Con vistas al futuro

Gloria BellidoGloria Bellido

Hace poco escuché por primera vez un término que me gustó mucho y me pareció muy acertado: adultez emergente. Se utiliza para referirse a esa  etapa de la vida en la que ya no se es un adolescente pero en la que todavía no se han adoptado todas las responsabilidades y actitudes de la adultez. Digo que me parece muy acertado porque creo que es una etapa que cada vez nos dura más, porque tenemos una asombrosa capacidad para ir alargando periodos de nuestra vida que ya se deberían haber cerrado hace tiempo.
 
Y no me refiero sólo a esos «adolescentes» de treinta años que, por no encontrar un trabajo estable o por simple comodidad, todavía no han abandonado el nido materno y siguen teniendo los mismos comportamientos, actitudes y formas de pensar que cuando tenían 18 años. En general, creo que muchas personas tienen una enorme facilidad para aferrarse al pasado. Son incapaces de cortar lazos, de abrir las alas y abandonar lo que conocen y lo que es seguro para descubrir nuevos horizontes.
 
Realmente a todos nos habrá pasado alguna vez. Es difícil desprendernos de algunos recuerdos, alejarnos de ciertas personas, acabar con algunas relaciones y cerrar las puertas de determinados periodos de nuestras vidas. Pero ¿qué nos puede ocurrir si nos empeñamos en mirar hacia atrás y dejar siempre resquicios abiertos para que el pasado vuelva? Pues sencillamente que seremos incapaces de poner toda nuestra atención y todas nuestra fuerzas en construirnos un futuro en este presente real.
 
Es inútil perder el tiempo preguntándose por qué ocurrió lo que ocurrió por el simple hecho de que muchas veces las cosas ocurren sin más y ocupar nuestro pensamiento en darle vueltas siempre a lo mismo sólo es una forma de desgaste.
 
Muchas veces caemos en el error de pensar que somos incapaces de vivir sin algo o sin alguien. Y, sin embargo, eso no es cierto y la demostración más evidente es todo el tiempo que vivimos sin que determinada cosa o persona que estuviera en nuestra vida. Todo es adquirido, nada es imprescindible y la mayoría de las veces añoramos lo que ya no tenemos por simple hábito o costumbre.
 
No es fácil abrir las manos y dejar caer, sobre todo cuando algo está profundamente arraigado en nuestras vidas, pero, si no lo hacemos, la pérdida puede ser enorme: nuestro presente y nuestro futuro.
 
Esto no pretendía ser un artículo de autoayuda, pero creo que aunque muchas veces sepamos lo que debemos hacer con nuestra vida no está mal que alguien o algo nos lo recuerde, como un pequeño empujoncito que necesitamos para hacer lo que sabemos que es correcto. De vez en cuando hay que abrir nuestra caja de recuerdos y hacer limpieza. Tirar algunos viejos papeles es una buena manera de hacer sitio para otros futuros que llegarán. Diciembre nos puede proporcionar esta oportunidad.
 
Ah! Enhorabuena a todas, nos han galardonado con el «Premio Arco Iris del Cooperativismo 2007», en su vigésima edición, en la modalidad de «Mejor labor de divulgación del cooperativismo».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Periodismo
Constructivo