
Por una acogida digna a los refugiados
La crisis humanitaria en Europa está sacando a la luz lo peor de la Unión Europea. Se han ido saltando las fronteras que normas, derechos fundamentales y valores éticos imponían para que pudiéramos seguir considerándonos una sociedad avanzada y democrática. Hace dos décadas, la Unión y los estados miembros miraban a otro lado mientras, fuera de las fronteras comunitarias, en la antigua Yugoslavia, se llevaba a cabo una guerra genocida que provocó la muerte de más de 140.000 personas y cuatro millones de desplazados. Y nada parece que hemos aprendido desde entonces. Hoy hacemos exactamente lo mismo con los cientos de miles de personas que, en territorio europeo o intentando llegar a él, buscan asilo poniendo en peligro su vida y, desgraciadamente, en muchos casos perdiéndola.
Ya no queda nada de la aparente solidaridad que despertó la fotografía de Aylan, el niño sirio de tres años muerto en una playa de Turquía cuando su familia trataba de emigrar a Europa. Ya no queda nada, o mejor dicho, queda un único debate, insoportable desde el punto de vista legal y ético, el del dinero, lo que cuesta cumplir con una obligación internacional. Un debate que, además, se utiliza con fines electorales en la mayoría de los estados miembros. Hasta el momento, de las 160.000 personas solicitantes de asilo que debían ser reubicadas desde los campamentos de refugiados de Italia y Grecia, sólo han salido medio millar hacia otros estados miembros. En la cumbre europea de septiembre de 2015, España aceptó acoger este año a 8.023 de esos refugiados y otra cifra similar a lo largo de 2017. A fecha de hoy sólo hemos recibido dieciocho.
Lo cierto es que la política europea de migración provoca, cuanto menos, vergüenza. El acuerdo que los líderes europeos firmaron el pasado marzo con Turquía es indecente, inmoral e ilegal y pone en riesgo la vida de los refugiados al justificar su devolución a un país como Turquía, que ha demostrado que no garantiza los derechos humanos.
Desde el momento de su anuncio, UGT ha rechazado este acuerdo y lo seguimos haciendo. Vulnera derechos fundamentales, pone en peligro vidas y cuestiona los valores democráticos de la Unión Europea y de sus Estados miembros. Además, ni siquiera tiene el efecto buscado por la Unión, las personas que huyen de conflictos o de la pobreza seguirán llegando a través de Grecia o por nuevas rutas para tratar de alcanzar las fronteras exteriores de la Unión, incluida la española.
Creo que la Unión Europea comete un gran error al presentar el derecho de asilo como una amenaza. Poner precio a cada asilado que los Estados no acojan mercantiliza un derecho en lugar de reforzar las obligaciones de los países miembros. La Unión aborda desde una perspectiva económica la catástrofe humanitaria que ha creado con su propia inacción y su falta de solidaridad.
Por todo ello, exigimos un cambio de enfoque de las políticas migratorias y de asilo y la retirada definitiva del acuerdo firmado con Turquía. La Unión Europea, lejos de ser un ejemplo de solidaridad y actuar conforme a los valores que fueron el cimiento del proyecto europeo, sigue impulsando recetas que han fracasado en el pasado y que han provocado miles de muertes. Es hora de habilitar vías legales y seguras para que las personas refugiadas no tengan que arriesgar sus vidas. Garantizar una acogida digna y adecuada protección a aquellos que se ven obligados a dejar todo y huir con las manos vacías no sólo es una respuesta humanitaria, es también una obligación para Europa.
Carmen Castilla
Secretaria General de UGT-A
@mc_castilla