Cecilia Böhlde Faber, escritora

1796- 1877] – Tuvo que esconderse tras un nombre masculino. No era negocio fácil para una mujer denº 93 Cecilia Böhl de Faber principios del XIX, escribir y publicar. No lo fue tampoco antes, y el camino se fue abriendo de manera muy paulatina. Unas usaron lo que Mary Mason denomina «alteridad», otras, como en este caso el pseudónimo y, evidentemente, el pseudónimo masculino. «[…] Gustóme ese nombre por su sabor antiguo y caballeresco, y sin titubear un momento lo envié a Madrid, trocando para el público, mis modestas faldas de Cecilia por los castizos calzones de Fernán Caballero». En la historia de la literatura se la conocerá, pues, como Fernán Caballero, pero su nombre era Cecilia Böhl de Faber.
Se trata de una de esas andaluzas que, por avatares de la vida, no nace en Andalucía, nace en Suiza en 1796, de padre alemán, escritor, conocido hispanista y cónsul en Cádiz, Johann Nikolaus Bölh von Faber, y de madre gaditana. Al regresar a España asistió a las tertulias de su madre, foco de política absolutista, y que escribía con el pseudónimo de Colina. Hasta los 9 años residió generalmente en Chiclana y en 1805 se trasladó con su familia a Hamburgo completando su educación. Después volverá a Andalucía, se casará tres veces y su vida  no fue precisamente tranquila. Ajetreada y con muchas dificultades, fue de una ciudad a otra y compartió los avatares políticos de la España de principios del XIX. Terminó por irse a vivir a Sevilla. Allí murió en 1877.

Novelista y periodista, colaboradora de prensa, donde publicó muchos de sus trabajos, dominaba el español, francés, inglés, alemán e italiano. Contó con la amistad y protección de la reina Isabel II. La amistad con la reina y los duques de Montpensier le ayudó en sus momentos más difíciles, sin embargo el cambio de gobierno le llevó a abandonar el Patio de Banderas en el Alcázar sevillano, donde había residido durante once años. Su producción literaria se manifestó en tres géneros: la poesía, el cuento y la novela. Con Fernán Caballero podemos decir que empieza la novela española moderna. Además es considerada pionera de la novela realista frente a las históricas y románticas imperantes en la época. No fue ni estilista ni purista, pero gustó mucho, con una narración a veces demasiado dulzona y un estilo desmañado y poco castizo aunque de gran frescura de inspiración.
De sus mejores novelas y relatos destacamos «La Gaviota», su primera obra publicada que ofrece una descripción de la sociedad española del siglo XIX. Otros títulos son «Clemencia», «La Familia Albareda», «Elías», «La Hija del Sol», «Lucas García», «Lágrimas», «Cuentos y Poesías Populares Andaluzas» etc. En 1963 aparecería «La farisea», de gran éxito en ediciones posteriores. Esta escritora y luchadora en un mundo masculino abrió las puertas de la narrativa moderna en la España del XIX.

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