
Pujol Pastisseries, sabores que invocan nuestra infancia
ÀNGELS PUJOL. PUJOL PASTISSERIES
Àngels Pujol es la propietaria y responsable de Pujol Pastisseries, que en 2020 cumple 128 años de historia. A lo largo de su trayectoria al frente de la empresa familiar, que ya suma 37 años, Àngels ha pasado de sentir como una carga el negocio familiar a amar el esfuerzo sacrificado de sus ancestros y querer seguir pasando la vida, como ya hacía de niña, entre sacos de harina y hornos. A continuación, Àngels nos relata su amor por este oficio y su afán por seguir manteniendo viva la llama de este horno que no se ha apagado en más de un siglo de historia.
¿Cómo resumiría su trayectoria al frente de Pujol Pastisseries?
Hoy, Àngels Pujol es sinónimo de alegría. Desde mucho antes de nacer yo, esta actividad familiar ya alimentaba a más de tres generaciones. No voy a negar que los primeros años fueron difíciles porque era muy joven y no tenía experiencia pese a haber visto a mi familia trabajar en el obrador desde que era niña. Hacerme cargo del negocio familiar ha supuesto para mí un largo proceso de adaptación y, sobre todo, de entender lo que mi padre esperaba de mí al escogerme. Pese a todas estas dificultades, decidí continuar por la lealtad que tiene la familia Pujol. Y así han pasado ya 37 años…
¿Podría hablarnos de su incorporación a la empresa familiar?
Fue una decisión de mi padre. Sin darme cuenta, a mis 15 años, en lugar de estar en el colegio, ya estaba trabajando a tiempo completo en el negocio familiar. Me vi, de repente, en medio de una responsabilidad no deseada, que me llevó a adentrarme en situaciones y relaciones que terminaron no solo por quebrantar mi alma, sino también mi familia, mi negocio. Después de un profundo trabajo interior, mi valor y mi fortaleza natural, unidos a la honra de mis ancestros, me llevaron nuevamente a valorar mi oficio y a recobrar mi alegría. Aunque en el pasado no decidí por mí misma que esta era mi misión de vida, ahora sé que no quiero hacer otra cosa que no sea estar en Pujol Pastisseries. Porque aquí encontré mi pasión. Pasión por decorar escaparates que hoy en día son imanes irresistibles para todos los habitantes de la zona, y pasión por atender a mis clientes de una forma personalizada para hacer sentir únicas y especiales a todas las personas que cruzan las puertas de nuestro obrador.
Pujol Pastisseries cuenta con 128 de actividad ininterrumpida. ¿Cómo valora la evolución de Pujol Pastisseries a lo largo de todos estos años?
A lo largo de su historia, Pujol Pastisseries ha pasado por guerras y posguerras. Pero todos estos conflictos, lejos de ser un impedimento, han sido un motor para continuar con el legado de los fundadores, su misión de vida, que no era otra que alimentar al pueblo de Gandesa. También hemos sobrevivido a los retos de un mercado cambiante. Desafíos que, para nosotros, han sido oportunidades para seguir creciendo y mantenernos intactos a lo largo de estos 128 años.
Aunque a nivel de maquinaria, he tecnificado medianamente mi negocio, nunca he olvidado lo que venían haciendo mis antepasados y, de hecho, aún conservo máquinas de museo con más de 60 años que, en su momento, fueron revolucionarias. Es decir, hemos puesto un poco de tecnicismo para optimizar los tiempos y ampliar el descanso de los empleados, pero sin faltar a la tradición y a la calidad que siempre han marcado nuestros procesos de elaboración.
«Pujol Pastisseries es una danza perfecta para el paladar»
Por otra parte, háblenos de su experiencia al frente de Pujol Pastisseries
Para mí, lo más valioso, y difícil a la vez, ha sido reconocer y entender que mi padre no se equivocó al escogerme como la generación de relevo. Ha sido todo un proceso de aprendizaje. Este obrador me ha enseñado la humildad para continuar con el legado, el honor de poder honrar a mis ancestros, el creer en lo que hago y en mí misma. Me ha enseñado a amar todo lo que tengo y lo que soy. Me ha ayudado a ser la pieza que faltaba del puzzle para amalgamar la tradición y la calidad bajo el nombre de Pujol Pastisserires.
¿Podría hablarnos de las especialidades de Pujol Pastisseries?
El pan es, sin duda, nuestra mayor especialidad y nuestro sello diferencial. Un producto de primera que elaboramos con los mejores ingredientes, respetando la fórmula centenaria de mi bisabuelo. El resto de especialidades también fueron creadas por mis ancestros. Mis abuelos y mis padres crearon recetas legendarias como las casquetes rellenas de un fino y dulce cabello de ángel, los almendrados hechos con cuchara, los mantecados, los carquinyolis… Todo elaborado con un esmero cuidado. Olores que invaden las calles de Gandesa como un dulce perfume. Sabores que invocan nuestra infancia. En definitiva, una danza perfecta para el paladar.
¿Qué ofrecen a sus consumidores?
Ofrecemos un trato personalizado. Una experiencia de compra que hace sentir a cada cliente como el invitado especial, el principal. Para ello, empaquetamos nuestras delicias en cajitas con lazos. Envoltorios que hacen sentir único a aquel que sale a la calle con su compra en la mano, sabiendo que lleva envueltos los sabores de siempre.
¿Podría hablarnos de sus clientes?
En Pujol Pastisseries tenemos clientes de toda la vida: abuelos, padres, madres, hijos. Familias enteras que han transmitido ese hábito de generación en generación. Pero también tenemos clientes de alto nivel y comensales de paso que compran nuestros productos para recordar su sabor o regalar a sus familias. Son gente con un gusto muy especial, conscientes del valor de la tradición y la calidad.
«Trabajamos desde la alegría de despertarnos cada mañana y estar felices por ser el equipo de Pujol Pastisseries»
¿Y del equipo?
He ido borrando poco a poco esa creencia de esclavitud, del panadero sacrificado, para sustituirla por un panadero que disfruta de lo que hace y ama lo que es, con menos horas de trabajo. Este era uno de mis grandes objetivos y lo he conseguido gracias a la tecnología. El equipo de trabajo es mi foco de poder. En ellos pongo mi máxima atención y cuido al detalle sus horas y sus beneficios, y aprendo de sus cualidades y sus defectos. Trabajamos desde la alegría de despertarnos cada mañana y estar felices por ser el equipo de Pujol Pastisseries.
¿De qué forma Pujol Pastisseries responde a los cambios de demanda de sus consumidores?
Pujol Pastisseries ha respondido a los cambios de demanda de nuestros clientes ofreciéndoles los productos terminados y un lugar de excelencia donde poder saborearlos acompañados de un café o una infusión. Yo creo que la clave es que, a lo largo de todos estos años, hemos sabido responder a las exigencias de nuestros clientes con la misma calidad en el servicio y, por supuesto, en nuestros productos y en la atención prestada.
¿Cómo Pujol Pastisseries ha hecho frente al COVID-19?
Hemos respondido de la manera más fácil y cómoda que se nos ha podido ocurrir, que es llevando directamente a las casas de los vecinos pan y tartas para endulzar el confinamiento. De esta manera, hemos intentado facilitar el acceso y la compra de un producto de primera necesidad, evitando así los desplazamientos de los clientes para salvaguardar su seguridad y su tranquilidad.
«Mi otro gran reto es reabrir todos los hornos centenarios que están cerrados en la comarca»
¿De qué forma les ha afectado?
No nos hemos visto afectados, más bien todo lo contrario. El coronavirus nos ha permitido generar cambios positivos en nuestro negocio. Una vez más, tengo la satisfacción de haber cumplido con el legado de mis bisabuelos de llevar alimento a todos los habitantes de Gandesa y de la comarca de la Terra Alta, pues la zona de reparto a domicilio va mucho más allá de nuestro municipio.
¿Qué proyectos tiene a corto y largo plazo?
Dentro de los proyectos de Pujol Pastisseries está plasmar en un libro nuestra historia y rendirle tributo a los fundadores, entre ellos mis padres. Seguir llevando nuestro relato a más medios para dar a conocer nuestra marca y poder celebrar por todo lo alto los 130 años de Pujol Pastisseries es otro de los objetivos más inminentes.
Por otra parte, también me gustaría convertir la cafetería en un espacio de desayunos y meriendas de mesa y mantel que dé cabida a eventos culturales, presentaciones de libros, conferencias, etc. Un proyecto que retomaré, sin duda, cuando todo vuelva a la normalidad.
Mi otro gran reto es reabrir todos los hornos centenarios que están cerrados en la comarca, unos diez en total, y formar a los panaderos para que se hagan cargo de ellos y amen este precioso oficio.
María Cano Rico