicológicas. El talón de Aquiles continúa siendo la accesibilidad arquitectónica. Según se desprende de las respuestas de los encuestados, la mayoría de las facultades (73%) no tienen las aulas adaptadas para personas con movilidad reducida.
“En mi facultad hay mesas alargadas con asientos tipo cine, de modo que tengo que atender la clase en un rincón apartado, en mi misma silla de ruedas”, comenta una estudiante de 22 años.
Asimismo, las instalaciones deportivas sólo son aptas para estudiantes sin problemas de movilidad y la biblioteca no suele contar con puestos de estudio adaptados para personas con discapacidades físicas y/o sensoriales.
A pesar de ello, la mayoría de las facultades ya incorporan criterios de accesibilidad en los servicios o aseos (61%), en la anchura de las puertas (61%) y a través de la presencia de ascensores y/o rampas (87%).
El perfil del universitario con discapacidad
¿Qué características tiene el universitario con discapacidad de España? Según se desprende de la encuesta, un 61,1% es mujer, frente al 38,9% de hombres. En cuanto al tipo de discapacidad, en más de la mitad de los casos (53,3%) es de tipo físico, seguida de la sensorial (30,8%), la psíquica (8,7%) y la orgánica (5,1%). Además, existe un 2,1% de estudiantes con discapacidades intelectuales poco acusadas (2,1%).
El grado de discapacidad más frecuente se sitúa en el intervalo 33%-50% (un 39,2% de los encuestados). A ellos siguen los que superan el 65% de discapacidad (26,8%) y los que tienen un 33% (19,6%). Por último, un 14,4% tiene un grado entre el 50% y el 65%.
Las carreras más habituales entre los universitarios con discapacidad se sitúan en el área de las Ciencias Sociales.
En concreto, un 47,1% de los encuestados cursa este tipo de estudios, siendo Administración y Dirección de Empresas o Económicas las licenciaturas más habituales, con un 45% y un 15%, respectivamente. Por detrás, se sitúa la diplomatura de Trabajo Social, con un 18%.
Las carreras de Letras ocupan el segundo lugar. La más habitual en este caso es la de
Derecho (22%), seguida de Filología (18,3%). En tercer lugar, un 17,5% de los encuestados estudia carreras de Ciencias Naturales o Medicina. Los estudios en enfermería son los más habituales dentro de esta categoría, con un 18%.
Por último, se sitúan las Ingenierías. Un 13,2% de los encuestados se prepara para ingeniero, siendo la modalidad industrial la más típica, con un 21,3% de las respuestas.
En cuanto a la movilidad geográfica, se observa que la mayoría (68,4%) estudia en la misma ciudad en la que nació. Sin embargo, un 31,6% ha cambiado de ciudad para estudiar, la mayoría porque en su lugar de residencia no existía la oferta formativa en la que estaba interesado (62,2%). Pero también los hay que se mudaron por vivir una experiencia diferente, alejados de casa (37,8%).
Por último, la edad que más se repite entre los encuestados es la de 25 años (35%).
Si armonizamos todos estos datos, obtendremos el perfil del universitario con discapacidad: una mujer de 25 años, con discapacidad física (grado 33%-50%), que estudia una carrera de Ciencias Sociales en la misma ciudad donde nació.
Las dificultades se multiplican
Una conclusión parece clara: los estudiantes con discapacidad temen convertirse en víctimas dobles de la difícil coyuntura. Así, un 65% cree que su discapacidad le perjudicará a la hora de encontrar empleo.
Sin embargo, la juventud parece ser un freno aún mayor para los encuestados. De este modo, un 80,3% opina que ser joven también supondrá una barrera para acceder al mercado laboral. Este resultado no es de extrañar si se tiene en cuenta que el paro juvenil alcanzó un 48,5% a finales de 2011.
Un dato positivo es que los universitarios con discapacidad confían en trabajar en lo mismo que han estudiado: un 69,8% así lo declara. Esta afirmación puede parecer obvia, pero hay que tener en cuenta que sólo el 40% de los estudiantes sin discapacidad confía en encontrar un empleo relacionado con su carrera, según una investigación realizada en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Autónoma de Madrid.
Sin embargo, el optimismo se nubla cuando se les pregunta por el tiempo que tardarán en encontrar esta ocupación. Así, cerca de la mitad (40,2%) cree que esta tarea le llevará más de un año, seguido de un 25,9% que opina que tardará de siete meses a un año.
Sólo un 33,9% confía en encontrar su primer trabajo en seis meses: un 21,8% cree que lo encontrará después de tres meses de búsqueda y un 12,1% que lo encontrará en los tres primeros meses.
Los hay que ya han tenido su primer contrato laboral (53,8%), aunque la mayoría de éstos (85%), en un puesto no relacionado con sus estudios. Además, un 14,2% ha trabajado de lo suyo, pero en formato beca. Por último, un 32% de los encuestados no ha tenido nunca empleo.
Más presencia en la agenda política
La Universidad española parece ser un espacio libre de barreras psicológicas o mentales: la mayoría de los encuestados se siente integrado dentro de las aulas. Pero, ¿es esta integración similar fuera de ellas?
Los encuestados no lo creen y destacan que la sociedad aún debe mejorar mucho. Para ello, el Gobierno ha de trabajar estrechamente con las empresas en aras de eliminar prejuicios y fomentar su integración laboral.
Ante la pregunta ¿crees que actualmente la discapacidad tiene suficiente presencia en la agenda política? se obtiene una respuesta rotunda: un 78,3% opina que no, y que deberían impulsarse nuevas medidas o reforzar las existentes para garantizar el acceso al empleo de las personas con discapacidad.
Además, los universitarios encuestados proponen al Gobierno medidas concretas para que esta integración sea real. En general, la más repetida ha sido la siguiente: un 60,5% propone agilizar los trámites para la recepción de ayudas. Según uno de los encuestados: “Desde que se solicita la tarjeta de movilidad reducida hasta que llega, pasa muchísimo tiempo, durante el cual la persona está limitada no sólo para su vida diaria, sino para ir a
entrevistas de trabajo o a trabajar”.
Además, gran parte (58,7%) ha hecho alusión a la necesidad de formar y sensibilizar a las empresas en materia de discapacidad. “Aún existe mucho desconocimiento e innumerables estereotipos. Mucha gente ha pensado mal de mí y luego se ha sorprendido de lo que soy capaz de hacer”, comenta un encuestado.
La Ley de Integración Social del Minusválido (LISMI) también se encuentra en el centro de las peticiones de los encuestados. Un 56,2% solicita su revisión y la creación de innovadores mecanismos para garantizar su cumplimiento. Uno de ellos propone “premiar a las empresas que la cumplan con la ley y ser más exigentes en las inspecciones, endureciendo las sanciones a las que no lo hagan”.
Es significativo también el alto porcentaje (44,1%) de encuestados que ha destacado la escasa presencia de las personas con discapacidad en puestos directivos. Este grupo propone incentivar a las empresas para que promocionen a sus trabajadores con discapacidad, especialmente si tienen estudios superiores, para que no queden relegados a los puestos de menor cualificación.
Además, un 38,5% reclama más ayudas formativas para los estudiantes universitarios
con discapacidad, pues “tenemos más dificultades que los demás hasta para acceder a becas y a cursos” – comenta una encuestada.
Destacan otras propuestas como la tan solicitada revisión lingüística (8,4%) que afecta al lenguaje de la discapacidad, suprimiendo términos desfasados como minusválido (etimológicamente menos válido) o deficiente.
Los hay también que proponen realizar más estudios e investigaciones (3,2%) sobre las personas con discapacidad para “dar voz a un grupo que por desgracia sigue estando marginado”, según un encuestado.