Admirar
Me encantan las perfumerías y tiendas de cosmética. Observar las estanterías repletas de esos pequeños frascos que prometen hacer maravillas para eliminar el paso de los años. Eliminar todo aquello que has vivido y que se ha ido marcando en tu rostro. Olvidarse de todas las veces que has reído y han dejado huella en la comisura de tus labios, en las odiadas “patas de gallo”, o en ese desagradable “código de barras” que tanto nos molesta. A veces creo que acabamos cayendo en la tentación y las compramos porque en el fondo sabemos que no van a cumplir nada de lo que prometen. Y porque no queremos anular de un plumazo lo que la vida va marcando en nuestra piel.
Hay una crema que todavía no he encontrado, pero que me gustaría. Aquella que me enseñara a cambiar mi actitud frente a la vida. Que me enseñara a valorarme más. O, ¿por qué no?, una crema que me ayudara a conocerme mejor, a potenciar mis virtudes y a corregir mis defectos. Poder mirarme al espejo y admirarme en vez de criticarme.
Cada día que pasa y me pongo frente al espejo me doy cuenta de que una se siente bella cuando se siente bien, aunque vaya sin maquillar. Por eso es tan importante tener una sana autoestima personal, equilibrio emocional. Si te sientes bien, el espejo te lo dice.
No tengo nada en contra de que nos debamos cuidar y procurar que nuestro físico esté lo mejor posible, pero cada vez estoy más convencida de que los verdaderos cambios empiezan en nuestro interior. Y aquí se aplica perfectamente aquello de que “la cara es el espejo del alma”.
Lourdes Otero